"El Rey sin Corona"Hay veces, caballeros, en que la historia, en uno de sus intrincados renglones con los que escribe el destino, decide ponerse caprichosa, y nos sorprende con un devenir que nos deja perplejos. En esos casos, a menudo no nos queda más a los pobres mortales que cerrar la boca, y dirigir la mirada al horizonte pensativos.
Sólo asumiendo estos inescrutables juegos del destino, es posible entender y asumir cómo un hombre que ganó 194 de las 497 carreras en las distintas categorías, en aquella época cómo un hombre que era apodado
"El Maestro" por sus coetáneos, entre los que se contaban pilotos como
Fangio, para que se hagan una idea cómo un piloto extraordinario hasta el punto de ser considerado de los más grandes de la historia cómo un hombre tal, jamás consiguió alzarse con un campeonato del mundo de F1: ese hombre se llama
Stirling Moss.
Desde muy joven, Stirling siente la llamada de la velocidad, influenciado en gran medida por su familia en general, muy aficionados a la competición. Su padre
Alfred llegó a correr algunas pruebas (
incluso las Quinientas Millas de Indianápolis), su hermana Pat era más fanática de los caballos de carreras, e incluso su madre participó en algunos rallies menores. Por eso, aunque probó diversos oficios en su juventud, aprendiz de dentista (profesión de su padre), mozo de hotel, portero nocturno lo cierto es que su guión estaba escrito: los autos serían su pareja protagonista en esta novela.
Así, consigue ir convenciendo a su padre para que le ayude en la financiación de su carrera, y tras cosechar bastantes y prometedores éxitos en pruebas menores en los años previos, en 1950, consigue firmar como piloto oficial para un equipo de F2, el
HWM (Hersham & Walton Motors), donde aprendería enormemente del líder del equipo
Lance Macklin, y más aún del jefe de mecánicos: un polaco llamado
Kovaleski, que luego adoptó el nombre de
Alf Francis y que llegó a convertirse con los años en una leyenda.
Fichado por
Mercedes Benz, cuando estos dominaban la escena, y apadrinado por Fangio, todo parecía seguir un curso escrito. El argentino parecía haberlo designado su sucesor.
Gana la
Mille Miglia en 1955, convirtiéndose en el único británico en conseguirlo, y siendo el primer extranjero en hacerlo tras
Rudolf Caracciola.
También ese año, a bordo de una
"flecha de plata", con Fangio de compañero, lideraban la prueba de
Le Mans cuando se produce la terrible tragedia en la que pierden la vida más de 80 espectadores. El jefe de Mercedes, el mítico
Alfred Neubauer, les ordena abandonar la carrera. Esto supone el inicio de la retirada de escena de los alemanes, y el comienzo de una era Ferrari, que dominaría muchos años venideros. Esto supone también una de las claves en la carrera de Moss, que cuando ve que Juan Manuel Fangio se refugia en la escudería italiana, él decide no seguirlo. Por una razón una razón que marcaría su vida y su carrera.
Porque resulta que pocos años antes, a finales de 1951,
Enzo Ferrari había llamado a Moss, y le había ofrecido un puesto en el equipo, que consistía en una carrera en Bari a modo de calentamiento, y luego tendría una temporada completa en F1. Pero Stirling y su padre se lo piensan un poco, ya que por entonces barajaban varias posibilidades... Enzo, no dice nada, aunque se siente humillado, pero cuando semanas más tarde Moss aparece en sus boxes ya en el
GP de Bari, el propio personal de la escudería se queda sorprendido, e incluso le preguntan que qué hace allí: Ferrari ya ha dado el volante ofrecido a
Piero Taruffi.
La indignación de Stirling Moss es terrible, aunque lo acata, pero, despechado, jura venganza contra el
Commendatore, y hace una promesa que marcaría su vida: jamás pilotaría a sus órdenes.
Mantuvo su palabra, desafortunadamente para él, ya que se iniciaba una hegemonía de Ferrari que dominaría el panorama varios lustros.
Moss, ese increíble talento para el pilotaje, nunca supo elegir sus monturas, a excepción de Mercedes. Y puede que gran culpa fuera de su padre. Había hecho gran fortuna como odontólogo, y financia la carrera de su hijo, con una enorme influencia. Sueña con crear un equipo alrededor de Stirling, y lo dirige hacia la estructura privada de
R. Walker, en vez de a los grandes equipos oficiales. Así, lucha durante doce años contra las grandes marcas, y aunque consigue victorias con los
Cooper y
Lotus de Walker, el título siempre le será esquivo.
Stirling Moss, es también ejemplo de aquellos viejos gentlemen drivers, ejemplo que constata la siguiente anécdota, pónganse en situación: penúltima carrera de la temporada 1958,
GP de Oporto.
Llegan a la cita con cuatro triunfos para Moss, y uno para
Hawthorn (Ferrari), aunque este último había sido más regular y cuenta con un punto de ventaja. Stirling vence, y M. Hawthorn, que iba segundo, derrapa a un escaso kilómetro de la meta, quedando parado en sentido contrario, a enorme distancia de los demás rivales. Durante la vuelta de honor, Moss le indica al de Ferrari que aproveche la fuerte pendiente de la pista para poner en funcionamiento su bólido y dar la vuelta Mike lo hace y logra entrar en segunda posición. Pero los jueces pretenden descalificarle por haber rodado en sentido contrario, entonces Moss intercede espontáneamente a su favor, y consigue que conserve el segundo puesto, acción que a la postre supondría regalarle el título mundial.
Si no quieren enrojecer, eviten estimados lectores, imaginar una situación tal hoy en día con nuestros actuales protagonistas.
Pero anécdotas aparte, Stirling Moss, destaca siempre por un derroche de talento sin límites al volante cuentan del Chueco Fangio (Nürburgring 1957);
Stewart (en el Ring 1968);
Nuvolari (también en
Nürburgring en la era pre-F1);
Senna (en
Mónaco) y Moss (también Mónaco 1961), como las mayores y más bellas demostraciones de pilotaje en la historia de la F1.
Aquel año de 1961, sólo dos carreras cede la todopoderosa Ferrari, y las dos a manos de Moss. Al final, Enzo cede, y le ofrece un volante para 1962 entonces Stirling, que aún no ha olvidado, acepta, pero con una condición: correrá con un Ferrari, siempre que sea en el equipo de Walker y con sus colores. A Enzo, arrinconado, no le queda más que aceptar. Y así, Moss consigue consumar una venganza, aunque amarga y a medias, pues por mucho que su monoplaza fuera de color azul, acabaría aceptando un Ferrari.
No le dio tiempo. Un brutal accidente en
Goodwood lo aleja de las pistas largo tiempo, y cuando intenta reaparecer, él mismo se da cuenta de que sus reflejos y, en definitiva, su tiempo ha pasado. Anuncia su retirada de las pistas, convirtiéndose por siempre, en el campeón sin corona.
Hace apenas cinco años, a la edad de 77, recibe la Medalla de Oro de la FIA, siendo catalogado como el mejor piloto de la historia de la F1... competición que jamás ganó.
Sir Stirling Moss, nacido el 17 de Septiembre de 1929 (Inglaterra)
Compite de 1951 a 1961 en Cooper, Maserati, Mercedes, Vanwall, BRM y Lotus (67 GP´s)
16 Victorias (24 podios)
15 Poles position
19 Vueltas Rápidas (186,5 puntos acumulados)
4 Subcampeonatos del Mundo de F1 (1955, 1956, 1957, 1958)Fuente: http://www.formulaf1.es/10478/muro-de-leyendas-stirling-moss/