Una nueva edición del campeonato del mundo llegaba esta vez como un enfrentamiento directo entre dos hijos de leyendas de F-1. A un Damon Hill, bastante cuestionado en el equipo Williams, se le unía ahora como nuevo compañero, Jacques Villeneuve, descendiente del mítico Gilles Villeneuve. Hill, se sentía obligado a ganar esta vez, máxime cuando Michael Schumacher se lanzaba al reto de hacer competitivo al equipo Ferrari en compañía de Eddie Irvine. Schumacher empezaría ganando 3000 millones al año las dos primeras temporadas, para recibir de sueldo a partir de 1998, los 5800 actuales. A Benetton llegaban los ex pilotos del "cavalino", Gerhard Berger y Jean Alesi. Sin embargos, sus expectativas de conducir un coche mas competitivo, se hundieron de un plumazo con un diseño extremadamente nervioso, que realmente denotaba ser la herencia de algo que había sido hecho para que Schumacher lo pilotara.
Mika Hakkinen y David Coulthard iniciaron su relación cooperativa en McLaren donde Mercedes iba incrementando cada vez mas su apoyo técnico y económico.
Villeneuve, procedente de la Cart, había sorprendido por sus cronos en unas pruebas efectuadas en Silverstone el año anterior y acabó de convencer a todo el mundo por su rápida adaptación a la F-1. En la primera prueba del mundial, en Australia fue precisamente Villeneuve quien asombró logrando la pole en los entrenos. Era la primera vez que un rookie lograba eso desde 1968. Tras un interesante lucha entre los dos pilotos de Williams, Jacques hubo de ceder ante Damon, al ser advertido desde boxes, de los problemas de aceite que empezaba a sufrir. Hill se impuso en las dos siguientes carreras en Brasil y Argentina, consciente de que era el mejor momento para tomar ventaja sobre sus rivales que aún no estaban preparados. En Interlagos dominó por completo con la pista totalmente encharcada, dandose además el gusto de doblar a Schumacher. En Ferrari había mucho trabajo por hacer.
Los viejos fantasmas volvieron sobre Hill en Nurburgring y Barcelona en forma de toques y salidas de pista, al tiempo que Villeneuve y Schumacher obtenían sus primeras victorias del año. La carrera de Motmeló fué exactamente la primera victoria de Schumacher en Ferrari. En San Marino, Hill volvía a lo mas alto, demostrando que también había apurado su sentido táctico. Coulthard cuajó allí una buena carrera con el MP4/12, haciendo liderar a un propulsor Mercedes una prueba a un F-1 por primera vez desde 1955, antes de verse doblegado con rotura del cambio.
El GP de Mónaco, comenzó con sorpresa. Schumacher, que se había hecho con la pole, se accidentaba solo con la molesta llovizna inicial antes de completar la mitad de la primera primera vuelta. Villeneuve, novato en esta difícil pista, poco pudo hacer y Hill reventaba su motor cuando era líder destacado. Otros pilotos como Coulthard, Irvine o Alesi se hubieran jugado la victoria, pero fue Olivier Panis con el Ligier Mugen, el que se llevó contra pronóstico el triunfo en la carrera mas famosa, adelantando cuando hacía falta adelantar y rodando tan rápido, que en ocasiones marcó la vuelta rápida. Hill siguió avanzando en su lucha por el título ganando en Canadá y Francia, mientras que Villeneuve se vengaba de la derrota ante su público, venciendo ante los fans de Damon en Silverstone. Entretanto los Ferrari, con graves problemas de fiabilidad, no pasaban de la vuelta 8 en ambas pruebas.
Berger y su Benetton podrían haberse llevado el GP alemán en Hockenheim de no verse traicionado por su motor Renault a seis vueltas del final cuando mantenía esforzadamente a raya a Hill. Villeneuve obtuvo la tercera victoria de su marcador en Budapest por delante de Damon, para ser segundo 15 días después en Bélgica a espaldas de un soberbio Schumacher que exhibia de nuevo, tras la pifia de Montecarlo, sus dotes de conducción sobre mojado en Spa.
La fiesta de Ferrari se multiplicó en Monza al ganar por delante del Benetton de Alesi. Hill, que tenía allí la primera oportunidad de ser matemáticamente coronado, se salió clamorosamente en la variante goodyear cuando iba primero destacado, pero tuvo la fortuna de que Villeneuve no pudo puntuar con su floja séptima posición. En Portugal, Villeneuve si que puntuó... con los 10 que da la victoria por delante de Damon y postergó la resolución del mundial a la última cita en Suzuka.
De la prueba de Estoril se recordará siempre el adelantamiento genial que efectuó a Michael, en la salida de la parabolica de entrada a recta de meta, confirmandose como había dicho en una ocasión Frank Williams como el "antischumacher" para su equipo.
Damon debió llegar a Japon algo tocado, más después de saber que Williams le había contestado a su petición de aumento de ficha para continuar el año siguiente, con la no-renovación. Sin embargo, las posibilidades de Villeneuve en Japón eran muy reducidas. Debía ganar y esperar que Hill no puntuara. Pasó exactamente lo contrario. Hill arrancó de maravilla y lideró toda la prueba sin la menor debilidad psicológica que todos le achacaban, para convertirse en el nuevo campeón del mundo, el primero de segunda generación tras su padre, Graham Hill en 1962 y 68. Villeneuve salió fatal y aunque pudo remontar posiciones poco a poco, acabó perdiendo un neumático con la consiguiente salida de pista. Jacques aceptó con deportividad la derrota mientras esperaba con impaciencia la temporada de 1997.