Vettel, el nuevo ídolo de los tifosiLos seguidores de Ferrari a menudo son poco racionales pero no hay otra hueste más apasionada en todo el mundo en cuanto a aficionados del mundo del automovilismo se refiere. Tanto es así que cuando se habla de los 'tifosi', se hace prácticamente siempre en referencia única a los seguidores de Ferrari. Ruidosos, excitables, fieles a sus pilotos y ex-pilotos, difíciles de predecir y con opiniones que tanto pueden ser fácilmente variables como perennes. Así es la mejor afición del mundo, que ahora está en plena luna de miel con Sebastian Vettel, su nuevo ídolo.
El seguidor de Ferrari no es en un principio demasiado distinto de cualquier aficionado de otro equipo. Disfruta con las victorias de los suyos y
rápidamente adopta con ilusión a un nuevo piloto si este demuestra ser capaz de ganar. Pasó en su día con Alberto Ascari -que además era paisano, siendo italiano-, siguió con John Surtees gracias además a su carisma y más tarde con Niki Lauda, la computadora humana que les demostró a los tifosi que también se podía ganar siendo algo más frío.
¿Significa eso que si no ganas con Ferrari, nunca vas a ganarte los corazones de sus seguidores? ¡Para nada!
A lo largo de la historia ha habido grandes pilotos que además de por su talento, han convencido a los aficionados gracias a su carácter. Chris Amon o Jacky Ickx son dos ejemplos primerizos, con Gilles Villeneuve siendo el más conocido. El piloto canadiense pasó a la historia como uno de los hombres más amados por su carácter luchador, su orgullo como defensor del Cavallino Rampante y su fidelidad a la marca.
Este último es el ejemplo por antonomasia y marca el ritmo de los siguientes ídolos de Ferrari. Para que un hombre sea querido de verdad en Ferrari, debe ser un auténtico tifosi. Más allá del talento, más allá de los resultados y más allá de todo lo demás.
Si un piloto llega a Ferrari con la capacidad de demostrar un amor genuino por la marca, tendrá gran parte del trabajo hecho. Jean Alesi rechazó un lucrativo contrato con Williams por cumplir su sueño de pilotar para Ferrari.
Perdió la oportunidad de luchar por el campeonato del mundo y llevarse multitud de carreras pero ganó algo mucho más importante como es el respeto y la adoración de los tifosi. Su carácter latino mostraba el amor por Ferrari por encima de todo lo demás. En ese sentido, Michael Schumacher se encontró a un equipo reacio cuando llegó en 1996. En Ferrari habían perdido a uno de los suyos y llegaba un piloto germánico, más frío y sin aparente afinidad con la marca. Pero como suele decirse, el roce hace el cariño.
Schumacher pronto demostró que además de querer ganar -y realizar actuaciones antológicas-, quería también ser parte de la leyenda de Ferrari. Su relación con los mecánicos, ingenieros, directivos y prensa fue ejemplar y podría utilizarse en una clase magistral sobre cómo debe un piloto tratar a su entorno, empezando por aprender el idioma. Ambicioso como era el heptacampeón, nunca dejó que eso le hiciera tener un mal gesto con respecto a su equipo. Aunque perder los nervios con los rivales era aceptable, hacerlo con los suyos no. Y no lo hizo.
Puede que fuera ahí donde Fernando Alonso falló. El asturiano llegó a Italia como bicampeón del mundo, rebotado de McLaren y con la demasiado utilizada etiqueta de 'el piloto que batió a Schumacher'. Con su carácer latino, algunos creyeron que lo tenía todo para triunfar en Ferrari. Pero le faltaba el elemento más importante; el amor por 'la rossa'. Es evidente que Ferrari siempre será una parte recordada de la carrera deportiva de Alonso y el propio piloto la tendrá en su memoria como un tiempo generalmente feliz.
Pero a pesar de las declaraciones públicas, el ovetense nunca tuvo la intención de ser piloto de Ferrari. De niño, 'su' equipo era McLaren. Antes de debutar con Minardi, rompió un preacuerdo con Jean Todt para pasar a ser piloto Ferrari y cuando ganó los títulos con Renault, el equipo italiano era más un rival o hasta un enemigo que un objetivo para su futuro. En definitiva, para
cualquiera que hubiera seguido la carrera de Alonso de cerca, Ferrari nunca habría sido un objetivo. Pero él quería volver a ganar y el mejor lugar para hacerlo era Maranello.
Incluso con esta mentalidad, podría haber llegado a cuajar en Ferrari. Sólo habría hecho falta aprender un italiano más sólido en lugar de confiar en la similitud con el castellano, alabar a su equipo más en público y reservarse las críticas en privado. Algunas celebraciones al estilo 'Forza Ferrari!!' habrían ayudado también, claro. Pero para Fernando Alonso, el viaje hacia Ferrari era 'simplemente' el viaje hacia uno de los equipos más potentes de la Fórmula 1. Nada más. Y aunque se vieron sus intentos por conectar con los aficionados y estos llegaron a dar sus frutos con una gran apreciación por él, nunca llegó a las cotas de Schumacher, Alesi o Villeneuve.