Lewis Hamilton, aunque los fanáticos españoles se empeñen en disimularlo, ha conmovido los cimientos de la F1 hasta el fondo, con o sin cetro. Así de sencillo. Podría ya retirarse y sin embargo su impronta quedará en la historia de oro de las carreras, superando hazañas como las de debutantes al estilo Jacques Villeneuve, Mario Andretti, Carlos Reutemann o Johnny Servoz-Gavin. Cosa que la inmensa mayoría de los debutantes no puede decir en su primer año.
Para un servidor, Lewis Hamilton estaba crudo? no para subir a F1, sino para afrontar una temporada en GP2 al tope máximo de la competitividad. Era el inicio de 2006 y a muchos sorprendió ver a última hora se anunciarse el nombre del negro (no fue McLaren quien pagó el asiento, por lo cual lo que hoy se llama el ?clan Hamilton? pasó unos cuantos meses tratando de hacer lo necesario para cumplir el consejo de Dennis y McLaren, que en el proceso de formación deportiva y profesional del moreno, impusieron que éste, como sea, debía estar en GP2) junto al del francés Alexandré Prémat como titulares del team ART, que en 2005 había dado la corona a Nico Rosberg a base de una suprema superioridad en ciertos elementos de un Dallara Renault que, en teoría, debía ser igual al de los demás equipos y en la práctica no lo fue. Ninguna suspicacia, llamémosle más bien parte de eso que los especialistas conocen como ?la ventaja injusta? y que debemos encontrar en todas esas cosas que sin formar parte del reglamento, tampoco están fuera de él y sin embargo hacen la diferencia, sobre todo en un reglamento de F1 como el actual, tan estandarizado y con tan poco margen para la innovación tecnológica. En el Dallara de Rosberg, esa ?diferencia? era un ajuste del sistema de frenos y la disposición de data de telemetría e info de circuitos desarrollados en el seno de un team de F1. Algo que nadie prohibió expresamente, pero que tampoco nadie permitió y que surgió como respuesta a una de las pequeñas fallas técnicas que reportaron los Dallara en la naciente serie ante-sala al circo; la debilidad del sistema frenante ante pilotos que resultaban extremadamente capaces de rodar todo el tiempo al límite de las especificaciones de los carros.
Por entonces, el caraqueño Ernesto Viso se estrenaba con un nuevo team, iSport, en su segundo año en la categoría y los pronósticos apuntaban justamente hacia los pilotos que acumulaban experiencia y se hallaban en los team ARDEN y ART, los mejores y por entonces los que tenían más data de F1. iSport era un team más joven y muy potente, que necesitaba un piloto que consolidara su potencial; un trabajo hecho laboriosamente por Ernesto Viso y que, cuando estuvo listo, en forma de un carro y un team plenamente competitivo, fue aprovechado no por el caraqueño (que igual dio el primer triunfo al team de Paul Jackson y le puso en la ruta que le llevó al cetro de este año), sino por otro piloto ?Timo Glock- que al tener experiencia F1 (y no solo por lo que respecta al pilotaje en sí), tenía vivencias extras que en GP2 solo podían compararse a las de otro exF1 como Giorgio Pantano y significaban un gran valor agregado. Viso era el único, en ese contexto, sin siquiera un pequeño contacto con un Fórmula 1, mientras los favoritos a la corona, tipo Nelsinho Piquet o los pilotos franceses, podían vanagloriarse de haber hecho algún contacto. Hamilton tampoco tenía ninguna experiencia en F1, aunque sí conocía las instalaciones del team McLaren y a varios de sus miembros. Aun así, pensar que eso hacía del negro un Campeón o incluso un piloto de F1, es una tontería; un servidor es amigo de todos los actuales comentaristas de la F1 por TV y sin embargo, no por ello es un comentarista televisivo.
