-
El hombre de las mil manos
Jim Clark compaginó la Fórmula 1 con un sinfín de categorías, desde los rallyes hasta Le Mans o la NASCAR
Por: Àlex Garcia, RedactorLos granjeros conducen tractores. Eso es lo que enseñan los libros y lo que todos asumimos casi como verdad universal. Es pensar en una granja y casi automáticamente nos vienen a la cabeza imágenes de un hombre con sombrero de paja y peto tejano conduciendo un enorme tractor verde, rojo, amarillo, azul... el color no importa. Pero para toda regla siempre debe haber una excepción. Jim Clark no pilotaba tractores; pilotaba coches de Fórmula 1. Pero también Fórmula 2, Fórmula Tasman, IndyCar, NASCAR, turismos, coches de rallyes, coches de resistencia... Clark no fue un granjero normal. Bueno, tampoco no fue un hombre normal.
Los éxitos y las hazañas del llamado 'escocés volador' en la Fórmula 1 son de sobras conocidas por todos. Bicampeón del mundo, el mejor piloto de su generación, admirado por todos sus rivales. Pero Clark fue mucho más que eso. Tenía un par de manos para cada coche. Era capaz de subirse a cualquier máquina que tuviera ruedas y motor e ir rápido sin esfuerzo. Puede que Clark no triunfara en la época más mediática del automovilismo pero es uno de los pilotos cuyo talento y pureza resultaron más increibles. El pequeño 'Jimmy' empezó en subidas de montaña con un su propio Sunbeam-Talbot, un coche que era poco de carreras pero que había tenido sus momentos en los rallyes.
Jim Clark en un tractor Ford y con su Sunbeam (arriba) y Eric Dymock con el Jaguar D-Type de Border Reivers (abajo)
Pero las primeras carreras 'de verdad' para Clark fueron con coches de resistencia. Incluso antes de subirse a un Fórmula 1, Clark ganaba carreras por Inglaterra con un Jaguar D-Type. En 1958 fue batido en Brands Hatch por un tal Colin Chapman, que vio en él las señales inequívocas de un campeón. Al año siguiente, Clark se ponía las manos de resistencia y a bordo de un Lotus Elite, terminó en décima posición de la general en las 24 horas de Le Mans. Chapman estaba convencido y le subió a su Fórmula Junior. A bordo de estos pequeños coches demostró que lo suyo eran los monoplazas y ganó a las primeras de cambio. Una estrella en ciernes estaba por despegar.
Poco después de realizar su debut en la categoría reina, Clark volvió a Le Mans, esta vez con un Aston Martin DBR1. Junto con Roy Salvadori, esta vez fueron candidatos a la victoria y terminaron en tercera posición de la general. Ese mismo año demostró su versatilidad imponiéndose en la tercera edición de la Kentish 100, una carrera de Fórmula 2 disputada en el circuito de Brands Hatch. Allí batió a futuros rivales en la Fórmula 1 como Dan Gurney, Jo Bonnier o Graham Hill. Menos suerte tuvo en otras carreras de esta clase, donde los resultados no fueron tan brillantes. Hay que tener en cuenta que competía siempre con Lotus y la marca aún estaba en fase de crecimiento.
En 1961 aún volvió por última vez a Le Mans aunque esta vez un abandono le dejó sin el éxito que quizás habría merecido -y que le habría hecho entrar en la leyenda con la triple corona que sí tiene su compatriota Graham Hill-. A partir de entonces, Clark se centró en la Fórmula 1 para forjarse como piloto. Aunque competir en otros lugares era algo atractivo, lo importante era aprender y desarrollarse. Compitió en multitud de carreras no puntuables con el objetivo de ser mejor piloto. Tras el subcampeonato de 1962, se sintió capacitado para volver a las andadas y en 1963 combinó su participación en el campeonato del mundo de Fórmula 1 -que por supuesto ganó- con una primera incursión en el British Saloon Car Championship -hoy en día conocido como BTCC; el británico de turismos. Dos carreras y una victoria a bordo del Ford Lotus Cortina.
El Lotus Elite con el que Jim Clark compitió en Le Mans 1959 (arriba) y el Aston Martin de 1960.
-