En el momento de escribir estas líneas se sigue aplicando nuestro particular catecismo a la hora de afirmar que un buen monoplaza de F1 sólo puede salir de la mente y manos de un ingeniero británico. Con Adrian Newey en el escenario, la norma contempla la posibilidad de copiar descaradamente el ideario expuesto en sus vehículos por el gurú de Red Bull como sustitutivo, como mal menor, incluso, de manera que lejos de rebatirla la enfatiza y ensalza como indiscutible.
Sin embargo, me temo, este año nos vamos a ver obligados a replantear algunos pilares de nuestro acervo, porque McLaren y Mercedes (la primera con ingenieros ingleses en sus filas) han tratado de clonar las soluciones que convirtieron el RB6 en un coche imbatible sobre la pista, pifiándola estrepitosamente.
A todas luces la configuración del RB6 (también la del RB5 y RB7) no funciona en el MP4/26 y lo hace malamente en el W02. La articulación mecánica de ambos, sobre un esquema de suspensiones Pull-rod/Push-rod, que tantos beneficios ha dado a los trastos austriacos estos últimos años, se está mostrando ineficaz cuando no contraproducente, lo que nos sitúa ante un panorama desolador, pues copiar a Newey no parece ser el único camino, como tampoco supone la panacea del éxito la nacionalidad de quien diseña.
Con todo esto intuyo que se me están viendo las orejas de viejo lobo, porque quiero volver mis pasos sobre lo comentado el otro día a cuenta del F150th, y de cómo la propuesta italiana podría ser una solución bastante válida para enfrentarse a esta nueva temporada que abriremos en breve.
Ferrari, de momento, está plantando cara a Red Bull, al menos como lo hizo durante el último tercio de 2010, y visto lo sucedido con el naufragio preliminar de McLaren y Mercedes, los buenos vientos que acarician a la italiana podrían augurar que se está quedando sola en la defensa de las alternativas posibles al RB7, precisamente porque ha decidido seguir fiel a una línea de trabajo que fue iniciada hace unos meses y que al parecer todavía no ha tocado techo.
Como dije en su momento, todavía es demasiado pronto para enarbolar sólidas expectativas. Hoy lo reitero. Ni siquiera mi tradicional optimismo me permite dar un paso al frente apostando por la de Maranello o por la de Milton Keynes, pero lo que no se puede negar es que en Woking y en Brackley han perdido un tiempo precioso mirando donde no debían, o si queremos, aplicando un catecismo que se nos ha quedado viejo de tanto usarlo.
Los ingenieros británicos suelen ser muy buenos, Newey es un fenómeno, pero hay otros senderos, no lo olvidemos.
Fuente: El Infierno Verde