Garcilaso de la Vega,El Inca.
(1539-1616).
TOMO I
CAPÍTULO III
Cómo se descubrió el Nuevo Mundo. CERCA del año de mil y cuatrocientos y ochenta y cuatro, uno más o menos, un piloto natural de la villa de Huelva, en el Condado de Niebla, llamado Alonso Sánchez de Huelva, tenía un navío pequeño, con el cual contratava por la mar, y llevava de España a las Canarias algunas mercaderías que allí se le vendían bien, y de las Canarias cargava de los frutos de aquellas islas y las llevava a la isla de la Madera, y de allí se bolvía a España cargado de acúcar y conservas. Andando en esta su triangular contratación, atravessando de las Canarias a la isla de la Madera, le dió un temporal tan rezio y tempestuoso que, no pudiendo resistirle, se dexó llevar de la tormenta y corrió veinte y ocho o veinte y nueve días sin saber por dónde ni adónde, porque en todo este tiempo no pudo tomar el altura por el sol ni por el Norte. Padescieron los del navío grandíssimo trabajo en la tormenta, porque ni les dexava comer ni dormir. Al cabo deste largo tiempo se aplacó el viento y se hallaron cerca de una isla; no se sabe de cierto cuál fué, mas de que se sospecha que fué la que ahora llaman Sancto Domingo; y es de mucha consideración que el viento que con tanta violencia y tormenta llevó aquel navío no pudo ser otro sino el solano, que llaman leste, porque la isla de Sancto Domingo está al poniente de las Canarias, el cual viento, en aquel viaje, antes aplaca las tormentas que las levanta. Mas el Señor Todopoderoso, cuando quiere hazer misericordias, saca las más misteriosas y necessarias de causas contrarias, como sacó el agua del pedernal y la vista del ciego del lodo que le puso en los ojos, para que notoriamente se muestren ser obras de la miseración y bondad divina, que también usó desta su piedad para embiar su Evangelio y luz verdadera a todo el Nuevo Mundo, que tanta necessidad tenía della, pues vivían, o, por mejor dezir, perescían en las tinieblas de la gentilidad e idolatría tan bárbara y bestial como en el discurso de la historia veremos. El piloto saltó en tierra, tomó el altura y escrivió por menudo todo lo que vió y lo que le sucedió por la mar a ida y a buelta, y, haviendo tomado agua y leña, se bolvió a tiento, sin saber el viaje tampoco a la venida como a la ida, por lo cual gastó más tiempo del iue le convenía. Y por la dilación del camino les faltó el agua y el bastimento de cuya causa, y por el mucho trabajo que a ida y venida havían padescido empecaron a enfermar y morir de tal manera que de diez y sietes hombres que salieron de España no llegaron a la Tercera más de cinco y entre ellos el piloto Alonso Sánchez de Huelva. Fueron a parar a casa del famoso Cristóval Colón ginovés, porque supieron que era gran piloto y cosmógrafo y que hazla cartas de marear, el cual los recibió con mucho amor y les hizo todo regalo por saber cosas acaescidas en tan estraño y largo naufragio como el que dezian haver padescido Y como llegaron tan descaecidos del trabajo passado, por mucho que Cristóval Colon les regaló, no pudieron bolver en sí y murieron todos en su casa dexándole en herencia los trabajos que les causaron la muerte, los cuales aceptó el gran Colón con tanto ánimo y esfuerco, que, haviendo sufrido otros tan grandes y aun mayores (pues duraron más tiempo), salió con la empresa de dar el Nuevo Mundo y sus riquezas a España, como lo puso por blasón en sus armas, diziendo:
"A Castilla y a León,
Nuevo Mundo dio Colón."
Quien quisiere ver las grandes hazañas deste varón, via la Historia General de las Indias que Francisco López de Gómara escrivió que allí las hallará, aunque abreviadas, pero lo que más loa y engr engrandesce a este famoso sobre los famosos es la misma obra desta conquista y descubrimiento. Yo quise añadir esto poco que faltó de la relación de aquel antiguo historiador, que, como escrivió lesos de donde acaecieron estas y la relación se la davan yentes y vinientes, le dixeron muchas cosas de las que passaron, pero imperfectas, y yo las oí en mi tierra a mi padre y a sus contemporáneos, que en aquellos tiempos la mayor y más ordin conversación que tenían era repetir las cosas más ordinaria hazañosas y notables que en sus conquistas havían acaescido, donde contavan la que hermos dicho y otras que adelante diremos, que, como alcancaron a mucho[s] den los primeros descubridores y conquistadores del Nuevo Mundo, huvieron dellos la entera relación de semejantes cosas, y yo, como digo, las oí a mis mayores, aunque (como muchacho) con poca atención, que si entonces la tuviera pudiera ahora escrevir otras muchas cosas de grande admiración, necessarías en esta historia. Diré las que huviere guardado la memoria, con dolor de las que ha perdido. El muy reverendo Padre Joseph de Acosta toca también esta historia del descubrimiento del Nuevo Mundo con pena de no poderla dar entera, que también faltó a Su Paternidid , parte de la relación en este passo, como en otros más modernos, porque se havían acabado ya los conquistadores antiguos cuando Su Paternidid passó a aquellas partes, sobre lo cual dize estas palabras, libro primero capítulo diez y nueve:
"Haviendo mostrado que no lleva camino pensar que los primeros moradores de Indias hayan venido a ellas con navegación hecha para esse fin, bien se sigue que si vinieron por mar haya sido acaso y por fuerca de tormentas el haver llegado a Indias, lo cual, por immenso en el Mar Océano, no es cosa increíble. Porque pues assí suscedió en el descubrimiento de nuestros tiempos cuando aquel marinero (cuyo nombre aún no sabemos, para que negocio tan grande no se atribuya a otro autor sino a Dios), haviendo por un terrible e importuno temporal econoscido el Nuevo Mundo, dexó por paga del buen hospedaje a Cristóval Colón la noticia de cosa tan grande. Assi pudo ser", etc.
Hasta aquí es del Padre Maestro Acosta, sacado a la letra, donde muestra haver hallado Su Paternidad en el Perú parte de nuestra relación, y aunque no toda, pero lo más essencial della. Éste fue el primer principio y origendel descubrimiento del Nuevo Mundo, de la cual grandeza podía loarse la pequeña villa de Huelva, que tal hijo crió, de cuya relación, certificado Cristóval Colón, insistió tanto en su demanda, prometiendo cosas nuncavistas ni oídas, guardando como hombre prudente el secreto dellas, aunquedebaxo de confianca dió cuenta dellas a algunas personas de mucha autoridad acerca de los Reyes Católicos, que le ayudaron a salir con su empresa, que, si no fuera por esta noticia que Alonso Sánchez de Huelva le dió,no pudiera de sola su imaginación de cosmografía prometer tanto y tancertificado como prometió ni salir tan presto con la empresa del descubrimiento, pues, según aquel autor, no tardó Colón más de sesenta y ochodías en el viaje hasta la isla Guanatianico, con detenerse algunos días enla Gomera a tomar refresco, que, si no supiera por la relación de AlonsoSánchez qué rumbos havía de tomar en un mar tan grande, era casi milagro haver ido allá en tan breve tiempo.
Inca Garcilaso De La Vega
Comentarios Reales De Los Incas
EDICIÓN AL CUIDADO DE ÁNGEL ROSENBLAT
DEL INSTITUTO DE FILOLOGÍA DE LA
UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES
PRÓLOGO DE RICARDO ROJAS