Pese a la inexperiencia de ambos en F1, frente a rivales que sí la tenían, tanto Ernesto Viso como Lewis Hamilton lograron estar a la altura de lo que les pedía en GP2. ART, empero, era un team en ese momento más maduro que iSport, al cual podríamos considerar más bien en progresión. No queda duda de que si este año Viso hubiera estado en el team de Paul Jackson, la corona habría sido suya, no de Glock. Pero a mediados del año pasado Tristán Gommendy no pudo mantener los patrocinadores que pagaba su asiento y Glock tomó la oportunidad al aire, gracias a ese roce previo con la F1. No le había ayudado mucho en su pasantía en BCN, con un carro que tenía tanto pendiente por hacer, pero en el carro de iSport tan finamente ajustado por Ernesto, donde el asunto con Glock fue de solo sentarse y correr, esa sutil experiencia hizo la diferencia. La suerte, quiérase o no, es un factor que influye a favor y en contra.
Volviendo a los aspectos deportivos, un servidor comentaba hace ya año y medio que Hamilton podía estar verde para GP2, pero otro comentarista tan o más apasionado por las carreras, me hizo su propia reflexión advirtiendo que la capacidad de dominio del moreno en el cockpit y su capacidad para aprender son asombrosas ?la gente habla mucho del negro en Inglaterra y en Europa, pero te aseguro que no es casualidad?. Aun así, a pesar del crédito y el respeto profesional que nos merece esa persona, no dejamos de pensar e incluso opinar ?el tiempo nos hará ver que el juicio era totalmente errado- que el negro era un producto que obedecía tanto a la necesidad de un Campeón inglés como en su momento se creó un producto que respondía a la oportunidad comercial que abría un país que despertaba al negocio de la F1 tras una laboriosa siembra a lo largo de muchos años por parte de sus autoridades deportivas; España.
La facilidad con la cual Hamilton solía recuperarse de sus constantes y pequeños errores de inexperiencia en GP2 fue sencillamente asombrosa para todos los que en Caracas nos trasnochamos por ver esas carreras y estar pendiente de las evoluciones de Ernesto Viso. Se equivocaba y, de hecho, se equivocaba mucho el negro, pero parecía que esos fallos le daban la capacidad de retroalimentarse, de fortalecerlo, de hacerle más temible. Un profesional competente y experto como Prémat salió tan demolido de su confrontación con el negro a igualdad de máquina y con el número 1 ganado por Rosberg en 2005, que tuvo que abandonar la competición de monoplazas en Europa. Otro francés, Nicolás Lapierre, en un team ARDEN que teóricamente tenía un carro tan o mejor como el que daba ART a Prémat, se diluyó. Y Nelsinho Piquet, que pertenece a la escuela de pilotos que van bien si su carro va bien y que solo necesitan un monoplaza totalmente ajustado en el cual pilotar a fondo sin dosificar motor, frenos o gomas, no tardó en dejar evidente que el moreno mostraba más fantasía al volante y mejor capacidad de administrar su máquina, cometiendo menos deslices en carrera y teniendo menos averías.
Aun siendo así de asombroso su año debut y triunfal en GP2 (que no es una categoría ?fácil?, ni física, ni mental, ni profesionalmente, comenzando porque allí se corre sin control de tracción y con ruedas slicks, a diferencia de la F1), de nuevo un servidor rechazará los comentarios de todos aquellos que comentaban que el ?negrito? pasaría a F1 en 2007. ¿Por qué? Porque estaría ?verde?, porque sería un debutante en un carro puntero y hacía falta acostumbrarse. Porque el ciclo de aprendizaje en F1 exige dos o tres años antes de asimilar ?ni siquiera aprovechar a fondo- la capacidad que tiene un mega team de F1. Alonso mismo, tras un año en Minardi en 2001, uno de tester en Renault en 2002 y uno de titular en Renault en 2003, todavía Alonso se exhibió en 2004 con errores impresionantes como el de Mónaco o Monza, por mencionar solo dos. Y no necesariamente por falta de calidad, sino porque si bien en F1 el aspecto de pilotaje es relativamente fácil gracias a las ayudas electrónicas, adaptarse a un equipo y a la atmósfera híper corporativa del circo, añadiendo las facetas políticas, formación física y mental, comerciales, públicas, mediáticas, etc. es todo otra cosa, sin olvidar que viajar por el mundo es algo muy normal (y estresante).