¡Oh que bonito es un Gran Premio en Corea! ¡Que ilusión me hace que la Fórmula 1 vaya a correr a sitios como este! ¡Que grandes paisajes nos ofrecen las vistas desde los helicópteros, que terrenos yermos, que páramos, que campos de cultivo ajenos a la gran fiesta automovilística!
Que tribunas más bien decoradas para esconder la baja asistencia de público, que muros pegados al asfalto al estilo americano en un circuito donde hay espacio de sobras, que entrada y salida de boxes tan acertadas para constatar la calidad e inteligencia de los diseños del gran Herman Tilke.
Que gran premio más inútil e innecesario, que contraste con Suzuka y Japón. ¡Ahora entiendo las órdenes que le dieron a Webber en Suzuka! ?No toques a Vettel, no vaya a ser que abandone y no podamos ganar aquí el título? le dijeron al australiano, pero no por favoritismo hacia el alemán, no, sino porque una cosa es ganar el título en Suzuka y la otra hacerlo en Yeongam. No hay un lugar más triste y desangelado para ganar que ese.
Algunas tribunas estaban vacías. Esta foto es del domingo.
Porque en Suzuka el público es apasionado, las tribunas están llenas de verdad, de gente que paga por ver el espectáculo y celebra y conoce a los pilotos y a los equipos y aplaude o lamenta los resultados. Por eso el equipo Red Bull quería celebrar allí el título de Pilotos, para hacerlo con todos los honores, primero en el mismo circuito y al día siguiente fuera de él: se fueron a Infiniti, a la sede de uno de sus patrocinadores, a seguir con los festejos y a compartir un gran éxito que bien merecía una gran celebración.
En Corea habrán tenido que celebrar el de Constructores, un título importantísimo para ellos pero afortunadamente de poca repercusión mediática. La excelente carrera de Vettel y la no brillante de Webber fueron suficientes para asegurarse el segundo campeonato en juego que habrá tenido pocas celebraciones, porque el verdadero gran premio de Corea es el domingo por la tarde, cuando todo el mundo corre que se las pela para acabar su trabajo a toda prisa y largarse de allí cuanto antes. El domingo por la noche el equipo Red Bull habrá celebrado el título en familia porque otra cosa?
Sólo campos alrededor de la pista... o el mar, como en la foto de apertura.
Otra cosa es que no se les caiga la cara de vergüenza a más de uno por seguir empeñados en llevar la Fórmula 1 a lugares inhóspitos y desangelados, donde les importan un rábano las carreras de coches, a circuitos como este que no se ha utilizado para nada en todo el año. Ni una mísera carrera en doce meses y eso que Corea tiene una importante industria automovilística, que bien podría utilizar el circuito para fines comerciales o de experimentación.
Pero claro, ¿quién va al páramo de Yeongam? Sólo Bernie y sus muchachos, encantados de ir a los lugares más extraños y extravagantes del mundo, viviendo totalmente de espaldas a la afición que les sigue y que en el fondo es la que les proporciona las audiencias televisivas que satisfacen a sus patrocinadores. Y mientras ellos corren en Corea y nosotros nos levantamos de madrugada para verlos, países como Portugal, Holanda, Francia, Argentina o México no tienen gran premio, por la sencilla razón de que allí no están dispuestos a pagar las cantidades astronómicas que sí pagan estos países supuestamente ?emergentes?.
Pero no nos desesperemos ni nos rasguemos las vestiduras, porque dentro de quince días tendremos otra de las grandes maravillas del mundo. Un Gran Premio en la India nada menos, en otro tilkódromo que será más de lo mismo, y que acarreará la consabida hemorragia de elogios con que nos bombardean cada vez que estrenamos un circuito en uno de estos países cuya historia y tradición automovilística podría escribirse en la cabeza de una cerilla.
El equipo campeón. La foto es del día de la presentación del nuevo coche.
Y quizás habrá mucho público al que dejarán entrar aunque sea gratis para no hacer el ridículo y justificar una mega obra en la cual no ha habido el menor escrúpulo para echar de sus tierras a los labriegos que intentaban ganarse la vida con sus cultivos. Y los han echado sin contemplaciones porque allí tenía que llegar la opulencia de la Fórmula 1, una Fórmula 1 que debería retroceder un poco, volver a sus orígenes e ir allí donde de verdad la quieren y donde están sus auténticos seguidores, en vez de perderse en estos falsos paraísos cuyo final será como el de Turquía: el día menos pensado el último apagará la luz y ya nadie se acordará nunca más de ellos.
Fuente: Blog de Carlos Castellá