El 30 de mayo de 1999, El monarca aceptó la invitación por parte de McLaren de subirse en un MP4/98T, un Formula 1 biplaza
Juan Carlos I, el rey más rápido del mundo, al menos el único que se ha subido en un Fórmula 1
Su Majestad a Fernando Alonso el día de su debut en Malasia (2003): "Bien hecho, que enhorabuena y me ha llamado chiquitín"
El 30 de mayo de 1999 tuvo que ser un mal día para los escoltas del recién abdicado rey Juan Carlos I. El monarca aceptó la invitación por parte de McLaren de subirse en un MP4/98T, un Fórmula 1 biplaza en la que podría experimentar las mismas sensaciones que un piloto de carreras. Tras pasar unas pequeñas pruebas médicas, enfundarse un mono ignífugo y colocarse el preceptivo casco protector, el ex-piloto y actual comentarista televisivo, Martin Brundle, al volante le haría pasar el minuto y pico más rápido de su vida. Concretamente fueron tres giros, en los que se rozaron los 300 kilómetros por hora. La peor parte le tocó a los escoltas, que quisieron seguir aquel proyectil tierra-tierra, pero desistieron en el último instante ante la posibilidad de que el McLaren les diera caza por detrás antes del segundo giro.
Su Majestad se bajó encantado del coche. Saludó amablemente al que había sido su chófer temporal, al campeón Jackie Stewart -con el que mantiene una excelente relación desde hace años-, a los propietarios del equipo, fue a ver a Pedro de la Rosa que corría con Arrows aquel año, a Marc Gené que hacía lo propio en Minardi, a Bernie Ecclestone, a Michael Schumacher, a Mika Hakkinen -al que a la postre entregó el trofeo de ganador en el pódium.
El rey, en su salsa
Juan Carlos I estaba en su salsa. En aquella jornada marcó un hito: fue el primer monarca en subirse a un Formula 1. Por el mismo trance pasaron personajes como el actor Michael Douglas, la violinista Vanessa Mae y por poco le tocó a Sylvester Stallone, que quedó varado en el tradicional atasco que rodea el Circuito de Monza antes de su GP, lugar donde iba a tener lugar su bautismo de velocidad. El actor americano estaba en plena gira de promoción de la película "Driven", en la que encarnaba el personaje de... ¡un piloto de carreras! pero no pudo disfrutar de la experiencia al llegar tarde y quedar comprometido el uso de la pista. Se quedó con las ganas.
El rey Juan Carlos podría haber elegido no asistir a eventos relacionados con la velocidad pero era, y es, un enorme aficionado a este deporte. Por eso no solo asiste a las carreras de coches y motos que se disputan en España sino que tiene especial querencia a las que se celebran en países árabes como Bahréin o Abu Dhabi, donde es tremendamente apreciado por sus homónimos locales. En 1976 fue el encargado, en compañía del futuro Felipe VI, de entregar a James Hunt el trofeo de ganador en el Circuito del Jarama, y en una ocasión, fue a saludar a Jaime Alguersuari, en una zona retrasada de la parrilla, y Charlie Whitting -director de carrera-, echaba humo por las orejas viendo como retrasaba de manera involuntaria el procedimiento de salida. Los mecánicos de los equipos ya habían despejado la zona pero la comitiva real seguía departiendo con los pilotos ajena a la premura del momento.
El día de su debut en la categoría, Fernando Alonso recibió una llamada telefónica al lograr su primera victoria en Malasia 2003. Adrián Campos le pasó un teléfono ciertamente alborozado y le dijo: "¡Es el rey!". Alonso, sorprendido, respondió, dio las gracias y colgó. Se volvió a su representante, sonrió de medio lado y le dijo: "Me ha dicho que bien hecho, que enhorabuena y me ha llamado chiquitín". Juan Carlos, ´un tío de las carreras´.