ALMACÉN F1
GP Singapur 2015: Très bien, Vettel
No, nadie podía pensar en Vettel y Senna. Era el turno y el momento de HamiltonVettel logró su tercera victoria del año y la 42ª de su carrera, superando a Senna
JOSÉ MIGUEL VINUESA | 23 SEP 2015 - 16:50
Ayrton Senna estaba en el aire este pasado fin de semana en el circuito urbano de Marina Bay, en Singapur. Lewis Hamilton podía igualar el número de victorias y otras estadísticas de su ídolo brasileño. Todo parecía listo para un acontecimiento casi ecuménico: mismos Grandes Premios, mismas victorias para ambos. Pero la celebración se frustró estrepitosamente.
Fue Sebastian Vettel el que tuvo algo que decir respecto a las estadísticas de Ayrton Senna, y nadie contaba con él para ello. Lógico, porque si había un circuito en el que su Ferrari no debía estar a la altura de Mercedes, el de la Ciudad Estado era uno (mejor sería decir otro) de ellos. Es más, era muy posible que Red Bull, cuyo magnífico conjunto de chasis y aerodinámica sigue siendo de los mejores, sino el mejor, de la parrilla, estuviera por delante, pese al déficit de motor. No, nadie podía pensar en Vettel y Senna. Era el turno y el momento de Hamilton.
Pero por primera vez en casi dos años, los Mercedes no funcionaron. Las primeras alarmas podrían referirse a motor, pero no parece que fuese ese el motivo. Estaba más relacionado con la temperatura de los neumáticos, especialmente los traseros. Para Rosberg y Hamilton, las interminables curvas de Singapur se convirtieron en un slalom sobre nieve, tratando de encontrar un agarre que no estaba allí, y tampoco se le esperaba. Cada cambio de reglaje surtía un efecto nulo. Y no es que Mercedes no tuviera una ventaja cómoda, es que directamente estaba descartada de la pelea por la victoria. Las alarmas no saltaron el viernes, sino el sábado en los Libres 3. Podía ser un juego, un farol. Pero no lo era.
Eso dejaba a Ferrari contra Red Bull, que habían estado barajándose en las posiciones delanteras en los tiempos del fin de semana. De hecho, el Red Bull parecía estar delante, quizás no por mucho, pero tanto su ritmo como su degradación de neumáticos eran mejores a los del equipo italiano. O no.
Porque mientras que Kimi Räikkönen sí que se veía luchando contra el equipo austríaco, surgió un Vettel demoledor. Impecable. Trabajando con su característica obstinación en cada detalle del coche, puliendo cada área para encontrar una milésima: en ella podría estar la victoria en uno de sus circuitos talismán.Si uno tuviera que guardar un momento de este 2015, la vuelta de clasificación de Sebastian en Singapur sería uno de ellos, porque fue perfecta. Ni un error, ni una corrección, ni una duda en mitad de los muros, llevando en ese momento el pilotaje a otro nivel, muy superior al resto de la parrilla. Haciendo que el SF15-T se mostrara dócil, estable, rápido. Eficaz, que es justo lo necesario en este circuito. Trajo a la memoria las mejores vueltas de clasificación de los más grandes. Pero además, demostró su infinita ambición: pudo haberse ahorrado este regalo de pilotaje (la Pole era suya con su anterior vuelta), pero persistió: pilotando en estado de gracia, barrió a la competencia, dejando a más de medio segundo a Ricciardo, y a casi ocho décimas a su compañero de equipo.
Eso estaba muy bien, y dejaba al resto preguntándose de dónde se había sacado semejante vuelta, pero en Sebastian aún planeaba una duda: la degradación. El ritmo de carrera. La proverbial eficacia de Red Bull. Había sido groseramente más rápido a una vuelta. ¿Podría serlo durante 61? Olvida el mantra de que el Ferrari no es tan buen coche en cuanto a chasis y tracción. Al menos, en las manos de Vettel. Olvídalo. Porque este Ferrari, en esas manos que le extraen todo el potencial posible, es tan bueno o mejor que el Red Bull. Así de simple. Así de bueno. Y la carrera fue la tremenda confirmación de ello.
Si la vuelta de la Pole fue eléctrica, la primera vuelta de carrera del piloto alemán de Ferrari fue magnética. Tres segundos en un solo giro al segundo clasificado. Ricciardo sólo vio a una figura roja que se hacía pequeña hasta perderse. Ni opción de DRS, ni opción de ataque. Sin opciones. ¿De dónde pudo sacar Sebastian toda esa velocidad?. Con un coche hasta arriba de gasolina, se marcó otra vuelta para enmarcar: 1:52:569, que estaría en decimosexto lugar en la clasificación de vueltas rápidas, por delante de las de un Alonso, Massa o Hülkenberg.
Desde ahí, Sebastian pudo gestionar la carrera. Los coches de seguridad no eran un problema, porque podía remontar al vuelo. Tampoco lo era el ritmo de carrera, sabiendo contemporizarlo para conservar neumáticos, y atacar después para abrir hueco. Y Vettel se encontraba (se lo había estado trabajando todo el fin de semana de manera impecable) con que era fácil dejar atrás a un Ricciardo cuyo monoplaza sufría más. Tenía a Kimi bajo control, pero nunca iba a ser una amenaza para Sebastian, aún siendo rápido (para él la vuelta rápida), aún teniendo un Red Bull.
Por detrás, los Mercedes eran una sombra de sí mismos en cuanto a docilidad, ritmo y consumo de gomas. Pero también lo fueron en cuanto a fiabilidad: Hamilton tuvo problemas en su unidad de potencia que lo apearon de la cuarta posición, hasta la retirada. Es el tercer fallo consecutivo en un motor Mercedes: Rosberg en Monza (en el nuevo y en el viejo usado en carrera), y ahora Hamilton. Quizás alguna alarma se enciende en las Flechas Plateadas, porque la fiabilidad es imprescindible. No, el Campeonato no peligra, pero tienen trabajo en muchos frentes para entender qué ha pasado este fin de semana. Y Rosberg, que tenía con el abandono de Lewis una oportunidad de oro, se encuentra en el peor fin de semana del año para su coche. Recorta puntos, claro, pero de pronto se ve acosado en la segunda posición de la tabla por un Vettel que será un cazador incansable para lograrla. Ya lo conocen.
Mientras en el parque cerrado Vettel besaba y acariciaba a su coche, mientras en el paddock el equipo celebraba con una efusiva alegría un doble podio, en Maranello colocaban la tercera bandera en señal de una nueva victoria, una especial. Porque Vettel desbancó del tercer lugar de la estadística de ganadores de un Gran Premio a la leyenda de Ayrton Senna (lo normal sería que Hamilton lo desbanque a él antes de acabar el año), pero además igualaba las victorias en su año de debut con Ferrari de su ídolo y mentor, Michael Schumacher. Como si fuera fácil codearse con leyendas.
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