Schumacher no llegó a la Fórmula Uno para hacer amigos: parte de ese campeonato de 1994 lo cimentó con una victoria en Imola, el mismo fin de semana que morirían Roland Ratzenberger y el mito Ayrton Senna, con quien ya se las había tenido en la pista. En lugar de guardar un respetuoso silencio o mostrar alguna señal de duelo en el pódium, el alemán se puso a celebrar como loco, como si no hubiera un ayer y el mañana no tuviera importancia. Ahora, en 2006, ese Schumacher está de vuelta, y lo importante no son los puntos ?Alonso saldrá de Mónaco con veintiuno de ventaja, que serían veinticinco después de los posteriores triunfos del asturiano en Gran Bretaña y Canadá? sino la mirada, la intimidación.
Ese coche que se cruzó en La Rascasse puede cruzarse delante de ti en la siguiente curva y no me va a importar una mierda.
El «mecánico» Jean Todt y el glamuroso Flavio Briatore
El duelo entre los dos pilotos, el habilidoso Alonso y el contundente Schumacher, se traslada también a los boxes. Al frente de Renault, como ya hemos dicho, está Flavio Briatore, la esencia del bon vivant, siempre rodeado de mujeres despampanantes y con unos botoncillos de la camisa desabrochados como si viviera en un eterno verano. Briatore conoce bien al enemigo porque fue su mentor: allá por principios de los noventa, cuando él estaba al frente de la escudería Benneton, fue uno de los encargados de respaldar el fichaje de Schumacher, por entonces en Jordan. Como muestra de lo que sería el devenir de ambos en la Fórmula Uno, aquello acabó en los tribunales: la marca inglesa también aseguraba tener contrato con el alemán, pero no pudo probarlo.
Briatore y Schumacher ganaron dos campeonatos del mundo juntos, los de 1994 y 1995, incluyendo sanciones, maniobras dudosas y un estilo algo matón que les valió a ambos una incómoda fama de arrogantes. Cuando separaron sus caminos, en 1996, Briatore siguió dando vueltas por el paddock, siempre bajo el control de la familia Benetton y en 1999 cayó enamorado del adolescente Fernando Alonso, a quien prometió un puesto en Minardi para 2001, y su posterior paso a Renault como piloto oficial en 2003, aunque tuviera que despedir a Jenson Button, la gran esperanza británica. Schumacher, por su parte, eligió el calor de la escudería más prestigiosa de la Fórmula Uno: la Ferrari del sobrio y siempre serio Jean Todt.
Si Briatore da siempre la sensación de acabar de entrar o de salir de una fiesta privada, a Todt le gusta dar la impresión de mecánico, con su mono rojo y su gesto francés con la nariz hacia adelante, un poco a lo De Gaulle. La historia de Todt con Ferrari fue tormentosa durante muchos años, los que pasaron desde su nombramiento como director general de la escudería, en 1994, hasta el primer título con Schumacher, en 2000. Ferrari es una de esas marcas que tienen algo de místico para los italianos y lo cierto es que los italianos pueden llegar a ser bastante pesados con la mística en ocasiones. Ver a un francés dirigiendo el patio no gustó y tampoco gustó que Todt dejara a Schumacher como único piloto con opciones despreciando siempre a los Irvine o Barrichelo de turno, condenados a ser meros comparsas del alemán.
La complicidad entre Todt y Schumacher nació ahí, en los años difíciles, y ahí sigue en 2006. Ellos son la vieja escuela y tienen que demostrarlo. No es solamente un choque generacional sino un choque de estilos. Renault es ahora mejor y desde luego lo fue en 2005, cuando solo los McLaren de Montoya y Raikkonen pudieron acercarse en la distancia, pero el juego mental es tan importante como el poder del motor y Schumacher, que barrunta ya la retirada a finales de año, no se viene abajo pese a los veinticinco puntos de desventaja en la clasificación: gana en Indianapolis, gana en Magny Cours, gana en su casa de Hockenheim y, de repente, la ventaja es de solo once puntos, poco más de una carrera cuando quedan seis para el final. No solo eso sino que el dominio de Ferrari es absoluto, copando podios frente a la impotencia de los Renault, cuyos motores empiezan a sufrir. Hay Mundial, desde luego, y todo apunta a que a Alonso se le va a hacer muy largo.