Al entrenar para su última carrera, se mató Ricardo Rodríguez[img width=680 height=604]http://cdn2.atraccion360.com/media/aa/styles/gallerie/public/images/2017/11/ad12110101apage1image0001.jpg" />
Así quedó el Lotus en el que competía Ricardo Rodríguez en el primer Gran Premio de México. Foto: Archivo Excélsior
CIUDAD DE MÉXICO, 1 de Noviembre.- Ricardo Rodríguez, el joven y famoso corredor de automóviles mexicano, se mató ayer, a las 17:08 horas, cuando su coche, que corría a 150 kilómetros por hora, rebasó el peralte de una curva del autódromo de la Magdalena Mixhuca.
El as mexicano, que tenía ya una bien ganada celebridad mundial, estaba entrenando para el Primer Gran Premio de México. Ésta iba a ser su última carrera, pues pensaba retirarse.
La muerte del joven piloto fue instantánea. Su coche, un poderoso Lotus V-8 inglés, quedó hecho pedazos contra los rieles de la defensa de la pista.
En su vuelta anterior, había señalado un récord para el circuito: 2 minutos, 4 segundos, 7 décimos.
Parecía que después de eso, el piloto iba a dar por terminados sus ensayos. Pero repentinamente, condujo su coche azul y plata otra vez a la pista para intentar una marca aún mejor.
Jamás terminó esa vuelta.
Todo había ocurrido en unos cuantos segundos y fue así: Rodríguez salía de una recta y tomaba a 150 kilómetros por hora una curva de alto peralte hacia la derecha. Tan cerca de la valla izquierda iba su Lotus V-8, que el piloto no pudo evitar un “colazo” contra los rieles de esa defensa. Como consecuencia de ese primer impacto el coche rebotó en dirección de la valla del lado derecho y chocó en ésta con tal fuerza que vehículo y piloto salieron despedidos cada cual por su lado, hacia los rieles donde un instante antes había dado el coletazo el Lotus V-8, es decir, hacia la valla del lado izquierdo.
El cuerpo del piloto se estrelló en los rieles de seguridad y allí quedó, ya exánime, en tanto que el coche perdió la suspensión delantera y rebotó nuevamente – por tercera vez-, ahora hacia el interior de la pista, donde quedó inmóvil.
Muerte instantánea
Una ambulancia de la Cruz Verde y una unidad de bomberos llegaron segundos después al sitio del accidente.
Ricardo Rodríguez, según declaración categórica de los ambulantes Alfonso Moreno y Baltazar Rodolfo, ya había muerto.
Tenía fracturas en el cráneo y una profunda herida del pecho al abdomen, que dejó al descubierto los intestinos.
Del autódromo, el cuerpo fue llevado al Hospital de Traumatología-Balbuena. Más tarde se le trasladó a la agencia Gayosso y luego a la casa de la familia Rodríguez, en Calderón de la Barca 121, donde está siendo velado.
Sería su última carrera
El señor Manuel Iglesias Jr., al comentar la irreparable muerte de Ricardo Rodríguez, dijo a Excélsior que en días pasados el joven así le comunicó al padre de aquél, doctor Manuel Iglesias, que muy probablemente el Gran Premio de México sería la última carrera en que participaría Ricardo, debido a que quería dejar de viajar con tanta frecuencia para poder llevar una vida más hogareña con su esposa Sara Cardoso de Rodríguez.
Pérdida irreparable
Nunca antes, hasta que Ricardo Rodríguez salió de México para competir en pistas y circuitos extranjeros el nombre de nuestro país había sonado mundialmente en el automovilismo.
En 1961, en pareja con su hermano Pedro, Ricardo sacudió a los expertos europeos brindando un desempeño verdaderamente notable a pesar de que competía con los mejores volantes del mundo. Durante más de 15 horas, los Rodríguez, encabezados por Ricardo, se mantuvieron como líderes de “Las 24 Horas de Le Mans”.
Una falla mecánica los hizo abandonar la prueba faltando 1:45 horas para su término.
