Buenos días amigos y colegas del Lotus Ciberespacio sobre F1.
Aquí les dejo una nota homenaje al gran Colin Chapman, un genio en el arte del crear e innovar. No sé que piensan ustedes pero para mi junto a Gordon Murray los dos mejores en sus epocas. Sin menospreciar a Newey que también lo considero un grande de este deporte tanto por trayectoria como por triunfos, pero créo que los dos anteriores tienen como mérito una labor más artesanal ya que en esos tiempos no poseían herramientas tan sofisticadas como los túneles de viento, sistemas CDF y simuladores, sumados a la gran variedad de materiales utilizados en estos días como la fibra de carbono , Kevlar e instrumentación para la toma de datos. Alguna vez leí que Chapman mientras viajaba en avión después de una carrera dibujó unas nuevas suspensiones que envió a fabrica y luego fueron probadas en el siguiente Gp.
Saludos a todos y espero les guste este articulo.
Colin Chapman, el Leonardo da Vinci de la Fórmula 1
Se cumplen 32 años del fallecimiento del fundador de Team Lotus
Colin Chapman - LaF1
José Miguel Vinuesa
Dentro del corazón de Lotus: entrevista a Clive Chapman
DENTRO DEL CORAZÓN DE LOTUS: ENTREVISTA A CLIVE CHAPMAN
JOSÉ MIGUEL VINUESA | 16 DIC 2014 - 16:58
"Añadir más potencia te hará más rápido en las rectas. Quitar peso te hará rápido en todos lados". Quizás una frase así de simple resuma de manera clara el espíritu de una de las personalidades más brillantes que han pisado jamás un paddock de Fórmula Uno: Anthony Colin Bruce Chapman.
Estudió ingeniería industrial, y tras un breve paso por la ingeniería de la aviación (donde además de aprender a volar, seguro que se empapó de ideas que plasmaría en años venideros en los monoplazas) y en las obras civiles (donde estudió el uso estructural del aluminio, material que luego usaría en sus monoplazas), en 1952 fundó la que sería su seña de identidad: la empresa de automoción Lotus Cars, en cuyo emblema introdujo sus iniciales, ACBC Lotus. Pero mientras ya había puesto su privilegiado ingenio al servicio de los coches de carreras (y de calle), no podía evitar, como tantos otros, sucumbir a la competición. En el GP de Francia de 1956, calificó en un excelente 5º puesto su Vanwall. Pero un accidente en los propios entrenos dejó su coche inservible, y no pudo correr la carrera. No era manco, pues ya llevaba tiempo corriendo, y ese mismo año se haría con el subcampeonato en la F2 británica. Uno se pregunta qué talento se perdió para las carreras.
Pero donde desplegó todo su potencial fue frente a una mesa de dibujo, y estudiando en profundidad los materiales a su disposición para construir coches invencibles. Siempre estrujándose el intelecto, dio una gran cantidad de innovaciones técnicas desde que su empresa dio el salto con el Lotus 12 a la Fórmula Uno en el Gran Premio de Mónaco de 1958, con Cliff Allison y Graham Hill al volante el mismo día en que un tal Bernie Ecclestone intentaba clasificarse para un GP, sin lograrlo.
A partir de ahí, el hombre que siempre perseguía la excelencia puso en marcha su lema: ?no estoy aquí para disfrutar del deporte, sino para obtener resultados?. Porque, como explicaría más adelante, ?un coche de carreras tiene solo un objetivo: ganar carreras. Si no lo hace, no es nada salvo un desperdicio de tiempo, dinero y esfuerzo. Puede sonar obvio, pero recuerda que no importa lo inteligente que sea, lo barato, sencillo de mantener, o incluso lo seguro. Si no gana con consistencia, ¡no es nada!?.
En busca de ese objetivo, Chapman siempre puso su portentoso intelecto de ingeniería al servicio de algo tan relativamente banal como las carreras. Y así, y aunque no todas las ideas que introdujo eran estrictamente fruto de sus descubrimientos, sí que fue el que las implementó en monoplazas de F-1. Así, ya en 1962 lanzó el Lotus 25, el primer monoplaza con chasis monocasco que mejoraba la aerodinámica y el manejo, introduciendo de paso la posición reclinada del piloto.
Pero Chapman no se dormía en los laureles. Desarrollada una idea, había que descubrir algo mejor aún para seguir siendo el equipo dominante. Así que, con el Lotus 49 de 1967 usó el motor como parte integral de la estructura del coche, anclando las suspensiones posteriores al mismo. Y fruto de sus hábiles dotes negociadoras, convenció a Walter Hayes, de Ford, para entrar en la F-1 como motorista, dando a luz el mítico Ford Cosworth DFV, que en la trasera del 49, y guiado por Jim Clark, debutó con victoria en Zandvoort.
Sin embargo, cuando ese motor se hizo accesible a los demás competidores, la ventaja que pudiera proporcionarle se había evaporado. Y así, Chapman probó con el Lotus 63 las cuatro ruedas motrices, pero el coche era demasiado complejo y no debutó. Era otra de las características de Chapman: si algo no funcionaba o no daba esa ?ventaja desleal?, la idea se abandonaba inmediatamente para pensar en algo nuevo.
Y ese algo nuevo cambió totalmente la fisonomía de los monoplazas para siempre: el Lotus 72, de 1970. Radiadores a los lados del monoplaza, frenos interiores y una línea aerodinámica en la que por fin los alerones eran parte integral del coche, con múltiples elementos. Ya había estudiado y explotado el valor de los alerones años antes, con aquellos apéndices altísimos que demostraron su poca fiabilidad. Ahora era distinto, algo muy refinado y efectivo. Pero los demás, como con todo lo anterior, también copiaron la idea, y la ventaja se acabó disipando.
¿Cómo encontrar una laguna en el reglamento que le permitiera seguir dominando?. De vuelta de unas vacaciones en Ibiza, volvió con 30 hojas en una libreta con el diseño básico del Lotus 78 y su revolucionario efecto suelo tras analizar el comportamiento de las alas de los aviones. En el túnel de viento del Imperial College de Londres, corroboraron que el aire que circulaba por el suelo del monoplaza podía producir más agarre aerodinámico. Había nacido el ?efecto suelo?, que en un estado embrionario en el Lotus 78, pero perfeccionado en el Lotus 79, hicieron a Lotus inalcanzable. Otra vez.
Claro, que el resto no se quedó dormido y enseguida copió y mejoró el sistema. Algo que se le echaba en cara a Chapman era su poco interés por desarrollar un monoplaza, sino que pasaba a un nuevo concepto. Ese concepto fue el doble chasis del Lotus 88 de 1980, uno dentro del otro, mejorando si cabe la respuesta aerodinámica. Pero la FISA lo prohibió, pese a cumplir estrictamente con las normas. Sólo iba más allá de la letra escrita, al más puro estilo Chapman.