Carlos Sainz vio seriamente perjudicado su devenir en el Gran Premio de las Vegas tras ser sancionado con diez posiciones en carrera por montar una batería nueva en su monoplaza, que en la jornada del viernes quedó destrozado por una alcantarilla mal colocada. Una determinación que el español sigue sin comprender, y es que lo que ocurrió quedó fuera de su alcance y del equipo; la culpabilidad no fue suya, por lo que no esconde su rabia por todo lo sucedido. Es más, considera que Dirección de Carrera tendría que haber actuado de otra manera viendo la situación.
Su enfado es más que evidente
"Lo que pasó habla por sí solo. Había un problema de seguridad en el circuito que destrozó mi coche. Mis mecánicos debieron invertir cinco horas en reconstruir un monoplaza nuevo, y luego recibimos una penalización de diez puestos por algo que no tiene nada que ver con nosotros. Estoy decepcionado, pero no sorprendido. Ya este año se ha demostrado que este deporte puede cambiar en varias situaciones. Sí me sorprende que quien hace las reglas no tenga el poder, en un caso de fuerza mayor, para regular por encima cuando algo está tan claro que no depende ni del equipo ni del piloto", sentenciaba ante los medios trasladados a Las Vegas una vez finalizado el Gran Premio.
"Pero las normas, los equipos... Esperaba más del deporte en esta situación. Hay equipos rivales que aprietan para que reciba una penalización y me sorprende un poco, pero llevo mucho tiempo en el deporte y entiendo que esto es un negocio, y que hay mucho dinero a la hora de terminar en una posición u otra. Estoy extremadamente decepcionado y enfadado con toda la situación. Esa es la palabra. Y de mal humor; esperaba más del deporte", concluye.
