Sif es una Diosa Asgardiana de segunda generación, desconociéndose quienes son sus padres. Cuando todavía era una niña, su cabeza estaba adornada con un cabellos dorados y era una compañera de juegos ocasional de Thor y su hermanastro Loki. Cierta vez, cuando era todavía una adolescente, Loki decidió vengarse de ella por preferir la compañía de Thor a la suya. Mientras dormía, Loki cortó enteramente su cabellera dorada. Cuando descubrió su desgracia, Sif alarmó a toda la capital del reino de Asgard, con sus llantos de desmayo por su perdida. Loki, sabiendo que sería castigado por la travesura, se refugió rápidamente en el Reino de los Trolls para acordar con ellos la creación de cabello artificial de oro puro, que ofrecería a Sif posteriormente en compensación. Los Trolls llegaron a un acuerdo con Loki y se pusieron manos a la obra, asegurándose una garantía en el caso de que Loki decidiera no cumplir su parte del trato. Loki, como es normal en él, robo el cabello sin pagar por él, y se lo entregó a Sif. Colocado sobre su cabeza, el cabello dorado comenzó a crecer como si fuera natural, más brillante que nunca. Sin embargo, como Los Trolls no habían tenido la oportunidad de tratarlo con una poción especial antes de que Loki lo robara, comenzó a oscurecerse, adquiriendo la tonalidad del ébano. Cuando Sif comenzó a llorar de nuevo, sus padres cansados de su vanidad, decidieron enviarla a aprender las artes guerreras, ejerciendo de escudera.
Cuando volvió a Asgard años más tarde, curtida en las artes guerreras, había aprendido a aceptar su negra cabellera. Odín, Señor de Asgard, había buscado largamente una compañera digna de su hijo Thor, heredero al trono de Asgard. Thor y Sif prácticamente no se habían vuelto a ver desde la niñez cuando Odín juzgo oportuno que ellos dos debían reanudar su relación. En esa época, Thor estaba unido sentimentalmente a la mortal Jane Foster, y Odín estaba ansioso por hacer que su hijo se olvidara de ella. Al poco de reencontrarse con Sif, el interés de Thor se convirtió en pasión, y los dos se convirtieron en amantes y camaradas. Finalmente, acabaron prometiéndose en matrimonio. Sin embargo, los lazos que unían a Thor a La Tierra, se interpusieron entre ellos. Sif siempre prefirió el mundo de los dioses frente al mundano mundo mortal, y tras intentar acostumbrarse a la vida en la Tierra en más de una ocasión, volvió a Asgard para vivir sin Thor. Aunque Thor y Sif no habían roto su voto, su matrimonio fue postpuesto hasta que solucionaran sus diferencias y nunca llegó a celebrarse.