Muy veloz en la curva
Cuando ocurrió el accidente detrás del LotusV-8 de Ricardo Rodríguez corría el Porsche número 4 del holandés Carol Godin de Beaufort.
Éste, acongojado, explicó: “Desde que Ricardo se dispuso a entrar a la curva peraltada, siempre pensé que lo estaba haciendo a una velocidad mayor de lo conveniente para tomar una curva de esas características con un carro de Fórmula 1. Siento de veras que un muchacho tan joven, con tan brillante porvenir en este deporte haya caído”.
El carro era para Moss
La máquina de Fórmula 1, Lotus V-8 fue destinada a Ricardo Rodríguez por el acaudalado industrial inglés Rob Walker, director del “Racing Walker Team”, que tenía a Stirling Moss como su piloto número 1.
Precisamente, este carro originalmente estaba destinado para Moss, sólo que el accidente que hace poco padeció el astro inglés del volante. Echó abajo los planes de Walker. Entonces, éste concedió el coche a Ricardo.
El señor Walker deseaba que Ricardo Rodríguez pudiera conducir ante sus compatriotas. Por eso, puso a su disposición el Cooper Fórmula 1.
Y ese bólido fue el último que piloteó Ricardo, el único volante mexicano que figura y ha figurado en la clasificación mundial del campeonato de pilotos. Tenía 4 puntos.
Hipótesis: fue un error de cálculo
Un error de cálculo a más de ciento cincuenta kilómetros por hora es la hipótesis más firme, sobre la causa del trágico accidente.
Los peritos investigadores judiciales poco o nada podían precisar, en el supuesto de que el accidente hubiese tenido como origen una falla mecánica en los sistemas de suspensión, frenos rodamiento.
Los impactos de su vehículo y del cuerpo de Rodriguez, contra los “rieles” de seguridad de esa curva, fueron tremendos, según la opinión externada por investigadores y medicos legistas que tomaron conocimiento del caso.
Las primeras investigaciones fueron realizadas anoche por la licenciada Irma Vidal Espejo, agente del Ministerio Público adscrito al hospital de la Cruz Verde, en Balbuena, a donde fue trasladado el inerte cuerpo del más extraordinario piloto mexicano.
La autopsia al cadáver fue dispensada por orden de la Procuraduría del Distrito, sin más trámite que el acta médica instruida por el Jefe del Servicio del Hospital Balbuena, doctor Raúl Quintero Rossano y el médico de guardia Indalecio Suárez Castelán.
El cuerpo quedó casi partido en dos
En el acta médica número 125 elaborada por esos médicos legistas, se precisa que el cadáver de Ricardo Rodríguez presentaba:
“Traumatismo cráneo-encefálico; otorragia izquierda; hundimiento de la región occipital; contusión profunda toraco-abdominal, con despegamiento de cincuenta centímetros de extensión de la pared abdominal anterior, con eventración de vísceras a través de la misma; fractura de pelvis; fractura de cúbito y radio del antebrazo derecho, así como laceraciones dermo-epidérmicas en cara y diversas partes del cuerpo. Además, una herida de cuatro centímetros en la región malar izquierda que interesó piel y tejido celular.”
De hecho, por el “despegamiento” de la pared abdominal anterior, el cuerpo quedó semiseccionado a la altura del vientre.
Al parecer, esta lesión cortante se produjo cuando el cuerpo fue a estrellarse contra el filo de acero del riel de seguridad que está a todo lo largo de la parte superior del peralte de la curva.
Además, según varios testigos, el cuerpo también se estrelló contra uno de los soportes del riel y quizás fue aquí donde sufrió las lesiones de cabeza.
La opinión de los médicos Quintero y Suárez, coincide con la de los médicos Fidel Covarrubias y Raúl Hoyo Espinosa de los Monteros –estos últimos fueron los primeros en observar el cuerpo en el sitio del accidente–, en el sentido de que Rodríguez expiró instantáneamente.
Los médicos Covarrubias y Hoyo, se hallaban en la pista del Autódromo.
