Porque, efectivamente, Alonso ha logrado algo único. Si correr para Ferrari es un logro excepcional, ganar con un monoplaza rojo es un privilegio. Ferrari es mucho más: es una pasión, es una filosofía, una forma de vida. Están infectados por esa emoción?, decía el otro día Alonso. Si a ello le añades que ganar en tu propio país solo está al alcance de un puñado de elegidos en toda la historia de la Scuderia?. Noventa y ocho pilotos han formando parte de ella. Solo seis han ganado ante su público, con su himno, su bandera y el Cavallino Rampante en el pecho: Ascari, Fangio, Villeneuve, Prost, Schumacher y Massa?.
Estimado Fernando:
Espero que los lectores de El Confidencial me permitan, por una vez, dirigirme a ti tras la victoria de ayer. Y empiezo recuperando el cierre a una columna publicada antes del Gran Premio de España de 2010, tu primera aparición en España con Ferrari. En ella se recreaba una hipotética y emotiva primera victoria ante los tuyos con un Cavallino Rampante en el pecho. Ayer se hizo realidad de la manera más brillante y combativa que cualquier ficción pudiera imaginar.
Mucho antes de que pisaras la Fórmula 1, década de los setenta/ochenta, un grupo de despistados periodistas españoles acudíamos profesionalmente al Gran Circo movidos únicamente por la pasión. Sin el respaldo de figuras que dieran proyección a nuestro trabajo, los españoles éramos mirones en un juego de cartas que nunca repartíamos, y en el que nos hubiera gustado participar con un Senna, un Prost, un Mansell, o un Schumacher. El potencial económico de este país, su realidad deportiva, no lo permitía. Un español ganador en la Fórmula 1 se antojaba como un astronauta hispano pisando la Luna.
Cuando acudíamos a Monza, uno se sentía como aquel niño que miraba a través del escaparate su scalextric soñado. Monza era el templo y Ferrari su Dios. La historia, el mito, la pasión de los tifosi, generan una energía electrizante que tú, Fernando, tan bien conoces ahora. Ver a los miles de aficionados 'tifando' por los monoplazas rojos resultaba increíble. Nadie que estuviera presente en Monza 1988, por ejemplo, podría olvidar aquel domingo en el que Berger y Alboreto hicieron el doblete un mes después de morir Enzo Ferrari. Es solo un ejemplo entre otros muchos.
Ferrari en las tiendas, en los restaurantes, en las zapatería, dentro del taxi?, en todas partes?, Ferrari y el Papa como únicos símbolos, dicen, que unen a Italia. Y entonces, uno pensaba que ser piloto de Ferrari, poder vivir la Fórmula 1 a través de esa pasión y energía, debía ser algo escalofriante. Por eso, tuve que pellizcarme cuando, hace dos años, te vi en lo más alto del podio...en Monza. Ni en los mejores sueños era imaginable que un piloto español se convirtiera en la proa de semejante barco.
Pero estás llegando más allá. Montezemolo confiesa ahora que ?Alonso es el mejor piloto del mundo, es uno de los pilotos como Lauda y Schumacher, que ha tenido una gran importancia en mi vida profesional, y en la de Ferrari?? Mañana publicaremos una entrevista con el periodista italiano Pino Allievi, bien le conoces, que nos dará algunos detalles sobre tu posición y tu influencia en la Scuderia.
Ante aquella sensación de 'outsiders', aquel joven periodista español también sentía admiración y hasta envidia cuando alguien como Ayrton Senna inició el rito: después de cada victoria, alguna tan apoteósica como la tuya de ayer, se paraba en la vuelta de regreso al podio para coger la bandera brasileña y ondearla orgulloso ante millones de espectadores de todo el mundo. Le imitaron Prost, Mansell y todos los que pudieron hasta que Bernie Ecclestone prohibió la costumbre. Cuando ayer la retomaste ante los tuyos nos devolviste cierta épica del pasado. Si Bernie te diera un toque, ya sabes qué decirle...
Hay que reconocer que la victoria de Valencia fue demasiado, Fernando. Por tanta ambición y agresividad en pista. Por cómo se allanaron otros obstáculos cuando más lo necesitabas. Por el punto de fortuna siempre necesaria para ganar, y que te apoyó al mandar a casa a Vettel, Hamilton y Grosjean. Pero forzaste todas las circunstancias al límite de tus posibilidades. Era una carrera, una victoria, que el destino parecía tener reservada para ti.
Incluso tú que manejas el escudo emocional como nadie no pudiste contener las lágrimas. Nunca te habíamos oído gemir dentro del casco, doblarte por las emociones en el podio, o contenerlas a duras penas en el unilateral cuando hablabas en tu idioma tras la carrera. ?Fue más por mis propias emociones y por la gente que estaba en las tribunas?, reconociste ayer en la rueda de prensa, ?por el apoyo que nos han dado, por todos los problemas que están afrontando en estos momentos en España, juntos, con el equipo de fútbol- ayer vimos las banderas en las ventanas- hay un cierto orgullo ahora con el deporte: con Nadal, el equipo?, y sentí que tenía que hacer algo?. Pues cumpliste con la cuota que tú mismo impusiste. Y de qué manera. Porque lo de ayer fue distinto a todo aquello que has logrado hasta ahora.
?Ascari, Fangio, Villeneuve, Prost, Schumacher y Massa?? Como ellos, cuando lograste el singular hito de triunfar con un Ferrari ante los tuyos, cuando paseaste como Senna tu bandera, ayer cerraste el círculo a quienes nos resultaba casi imposible imaginar que contaríamos con una figura de tu calibre algún día. Hoy, los españoles pisamos de otra forma en la Fórmula 1. Ayer, Fernando, con tu victoria, lo hicimos como nunca.
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