Me diréis, y seguramente con razón, que qué va a decir un tifoso como yo sobre el arma letal del enemigo, pero estoy percibiendo un cierto agotamiento en las ideas que ha plasmado Adrian Newey en su RB8.
La búsqueda de la excelencia por parte del ingeniero británico en la serie que inició el RB5 de 2009, se destacaba por una limpieza y claridad de ideas que no encontraban parangón en la parrilla, hasta el punto de que hemos ido afirmando sucesivamente que tanto el RB5, como el RB6 y el RB7 podían estar tocando techo debido a lo extremo de su planteamiento.
Es cierto que Adrian nos ha demostrado una y otra vez que su modelo inicial encontraba nuevas virtudes con cada nueva vuelta de tuerca, pero el RB8 ya no crea soluciones sino que resuelve problemas, entre otras cosas porque McLaren y Ferrari, sus principales antagonistas, tras desperdiciar dos años largos intentando dar caza al galgo austriaco, por fin ya están encima y compartiendo además, buena parte de la magia de Newey.
El caso es que como decía, el RB8 no me resultó tan limpio como sus predecesores en su presentación. Taché de parche su iniciativa de abrir un canalillo en la parte superior del escalón delantero, porque su existencia indicaba que se había resuelto un problema sin la maestría de otras veces, y aunque la posición inicial de las salidas de los tubos de escape, muy retrasados y pegados al cuerpo de la carrocería, en conjunción con la arquitectura de la suspensión trasera me devolvieron la esperanza de que Adrian podía seguir teniendo alas, el planteamiento mostrado el pasado fin de semana supone un segundo parche.
En la imagen de arriba se puede observar la delicada posición de los escapes bajo el punto de anclaje de la parte anterior del triángulo superior de la suspensión en la carrocería, y el espacio generoso que se abre abajo, sobre el suelo. También podemos ver el torneado redondeado de los pontones que deja paso, como vemos en la imagen de abajo, a uno más vertical que permite el alojamiento de unas salidas de escape más adelantadas y separadas de la carrocería que en la anterior versión, que sirven además, para arrastar el aire lateral y superior y dirigirlos hacia el difusor.
No cuestiono que la solución aportada en esta versión sea más eficiente o no que la anterior, pero Adrian está sacrificando con ella una buena porción de velocidad punta en el RB8 a cambio de asegurar un comportamiento más estable, lo que incide en mi sospecha de que ha comenzado a jugar a la defensiva en un vehículo en el que las ideas revolucionarias y los secretos han dejado de ser tales.
Ya no existe un único punto inteligente que resuelve todo, esta vez hace falta separar flujos para que puedan ser dominados mejor. Newey no ha vuelto al RB5, lo ha hecho sobre el RB6 buscando replicar las soluciones que aportaba el RB7 en su zaga...
Por fortuna para Red Bull, el equipo aún maneja cierta ventaja porque el RB8 no deja de ser una secuela natural del todopoderoso RB7, pero sacrificar algunas décimas no ha sido precisamente el camino que haya tomado Adrian en el diseño de sus monoplazas pasados, lo que podría significar que la bestia, esta vez sí que está comenzando a sentirse agotada.
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