El DRS está de moda y yo estoy frito con el bendito cachivache. Será que soy de letras o tal vez un poco duro de mollera, o ambas cosas a la vez, pero su uso me parece un sacrilegio si me pongo grueso, y una memez si suavizo mis naturales asperezas. En todo caso, se me antoja infinitamente innecesario.
Bien está que el personal disfrute más con las carreras que el año pasado, o el anterior, o el otro, porque por aquello de las incoherencias con las que acostumbra a vivir uno, yo mismo me lo estoy pasando como un jabato con esto de los adelantamientos, lo que no quita para que no me haya vuelto rematadamente ciego como pretende la chusma que dirige el cotarro.
Tenía mis reservas, y la cruda realidad ha terminado por certificarlas; porque si el DRS, en entrenamientos y calificación, es una herramienta interesante ya que puede ser utilizada al arbitrio del piloto en sintonía con sus peculiaridades y con las características del monoplaza que lleva entre manos, en carrera se convierte en un Gran Invento del TBO del mítico profesor Franz de Copenhague ?para los menores de 45 años, la Wikipedia nos dice al respecto: «inventos estrafalarios, a veces sumamente complejos, con una finalidad banal»?, porque supone una intolerable ingerencia en el alma deportiva de la F1, si es que aún queda algún rastro de ella.
Vamos a ver, la norma de utilización del DRS, los domingos, no radica tanto en favorecer que un piloto que se acerca a otro a menos de un segundo tenga la posibilidad de adelantar a éste, como en obligar a defenderse en desventaja a un piloto que tiene a otro a menos de un segundo de la cola de su coche.
El deporte consiste precisamente en todo lo contrario a lo que plantea la aberración ésta. La disputa en igualdad de oportunidades es la base de toda actividad competitiva, y admitir lo contrario supondría asumir la posibilidad de que un penalty puediera ser tirado contra una portería vacía, o que cuando un atleta vaya a ser superado en pista tuviera que correr a la pata coja para favorecer el espectáculo...
Para dirimir las diferencias sobre un circuito ya está la pericia de los pilotos o la velocidad de sus monoplazas, o su diferente estabilidad y prestaciones, o miles de variables que afectarán inevitablemente al resultado. Y si no se puede aceptar que el reglamento es una chapuza que impide los adelantamientos, pues a jorobarse, como diría aquél. Lo que no es de recibo es tirar de parche tras parche para enmascarar el burdo resultado de una normativa general que no tiene pies ni cabeza.
Como decía más arriba, el DRS me parece una bonita aplicación cuando puede ser usada a discreción de los pilotos, pero para la merienda que nos ha preparado la FIA durante las carreras, yo sugeriría ahorrar gastos y botones para el año que viene, implementando un sencillo software que impida accionar el acelerador y el freno a un piloto que tenga a otro a menos de un segundo de la trasera de su coche.
Ahí lo dejo. Me voy a seguir pintando neumáticos.
Fuente: El Infierno Verde