Quedan cinco días
Esto va a comenzar, y mientras Rocco y Nacho han dejado para mejor momento lo de medirse las herramientas a base de ver quien maneja los mejores y más sabrosos bulos, los canguros levantan ya sus cabezas y orejas, preguntándose qué es ese rudio que rompe el silencio de la noche.
Mientras los conejos huyen y los dingos aúllan, nada mejor que meterse un chute de música de digderidoo para entonarse, porque el G.P. de Australia está cerca. Faltan apenas cinco días para que El Gran Circo estalle en mil colores alrededor del lago Albert Park de Melbourne; apenas 120 horas para que unos motores que ya no se rompen, rujan a 18.000 revoluciones por minuto...
Dan ganas de ponerse a ladrar como un aborigen alrededor del fuego ancestral que conquistó el ser humano hace milenios, para perdurar por los siglos de los siglos y alzarse todavía a comienzos del siglo XXI, como el rey más minúsculo del océano cósmico.
Sí, dan ganas de mancharse de barro para sentarse en cuclillas al calor de una luna pálida que para el próximo viernes avanzará con descaro hacia una totalmente nueva, tras haber dejado atrás su cuarto menguante cuando los primeros camiones se hayan instalado definitivamente en el paddock.
Al parecer todo está preparado para recibir a la tropa de Bernie, y con novedades, of course!
Por dictamen facultativo, por ejemplo, ante lo cicatero que resultó aplicar una zona única para la activación del DRS, este año se ha aumentado la dosis a dos, no sea que se nos olvide que este es un deporte de caballeros, en cuyo seno, quien lo desee, podrá seguir guardando sus gomas para la carrera, tras declinar participar en la tercera sesión de calificación.
El aficionado lo entiende. Entiende estas cosas y muchas más. En realidad lo entiende todo, incluso que se rellenen los huecos informativos que origina que lleguemos a Australia más perdidos que un pulpo en un garaje porque Autosport también anda a dos velas, recurriendo al affaire María de Villota por aquello de sacar un poco de pecho de ese que ya no nos queda gracias a que la F1 cada vez se parece más a una caja de Pandora que conviene mirar de lejos pero nunca abrir, no sea que se desate el apocalipsis.
Pero quedan cinco días escasos y como los canguros, también nosotros levantamos cabeza y orejas preguntándonos en qué quedará la fábula que nos hemos metido en vena desde que los monoplazas comenzaron a rodar en Jerez.
Cinco días, sólo cinco días. Por fortuna sólo quedan cinco días...
Fuente:http://elinfiernoverde.blogspot.com/