La presencia de Luca Di Montezémolo y de Piero Lardi Ferrari, así como la reunión en plena parrilla de Bernie Ecclestone, Jean Todt y el Rey Juan Carlos en torno al Ferrari #8 no dejaban duda sobre la intención de tan ilustres personajes de celebrar un resultado teóricamente garantizado. Sin embargo, por fortuna, la F1 aun mantiene algo de su magia y deportividad. Por ello, los presentes en Abu Dhabi y los televidentes del mundo, pudieron asistir a un raro espectáculo en la historia del automovilismo deportivo; la autoritaria demostración de autoconfianza de Red Bull y de su joven líder Sebastián Vettel había iniciado justo tras la derrota de Singapur y no fue socavada ni por las críticas de quienes insistían en la necesidad de apostar por Webber, ni por eventos como la inesperada rotura del motor en Corea. A pesar de que uno de sus pilotos llegaba a Abu Dhabi a ocho puntos del liderazgo y el otro a quince, Red Bull jamás dudó de su capacidad para ganar esa corona y, entre sus pilotos, sin duda Vettel estaba más convencido que Webber de sus posibilidades tras el desastre de Corea.
Cuando parecía que Alonso llegaba a Abu Dhabi con todos los números para ganar y con más que un simple beneplácito del orden mayor del circo, cuando parecía que el único que podía –acaso- poner en peligro la fiesta ya preparada era Webber por tener menos puntos de desventaja, resulta que Vettel y Red Bull llegaron con una moral extraordinaria y se fijaron el objetivo de ganar como único resultado útil, sin apelar a las matemáticas, a los cálculos conservadores o a los “planes B” que, en cambio, exhibía Ferrari en forma más que lógica. Y es que todos sabían perfectamente que el único pretendiente que no tenía necesidad de arriesgar era el español; los demás no podían ser conservadores y esa, sin duda, era la gran ventaja del volante de Ferrari.......................
La largada pareció correcta para los dos punteros, mientras Alonso salía lentamente una vez más y perderá posición con Button a pesar de su intento de intimidarle. Hamilton, instantes después, dirá al box que creía haber rozado su alerón con la rueda trasera de Vettel en su audaz intento de desbordarle por dentro, pero ninguno de los autos pareció perder esmalte. Cuando todos estaban pendientes de ver si Alonso podía con los McLaren, o si Hamilton sorprendería a Vettel, Schumacher perdió el agarre en una curva tratando de no perder terreno con Nico y se giró, siendo instantáneamente embestido por Liuzzi en forma espectacular. Afortunadamente ambos saldrían ilesos y un sonreído Schumi regresará al box charlando con Liuzzi mientras el Safety Car entraba a neutralizar las acciones y permitir que la pista fuera limpiada.
Algunos aprovecharon la entrada del SC para cambiar sus gomas blandas por las intermedias, que en opinión de Barrichello se sobraban para cubrir toda la distancia sin parar. Gente como Rosberg y Petrov intentarán jugar a la sorpresa, confiando en ganar posiciones cuando los punteros hicieran sus detenciones de rigor. Regresarán en torno al 17º puesto, con perspectivas de marcar algún punto, o quizá más.........
Tal como estaban las cosas hasta la vuelta 15, Alonso era el más favorecido, pero entonces algo sentenciará su carrera; cuatro vueltas antes, Webber había rozado un riel con su goma trasera derecha y su box decidió adelantar el cambio de neumáticos, con lo cual caerá a la posición 15. Inmediatamente, Ferrari pedirá a Massa lo mismo, para mantener la marca sobre el australiano, pero el brasileño quedará atrapado tras otros autos y no podrá superarles al no poder exigir a su motor. Mientras en McLaren pedían a sus pilotos hacer durar sus gomas porque el pelotón de cola no estaba separándose con suficiente rapidez para hacer un cambio prematur, en Ferrari decidieron también llamar a Alonso al box hacia el giro 16, posiblemente por haber impostado su carrera en función de la de Webber. El español saldrá delante de su rival, pero detrás de un cerrado pelotón de autos que, como los de Rosberg y Petrov, ya habían cambiado de cauchos...........
A lo largo de toda la carrera, el gran polo de atención fue la resistencia de Petrov al potente Ferrari de Alonso, en una repetición del duelo en el GP de Turquía. En aquella oportunidad tampoco el español lograba descifrar el manejo del ruso, recurriendo a una ortodoxa maniobra de pase (emparejarle y rozar sus cauchos en la esperanza de dañarlos, como ocurrió), pero esta vez el novicio, escarmentado, no permitirá que el español encuentre resquicio para emparejarle.
La decisión estratégica de Ferrari (fijar la carrera en función de Webber) puso la decisión final del cetro en manos de los propios pilotos. En ese momento ya Alonso no podía contar con la capacidad y experiencia de su equipo, que tanto le ayudó a enderezar carreras torcidas (Italia, China, Singapur o Mónaco); tampoco podía contar con una federación que dictara cambios reglamentarios a favor, ni podía ejercer el derecho de exigir que su compañero le dejara pasar por ser el que pone el dinero. Quiso la justicia que, en el último round del mundial, solo la habilidad de los pilotos hiciera la diferencia.