Yo vi ganar a Nico Rosberg [Shanghai]Hay cosas en la vida que se reducen a su mínima expresión en cuanto las piensas un par de veces. Ni os cuento cómo merman a la vez que se aclaran, como te pases de vueltas con ellas...
Pues bien, la carrera de esta tarde (hora china) es una de esas, porque cómo demonios se puede sintetizar en unos miserables párrafos una ópera que habría podido firmar Wagner, de puro densa y larga... Pues eso, que me quedo con la sensación enormemente plácida de haber visto ganar a Nico, pensando, de paso, en la sonrisa que se habrá abierto de par en par bajo el tupido bigote de su padre, y que ambas cosas podré contárselas a quien quiera escucharlas de mi boca, cuando el tiempo me pese tanto sobre la espalda que apenas me deje levantarme de la arena donde pienso pasar mis últimos días sobre este planeta de mierda.
Éramos muchos los que esperábamos este momento, tanto que la foto de arriba se la he birlado a mi colega y amigo Mand, sin atisbo de sonrojo, para mayor pecado, porque para qué molestarse en buscar poemas gráficos, cuando una imagen define de manera tan clara lo que se siente a uno y otro lado de la frontera que define la separación entre esos tipos que nos gustan tanto sobre la pista y los que al otro lado del televisor, o sobre la grada, cruzamos siempre los dedos para que ocurra el milagro.
No obstante, de milagro, nada. Nico comenzaba a labrar ayer su victoria de hoy, y hace unas horas ha firmado una carrera que salvo una ligera pasada de trazada, podría valer un sobresaliente tan válido como los que a menudo se otorgan a los que cazan el aire limpio y no lo sueltan. Pero voy más lejos, porque el sobresaliente del alemán de los cabellos de oro tenía algo de rabia contenida, de superación de reválida en convocatoria de gracia, de hoy o nunca, hasta el punto de que Rosberg no ha dejado lugar a dudas de lo que buscaba, desde su impecable arrancada hasta el banderazo final.
Su compañero, el Leviatán, ha quedado razonablemente descolgado en los primeros giros, para morder el polvo por un estúpido asunto de una tuerca mal apretada, que ha puesto el puntito cachondo cuando Antonio Lobato se ha visto animado a afirmar de manera bastante apocalíptica, que su Mercedes, que todos los Mercedes, ¡qué coño!, sufrían un grave problema de fiabilidad.
Pues no, el W03 se ha portado. Hay quien dice que la frescura del ambiente ha tenido mucho que ver en la buena desenvoltura del monoplaza de la estrella de tres puntas, pero sinceramente hoy lo he visto más firme, y no sólo por su calzado. Buena velocidad punta y buen paso por curva. El S-Duct poco ha tenido que ver en el triunfo definitivo, como estoy leyendo, porque yendo primero hay muy pocas posibilidades de sacarle provecho, así que doy por bueno que el cacharro plateado ha mejorado lo suyo sin saber muy bien ni dónde ni por qué, preludiando que puede seguir dando guerra esta temporada a manos de Rosberg o de Schumacher, y que 2013 no está tan lejano como parece.
Y sí, he visto ganar a Nico, y podré contarlo. Podré decir que el viejo Keke ha vuelto a sonreír, que la alegría de El Kaiser al ver triunfar a su compañero ha sido honesta y sincera. Y podré relatar a mis nietos que Norbert Haug se ha deshecho al lado del podio, al recibir su premio.
Para desgranar lo que pienso del resto de las cosas que han sucedido en Shanghai ya tendré tiempo, y a él me encomiendo, porque el G.P. de China 2012, hoy por hoy, me sabe a un tipo que se lo merecía subiéndose al morro de su vehículo para levantar sus dedos cantando victoria.
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