El piloto australiano, Daniel Ricciardo, comenta algunos recuerdos de sus primeros momentos en la categoría, sus primeros años en Toro Rosso y su primera victoria. Daniel tiene muchos recuerdos de estos momentos, pero también de aquellas conversaciones que tenía consigo mismo cuando iba en su monoplaza. Pese a ir a altas velocidades los pilotos tienen tiempo para hablarse bajo el casco. Esas conversaciones pueden darte ánimo o hacer que te vengas abajo, así lo relata el piloto natural de Perth. El piloto que actualmente pilota para Renault se alzó con su primera victoria en el Gran Premio de Canadá, fue en la temporada de 2014, su primer año en Red Bull, junto a nada menos que un cuatro veces campeón del mundo. Cruzar esa bandera a cuadros le confirmó lo que había pensado durante muchos años, todo lo que creía era cierto, valía para ganar en Fórmula 1.
Momentos para recordar en la vida del australiano
"En ese momento, el Toro Rosso no estaba entre los diez primeros, y mucho menos entre los seis primeros. Si alguien no sabía mi nombre, para entonces lo sabía. Pero luego fue como si tuviera aún más peso sobre mis hombros porque, está bien, has demostrado que puedes pilotar, pero ahora puedes correr al frente con estos grandes. Recuerdo una carrera en la que Alonso estaba haciendo cola, creo que había un Ferrari a mi lado y todos bastante juntos, yo estaba como 'oh, no lo arruines'. En mi primera vuelta pasé del sexto al decimoquinto lugar, o algo así. ¡Me acosaron y me tendieron una emboscada!".
"Así que pasé de héroe a villano muy rápidamente, y me tomó un poco de tiempo recuperarme de eso. Hay felicidad, hay emoción, están todos esos sentimientos, pero uno de los grandes que probablemente sorprenderá a mucha gente es el alivio. Y digo alivio porque, especialmente en esa etapa de mi carrera, creía que podía hacerlo. Creí en mí mismo, creí que tenía el talento y la mentalidad para defenderme. Pero hasta que no lo haces, nunca se sabe. Puedes creer para siempre, pero hasta que no consigues hacerte con un buen lugar no se sabe. Obtuve la ventaja, creo que con tres vueltas para el final y tuve un momento de, 'oh mierda, mis manos todavía van a funcionar, mis pies todavía van a funcionar, y mis dedos todavía van a poder tirar del engranaje' 'o simplemente me voy a congelar'. Ese fue un pensamiento que tuve, el que pasó por mi cabeza. Afortunadamente, todo seguía funcionando, y luego dije 'está bien, este lugar me pertenece'. Entonces, al cruzar la línea de meta sentí un poco de alivio, ese tipo de todo lo que yo creía era verdadero".