.....................
Gran Premio de Venezuela 1957...............................
A muchos fanáticos venezolanos del automovilismo les parecería un sueño o una fantasía poder contar con una competencia de Fórmula Uno en nuestro país. Un Gran Premio de Venezuela en la actualidad sería, como lo es en otros paises, un ecléctico circo de colores y sonidos con la emoción que sólo la Fórmula Uno puede brindar. Se podría uno imaginar a personalidades como Michael Schumacher o Mikka Hakkinen, rodeado de admiradoras y admiradores, paseando por Las Mercedes después de un duro día de entrenamientos o pruebas clasificatorias. O quizas la emoción de poder ?colearse?, después de la carrera, dentro de la esplendida fiesta de celebración del equipo ganador en un lujoso HOTEL de la ciudad. Pero sobre todo lo más importante para los verdaderos amantes del automóvil tendría que ser poder ver de cerca, y en nuestro propio país, a la máxima expresión de la tecnología automotriz mundial. Bólidos con motores extraordinariamente poderosos y con capacidades dinámicas impensables.
Todo lo anterior puede parecer de verdad una fantasía, pero por unos pocos días en 1957, sucedió exactamente lo mismo en Caracas. La categoría de autos sport tenía en esa época el mismo prestigio que la Fórmula Uno. De hecho, era normal ver pilotos de una categoría compitiendo también en la otra. La categoría de autos sport tenía sin embargo una imagen más global y se jugaba allí el prestigio de las grandes marcas como Maserati, Ferrari y Mercedes-Benz, en la división más alta de la categoría (autos con mayor cilindrada y potencia).
En 1957 ya habían pasado dos años del retiro de la Mercedes-Benz de la competencia mundial y la otra casa alemana, la Porsche, apenas estaba comenzando su ilustre historia en las competencias automovilísticas y lo estaba haciendo con bólidos de pequeña cilindrada en las divisiones ligeras de la categoría. La gran batalla, por lo tanto, la libraban dos colosos italianos, la casa Maserati y la escudería Ferrari, las cuales se mostraban muy parejas durante toda la temporada. El Gran Premio de Venezuela en Caracas era la última carrera de la temporada y sería allí donde se determinaría el triunfador del campeonato. Por esta razón, tanto Ferrari como Maserati llevaron a Caracas los mejores ejemplares, para ser conducidos por sus pilotos más ilustres.
La escudería Ferrari inscribió varios bólidos modelo 250 TR, los famosos Testarossa originales, conducidos por los alemanes Wolfgang von Trips y Wolfgang Seidel, entre otros. Del máximo exponente de la escudería Ferrari, el 335 S con un motor V-12 de 4.1 litros, se llevaron dos unidades, conducidos uno por el duo Phil Hill y Peter Collins. El otro 335 S sería conducido por Mike Hawthorn y Luigi Musso.
Para contrarestar la extraordinaria ofensiva de su vecino en Italia, Maserati llevó a Caracas varios modelos, pero el más importante sin duda fue el poderosísimo Maserati 450S, con motor V-8, del cual la escudería trajo dos unidades para ser pilotadas por el gran Stirling Moss en duo con Tony Brooks y por la pareja formada por Jean Behra y Harry Schell. El magnate norteamericano Temple Buell llevó un Maserati 450S de su propiedad para ser pilotado por la pareja Masten Gregory/Dale Duncan. Entre la participación venezolana destaca un Maserati 300S que logró el quinto puesto.
El resto de la parrilla de largada lo formaban autos de las divisiones ligeras o de propietarios independientes, como los AC Bristol ingleses, los OSCA italianos, los Chevrolet Corvette norteamericanos y los Porsche alemanes, entre otros.
El circuito donde se llevaría a cabo la batalla final que definiría el campeonato de autos sport de 1957 era una increible y peligrosa combinación de largas rectas y curvas cerradas, formada por partes del Paseo Los Próceres y las vías de acceso al naciente sistema vial moderno de Caracas. El piloto norteamericano Phil Hill comentó que el trazado parecía ?...una pesadilla surrealista?, debido a la configuración un poco alocada de rampas de acceso elevadas y largas rectas, todo con los impresionantes monolitos del Paseo Los Próceres de fondo. El conjunto, en su grandiosidad y abundancia de concreto armado, era típico de los regímenes totalitarios como el que existía en esa época en Venezuela.
El circuito resultó ser tan dificil como lo mencionaba Hill, ya que él mismo en una sesión de prácticas se salió accidentalmente de una curva y entró en una avenida abierta al tránsito a más de 160 kph, teniendo que esquivar con su Ferrari los camiones, autobuses y carros particulares que formaban el ya creciente tránsito caraqueño. Este incidente demuestra también las precarias medidas de seguridad que existían en el deporte del motor de esa época en cualquier parte del mundo.
La carrera en sí resultó ser una verdadera pesadilla para el equipo Maserati, que dominó en los entrenamientos, pero que durante la carrera vió como uno por uno sus pilotos terminaban en accidentes, choques o incendios. Al final de la carrera casi todos los pilotos oficiales de la marca adolecían de alguna lesión, aunque ninguna demasiado grave. Cabe destacar el heróico piloto americano Harry Shell, quien después de sufrir un aparatoso accidente con incendio, se retiró tranquilamente a probarse un traje nuevo para la fiesta de gala después de la carrera.
Es así como al final, después de una excelente carrera resultaron vencedores el piloto norteamericano Phil Hill y el británico Peter Collins, quienes hacían pareja a los mandos de un Ferrari 335 S, logrando que esta escudería ganara el campeonato de 1957. El segundo, tercero y cuarto lugar en la clasificación final también fueron logrados por bólidos Ferrari. A los pocos días, la casa Maserati anunció su retiro oficial de las competencias.