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Ayrton Senna junto a Enrique Mansilla en Inglaterra. Allí compartieron equipo y nació su histórica rivalidad
Corría 1981 y un tal Ayrton, que había comenzando a dar sus primeros pasos en el mundo motor desde muy chico, llegó a Inglaterra para dar un paso en su sueño de llegar a la Fórmula 1. Ahí fue donde se encontró con un argentino, apodado Quique, que también quería llegar a la máxima categoría, para compartir el mismo equipo.
"Él llega al equipo Van Diemen traído por sugerencia de Emerson Fittipaldi y Chico Serra, dos pilotos de Brasil. El dueño de la categoría, Ralph Firman, me preguntó si yo tenía algún problema de que se sumara un brasileño, pero le dije que no, que esto no era fútbol", le contó Enrique Mansilla a Infobae.
Así se enteró el piloto argentino que iba a tener a Ayrton Senna como compañero. Por aquel entonces, el piloto todavía usaba el apellido de su papá, Da Silva. "A partir de la tercera carrera, el chico nos empezó a hacer sombra", recordó Mansilla. En los inicios de la década del 80, la Fórmula Ford 1600 era una categoría que nucleaba a los grandes jóvenes talentos que añoraban con llegar a la Fórmula 1.
Después de iniciarse en el automovilismo recién a los 19 años, una vez que terminó el servicio militar obligatorio que regía en Argentina por esos tiempos, Quique ganó un certamen de pilotos que lo llevó a competir a Europa. Amante del automovilismo gracias a la pasión que le transmitió su papá, el encuentro que casi terminó a las piñas entre Mansilla y Senna se produjo en la cuarta carrera del campeonato.
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En la última vuelta de la competencia, y con Mansilla como líder, Ayrton y el argentino se tocaron. El que salió perdiendo en ese encontronazo en la pista fue el brasileño, que llegó segundo a la bandera a cuadros. Una vez que la carrera se terminó, el brasileño se bajó del auto furioso y fue al encuentro del argentino entre insultos.
"Él quiso prepotearme, yo no me dejé y lo madrugué. Nos tocamos, le hice poner dos ruedas en el pasto y después se dio el forcejeo. Apareció la sangre latina. Nos tuvieron que separar, porque sino no se que pasaba. También apareció el dueño del equipo y nos dijo que arreglemos las cosas entre nosotros, si no, nos iba a echar del equipo", relató Mansilla.
Así fue como nació la rivalidad entre Senna y el argentino, que a pesar de lo sucedido, tuvo un buen final para ambos en la pista, porque Mansilla ganó un título y Ayrton, otro, de las tres divisiones que se dividía la categoría en la que compitieron.
Ya al año siguiente, en 1982, sus vidas arriba de los autos tomaron caminos diferentes. Mansilla se fue a correr a la Fórmula 3 inglesa (fue subcampeón) y Senna eligió la Fórmula Ford 2000, donde brilló y fue la demostración final para ser considerado un piloto para la Fórmula 1.
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"Ayrton tuvo un encontronazo con su mamá, que no quería que siguiera corriendo. Su papá, Milton, era un gran tipo, pero no era el que tenía la plata, o sea el apoyo para correr, sino que era la familia de su madre", explicó el ex piloto argentino.
El destino quiso que nunca volvieran a juntarse en una pista de carrera. El conflicto bélico entre Argentina e Inglaterra que derivó en la Guerra de Malvinas truncó la carrera en ascenso que tenía Mansilla en el automovilismo internacional, sin antes tener la chance de probar un McLaren de F1. Quique se retiró en 1986, después de competir en algunas pruebas de IndyCar en Estados Unidos. Mientras tanto, Senna ya había ganado en la Máxima y peleado el campeonato a bordo de su Lotus.
"Ayrton era muy bueno manejando. También lo era en la puesta a punto del vehículo. Fue un chico fuera de serie, que cuando se calzaba el caso se transformaba en un torbellino al volante", recordó Mansilla.
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"Siempre nos saludábamos para los cumpleaños. A veces, cuando ganaba, también le mandaba felicitaciones. La última vez que nos vimos fue para Gran Premio en Phoenix, a principios del 90. Pero cuando vi el accidente en Imola, sentí lo peor. La piña fue muy lateral, muy fea. Pensé en lo peor", le contó el ex piloto argentino a Infobae, sobre lo que sintió el 1 de mayo del 94.
Hace ya 25 años, la ilusión de volver a ver a Ayrton Senna campeón del mundo de la Fórmula 1 una vez más, quedó trunca. Lo mismo le pasó a Quique Mansilla y su sueño de seguir la rivalidad con el brasileño en la categoría máxima del automovilismo.