La decimocuarta cita de la temporada, disputada en el mítico trazado de Spa-Francorchamps, nos dejó casi sin Mundial tras el absoluto dominio de Red Bull, volvió a poner de manifiesto las flaquezas de Ferrari y nos hizo volver al pasado con el tenso duelo entre Fernando Alonso y Lewis Hamilton. Finalmente, fue Max Verstappen quien se coronó en el escenario belga tras llevar a cabo la mejor remontada de su historia en la categoría reina del automovilismo.
Sandra Molina: "El regreso del parón veraniego ha dado inicio al paseo triunfal de Verstappen"
No solo es cosa de Spa y este fin de semana, ya veníamos viendo la sangría de Ferrari en comparación con el inicio de la temporada. Los de Maranello se han autodestruido de forma constante y con gran éxito, pues ellos solos han logrado tirar todo por tierra y poner puntos de oro en bandeja a sus máximos rivales. Puede que tuviéramos la ilusión de un resurgir de Charles Leclerc y Ferrari, las ganas de volver a ver batalla real por las victorias y recuperar la igualdad en la pelea por el campeonato.
Pero Max Verstappen ha regresado de las vacaciones en un estado formidable, no da tregua en la pelea y se le ve cómodo en todos los aspectos, tanto dentro como fuera de la pista. Las cosas le salen fácil o eso es lo que parece y eso acaba minando la moral de cualquiera que trate de intentar hacerle oposición. Más si en el intento se siguen cometiendo errores que te anulan de las batallas. Es imperdonable que un equipo como Ferrari cometa un error al montar las ruedas de su piloto, si establecen algún plan es para seguirlo. ¿Cómo va a intentar luchar un piloto si le cambian las directrices sin saber nada en cuestión de minutos?
Ferrari sigue siendo la misma de los últimos años, en algún momento perdieron su esencia, esa de los años dorados. Imagino que tendrán que buscar en sus filas qué es lo que falla, porque está claro que algo falla. No se puede ir a la batalla sin un plan, cometiendo errores y centrándose en batallas que no importan. Quedar primero el sábado no da puntos, centrarse en eso cuando sabes que el domingo no tienes potencial frente a tus rivales es tener mentalidad de mediocre. Al menos, trata de reconocerlo y no llenes titulares que ilusionen en vano. Todos los años que parecen competitivos acaba pasando lo mismo y da igual que su coche lo lleve Fernando Alonso, Sebastian Vettel o Charles Leclerc. Destruyen ilusiones y pilotos en su afán de convertirse de nuevo en campeones trabajando a medio gas.
Muchos crecimos con el referente de la grandeza de Ferrari, viendo cómo se imponían al resto y ganaban campeonatos. ¿Qué queda ya de eso? Hay niños, adolescentes, incluso personas que han llegado a la edad adulta que no vieron esas proezas de la Scuderia Ferrari. Pero eso es parte del pasado, pues 2007 fue una carambola y el resto ya es historia lejana, pues el deporte no puede nutrirse solo de historia si todo son errores e ilusiones truncadas en el presente.
La primera vuelta en la carrera de Spa fue un tanto caótica, Carlos Sainz se escapó a la perfección, pero iba a tener que pagar el precio de las gomas más adelante. Todos querían ganar posiciones, Hamilton también y perdió la perspectiva con Alonso. El británico se equivocó cerrando la puerta al español y pagó el precio al momento al tener que abandonar. Este lance dejó mucha polémica en el ambiente, Fernando Alonso atacó duramente a Hamilton por la radio. Es momento de calentón, vale, pero todos han cometido errores sobre la pista en alguna ocasión, todos, Alonso también y también ha ganado marchándose en solitario.
Un error no es motivo para responder con una falta de respeto, las padreadas como ahora las llaman algunos a eso, no son más que circo que afea las situaciones en muchos de los momentos. Si hay un error lo siguiente debe ser una disculpa, no responder con una falta de respeto. Y peor aún que haya una prole esperando esas respuestas para aplaudir y reír en redes sociales como seres aneuronales que no aprecian lo bonito del deporte, solo esperan momentos así para nutrir la polémica empezar a lanzar cuchillos desde el sofá a través de una pantallita.
Otro que cometió un error en la salida fue Nicholas Latifi, las vueltas previas no le sirvieron al canadiense para reconocer el terreno y apreciar las suciedades existentes en pista. A este sí se le acumulan los errores y mantiene su asiento en la categoría por el momento. Los platos rotos de Latifi los acabó pagando Valtteri Bottas. Y, sorpresa, esto sí que acabó ahí. Pedimos sanciones en función de lo que nos parece y Dirección de Carrera sigue sin tener un criterio claro en sus decisiones, cambiaron el collar y listo, se ve también en las categorías inferiores.