Ellos explican que, aun cuando había clara evidencia de que el piloto había muerto, las circunstancias en que sucedieron los hechos, decidieron trasladarlo hasta el hospital en un último y desesperado esfuerzo por salvar esa vida. En la misma ambulancia que corría hacia el nosocomio de emergencia, ellos certificaron que toda lucha ya era inútil.
Fatal zigzag en plena curva
En unos instantes se desarrolló el fatal zigzag, según tres testigos presenciales que se hallaban apostados en la torre de control y cerca de la curva poniente peraltada del Autódromo.
Con base en esas versiones y las obtenidas por peritos en accidentes de la Procuraduría del Distrito, se desprende la hipótesis de que hubo un error de cálculo, cuando Rodríguez tomó la curva.
El automóvil llegó a la curva, en veloz carrera de oriente a poniente, y muy cerca de las guarniciones o “rieles” de seguridad del acotamiento exterior de la curva.
En un momento en que se advirtió un natural viraje del vehículo, su parte posterior chocó contra los rieles.
El automóvil salió despedido y al parecer sin control hacia la parte interior de la curva y fue a chocar contra los rieles de seguridad.
En ese momento, por el impacto, el cuerpo de Ricardo Rodríguez salió impelido a tremenda velocidad por los aires y dio dos o tres giros, antes de estrellarse contra los rieles superiores y externos de la curva. El cadáver quedó justo bajo esos rieles.
Al mismo tiempo que el cuerpo se estrellaba contra los rieles, ya que el automóvil había rebotado de la parte inferior de la curva, hasta los dispositivos de seguridad de la parte superior. En ese momento, toda la suspensión delantera, con el eje, se desprendió del cuajo. Las ruedas salieron disparadas por distintos lados y el resto del vehículo regresó hacia abajo por el declive del peralte.
Lo anterior se desprende de las versiones aportadas por el también piloto automovilista Billy Seidel, así como por el abogado Germán Valdés Martínez, agente del Ministerio Público local, quien se hallaba de espectador, y el señor Martín Diosdado que se había sumado a los curiosos que estaban en la zona cercana a la curva.
Surgieron otras versiones de que una de las ruedas delanteras del coche se había desprendido antes del primer impacto, pero tal versión quedó destruida por la de los testigos presenciales del accidente.
Las ruedas se desprendieron luego del tercer impacto contra los rieles de seguridad.
Dramatismo y locura en el hospital
Cientos de personas, entre parientes del finado Ricardo Rodríguez, pilotos, mecánicos, ayudantes y muchos curiosos, crearon un ambiente de dramatismo y casi locura, en el hospital Balbuena.
Fue necesario movilizar policias preventivos de la escuela de capacitación, para contener a la multitud de curiosos.
El acaudalado industrial Pedro Rodríguez, su esposa Concepción de la Vega de Rodríguez, así como la viuda del piloto, Sara Cardoso, y el también piloto Pedro Rodríguez Jr., eran presa de la crisis de nervios.
La viuda y la madre de Ricardo Rodríguez, en varias ocasiones fueron asistidas por los médicos.
Pedro Rodríguez Sr., y su hijo iban y venían por los pasillos, como enloquecidos.
Ambos fueron retirados del hospital, por sus propios parientes.
Mientras tanto, la licenciada Irma Vidal, encargada de levantar el acta número 95830-62 en que consta la muerte del piloto mexicano, interrogó a los testigos de identidad.
Éstos fueron los también abogados Arturo Galindo Ochoa, primo del fallecido Ricardo, y agente del Ministerio Público de la decimatercera delegación, así como su colega Germán Valdés, investigador de la tercera delegación y testigo presencial de la desgracia.
Condolencias del Presidente
En representación del Presidente López Mateos, el licenciado Humberto Romero acudió anoche a dar las condolencias a los padres y parientes del desaparecido Ricardo Rodríguez.
Poco después de las 23 horas llegó el licenciado Humberto Romero a la residencia de Calderón de la Barca 121, Polanco, y salió de ella veinte minutos antes de la una de la madrugada de hoy.
Este texto es una réplica de lo que Raúl Mendoza publicó el 2 de noviembre de 1962 en el Periódico Excélsior.
Q.E.P.D