Si lo analizamos con cierto detenimiento, es obvio que el cómic de Forest resume la cultura pop de los sesenta.
El lugar donde Barbarella vive sus principales aventuras es el planeta Lythion, un lugar muy apartado de la galaxia.
Nuestra heroína ha de emplear la violencia en sus peripecias, pero nunca se resiste a probar los placeres más mundanos.
De ese modo, explora su erotismo de la mano de personajes tan originales como el ángel ciego Pygar, un ser alado de embrollada personalidad.
Inocente hasta lo increíble, Barbarella viaja por los confines de este universo imaginario sin perder nunca el sentido de la sorpresa y el afán por imponerse al caos de los exóticos reinos que visita.
Cuando en abril de 1962 aparece la primera historieta de Barbarella en el número 566 de la revista francesa V Magazine, se abre un nuevo periodo del cómic para adultos.
Esta serie de ciencia ficción, llena de sensualidad, pronto sufre las consecuencias de su audacia.
De hecho, la censura de los diversos países donde se publica la serie impone sus condiciones.
El creador del personaje, Jean-Claude Forest, se ve obligado a retocar ciertos contenidos para ceder a las exigencias de un mercado editorial que aún no está preparado para explotar productos tan inusuales.
Sin embargo, ello no limita las posibilidades profesionales de Forest, que en 1962, el año del nacimiento de su criatura, es nombrado director artístico de una organización de prestigio, el Club des Bandes Dessinés, cuyo presidente, Francis Lacassin, apoya de manera resuelta al dibujante.
Forest cuenta por entonces 32 años y ya tiene un notable prestigio profesional en el campo del cómic y el diseño gráfico.
A pesar del escándalo inicial que suscita, Barbarella aparece en un momento particular que favorece las intenciones de Forest.
En plena ebullición de los movimientos feministas y con el surgimiento de las primeras ofertas contraculturales, este cómic parece simbolizar toda una filosofía social y artística.
En buena medida, ése es uno de los motivos de su éxito en Francia y, poco después, en todo el mundo.
El aspecto gráfico del cómic es igualmente renovador.
El trazo simple, a veces descuidado para las convenciones del tebeo realista, complementa eficazmente un guión literario lleno de frescura, con diálogos sorprendentes, destinados –casi sobra añadirlo– a un lector adulto.
En 1964 sale a la venta el primer álbum, cuya excelente carrera comercial llama la atención de los ejecutivos de la compañía cinematográfica Paramount Pictures, que planean realizar una versión destinada a la gran pantalla.