Centrándonos en la mejor actuación de la carrera, una vez completó la remontada Max Verstappen se acabó la emoción del Gran Premio de Bélgica, se podría decir. Pues su carrera fue de aplaudir, sólida y sin ningún error, está de dulce el neerlandés, decía que no necesitaba ganar carreras, solo terminarlas. Pero es que parece el único candidato a la victoria, su ritmo es intratable y su coche le va como un guante. Las diferencias con los demás son insultantes, pero es fruto del trabajo completado por el piloto y su equipo. Están en perfecta sintonía y no parece que eso vaya a cambiar de aquí al final de la temporada. No parece que falte mucho para ver caer los títulos esta temporada.
Cristian Rodríguez: "Un estelar Verstappen pone en evidencia el histórico mal del parón vacacional de Ferrari"
Abatido y apenado. Así comienzo a redactar estas líneas. Y es que la temporada 2022 de Fórmula 1 ha llegado a su fin. ¿Cómo es posible?, os preguntaréis. Porque se acabó la lucha por el título. Red Bull y Max Verstappen ridiculizaron a sus rivales en Spa, pasándoles por encima cual excavadora removiendo arena a borbotones, sin miramientos, sin hacer prisioneros; a sangre fría. Al piloto neerlandés no le importó arrancar desde la decimocuarta posición. El sábado ya dejó un destello de su ritmo real, pero es que en carrera vaciló a todos como quiso. Hacía mucho que no veía una superioridad tan insultante en una prueba de Fórmula 1. Max adelantaba uno por uno a sus rivales como si de un videojuego se tratase (en el modo fácil, claro). Ya he dicho en innumerables ocasiones que el de Hasselt está un paso por encima del resto en estos momentos, pero es que lo visto en Bélgica empieza a preocupar.
Es extremadamente rápido, talentoso, agresivo e inteligente. Un cóctel explosivo que lleva al '33' a jugar en otra liga. Y ya no solo respecto a los pilotos de otros equipos, sino también respecto a su compañero de garaje, al que vapuleó pese a partir doce posiciones por detrás. Está claro que Sergio Pérez no tiene nada que hacer ante Verstappen, y menos ahora que el desarrollo del monoplaza se asemeja cada vez más al estilo de conducción de este. Decepcionante una vez más el rendimiento del mexicano, con diferencias por vuelta que se tornan ridículas para dos hombres que conducen el mismo coche. No cabe duda de que Checo está llevando a cabo la labor para la que fue contratado: sumar puntos para el equipo y entorpecer a los competidores directos de su compañero. Al menos eso sí lo hizo bien.
Porque no, Carlos Sainz ni siquiera pudo sacar las uñas para defender su liderazgo. Ferrari fue agresivo en la elección de neumáticos y realizó dos paradas realmente buenas con el español, sin embargo, el ritmo del F1-75 fue rotundamente inferior al del RB18 y esto impidió al madrileño abrir hueco desde la primera plaza. Lástima, ya que no se pueden poner pegas a su carrera. Arrancó bien en la salida, hizo lo propio en la relanzada y aguantó el ritmo todo lo que pudo ante unos neumáticos que se derretían en el monoplaza rojo. Buena la labor de Carlos, que al menos pudo defender el podio frente a un George Russell que de nuevo volvió a demostrar su capacidad para extraer al máximo el potencial de su monoplaza. La joven perla británica nos sigue regalando grandes actuaciones y se ha erigido como el hombre más regular de toda la temporada, habiendo finalizado entre los cinco primeros en todos los Grandes Premios, salvo Silverstone, donde abandonó. Chapó por él.
Pero volviendo a Ferrari, mención aparte merece la decisión de llamar a boxes a Charles Leclerc a falta de dos vueltas para el final, desoyendo el propio criterio del monegasco, que posteriormente sería sancionado por exceder la velocidad en el pit lane, perdiendo con ello la quinta posición. Si es que así no se puede. Si a la aplastante superioridad de Red Bull le sumas la inoperancia de los italianos, el resultado es un episodio ridículo que deja en evidencia una vez más la mala gestión de los hombres de de Maranello.
Y vamos por fin a lo más comentado de la carrera, que no es otra cosa que el duelo Alonso-Hamilton. Qué regalazo para mis ojos verles pelear otra vez cuerpo a cuerpo, aunque por desgracia la batalla duró bien poco. Como el propio Lewis ha reconocido, no dejó suficiente espacio al español, por lo que la mayor parte de la culpa del accidente es suya. No obstante, de lo que quiero hablar es de lo ocurrido después, esa guerra dialéctica que tantos momentos de gloria nos está dando estos días. La verdad, sin entrar a estar más de acuerdo o no en según qué declaraciones, me gusta que ambos pilotos se lancen dardos, ya que me lleva de algún modo al año 2007 y me hace fantasear con que los dos pilotos vuelvan a encontrarse en algún momento en la batalla por el título. Sé que en estos momentos es un disparate, pero qué fantasía sería. El crecimiento de Alpine es un hecho, aunque sigue varios pasos por detrás de Mercedes, al menos en carrera, y todo apunta a que lo tendrá complicado para darles caza. Aun así, es de lo más interesante que le resta a la campaña viendo que por arriba nos hemos quedado sin pelea.