Ferrucio Dalle Fusine dirigió los éxitos de Carlos LavadoLa reciente desaparición física de Ferrucio Dalle Fusine, uno de los mejores motociclistas de la historia de Venezuela, causó enorme consternación en el ambiente de las dos ruedas, pero nadie sintió tanto su partida como el bicampeón mundial Carlos Lavado Jones, dupla piloto-mecánico perteneciente al equipo Venemotos Yamaha que marcó una era en el escenario internacional durante la década de los ochenta en la categoría 250cc.
Ferrucio Dalle Fusine falleció el pasado 6 de febrero en Italia a los 81 años de edad, dejando un legado de éxitos que se prolongó casi medio siglo, al triunfar primero como piloto en las pistas venezolanas y luego como responsable técnico principal del equipo Venemotos, formación en la que trabajó con leyendas como Johnny Cecotto, Carlos Lavado e Iván Palazzese.
El caraqueño Carlos Lavado evocó algunas de las anécdotas vividas durante los casi diez años en los que trabajaron juntos, período que llegaron a conquistar 17 victorias y más de cuarenta podios que le permitirían asegurar dos títulos mundiales en la clase 250cc, además de culminar tercero en la tabla de fin de año en dos temporadas más.
“Mi relación con Ferrucio era muy especial, fue mucho más allá del vínculo común entre piloto y mecánico – recuerda Carlos Lavado – Empecé a trabajar directamente con él a partir de 1981 cuando competíamos en el Mundial de 250 y 350cc; era una persona exigente, pero me tuvo mucha paciencia, diría mejor, infinita paciencia. Él conocía todos los secretos del motociclismo porque primero fue un gran campeón en la pista y luego como preparador: la confianza y amistad entre nosotros se hizo muy fuerte, tanto que fue el padrino de mi hija mayor, Bárbara, así que éramos compadres”.
Ferrucio Dalle Fusine, nació en Italia el 19 de mayo de 1936 y arribó a Venezuela a mediados de la década del cincuenta. Apenas veinteañero, venía precedido por algunos éxitos en competencias disputadas en Italia y Suiza, pero sería en los circuitos callejeros de Los Próceres (Caracas), El Limón (Maracay), San Juan de los Morros (Guárico), Barquisimeto (Lara) o San Felipe (Yaracuy), donde a los mandos de máquinas identificadas siempre con el número 4, comenzó a labrarse un sólido respeto y cariño de la afición, enfrentándose a los grandes campeones de la época en las cilindradas superiores, encabezados por Pedro José Betancourt, Andrea Ippolito, José Antonio Vivas, Lambert Danzer y Guillermo Maas, entre otros.
“Él sabía apenas con un gesto de mi parte las cosas que podía necesitar la moto – precisa Carlos Lavado – tenía una capacidad para interpretar y anticiparse a los problemas, y fueron muchas las veces que ese conocimiento nos permitió resolver contratiempos de último momento y alcanzar triunfos. El mejor ejemplo fue en el GP de Yugoslavia de 1983, el año en el que gané mi primer campeonato mundial: la moto había tenido una falla en las pruebas del warmup antes de la carrera, se había apagado un cilindro. En la vuelta previa para ir a parrilla de salida, la moto se paró, pero Ferrucio saltó con un encendido en la mano y tras llegar a la grilla, pudo cambiarlo y así ganamos en Rijeka. Algo así nadie lo podía hacer. Aquella vez también mi gran amigo Angelito Nieto me dio una mano enorme, porque el pobre tuvo que empujar la moto más de un kilómetro y ayudó a que se atrasara la salida para darle tiempo a los mecánicos de cambiar la pieza”.
Campeón nacional en las categorías 250, 350 y 500cc, Ferrucio Dalle Fusine contaba en sus inicios con el respaldo técnico de su padre, el también preparador José Dalle Fusine, quien atendía las diferentes motos italianas como Sultana, Rumi, Mv Agusta, Mondial, Gilera o Ducati, así como las británicas AJS, BSA y Matchless. Su trayectoria en las pistas se prolongó hasta el segundo lustro de los setenta, ya como integrante del equipo que dirigía su gran amigo y rival en la pistas, Andrea Ippolito.
“Claro que Ferruchín también tenía su carácter – finaliza Lavado – se enojaba bastante y con razón cuando me caía o cometía algún error, en especial en aquellas carreras en las que tenía más de 15 segundos de ventaja y sin que yo encontrase una explicación, terminaba en el piso… Salvo mis dos primeros triunfos en los GP de Venezuela en 350 de 1979 y el de Holanda de 250cc en 1980, en las siguientes 17 victorias siempre tuve a Ferrucio en el muro de los pits. En 1980 el equipo Venemotos tenía a Ferrucio trabajando con Johnny (Cecotto) en 500 y 350cc, mientras yo estaba con Ángelo (Frontierri) en 350 y 250cc”.
La química que desarrolló la dupla Dalle Fusine-Lavado dentro y fuera de las pistas, no pudo repetirse con otros integrantes de la escudería Venemotos, como fue el caso de Iván Palazzese, quien abandonó el equipo a mediados de la temporada 1984, mientras en 1989, el menor de los hermanos Lavado Jones, Luis Eduardo, tampoco pudo desarrollar la misma empatía que supo labrar el bicampeón mundial Carlos Lavado.
FERRUCIO LE ENTREGÓ EL TESTIGO A JOHNNY CECOTTO
En su primera etapa como corredor, Ferrucio sufrió el dolor de perder a su hermano menor Benigno. Conocido con el diminutivo de Beni, también se proyectaba como un gran piloto, pero en 1960, sufrió un accidente de tránsito ocurrido en la avenida Fuerzas Armadas de Caracas, percance aparentemente de menor magnitud, pero que acabó con la vida del joven de apenas 20 años de edad. Ferrucio se encontraba en ese momento en Buenos Aires, Argentina, junto a la delegación venezolana que iba a competir en el Campeonato Suramericano, presentación que canceló para retornar de inmediato al conocer la infausta noticia.
Con la construcción de los primeros circuitos permanentes en el país, Ferrucio Dalle Fusine se adjudicó en 1970 las 6 Horas de San Carlos, a los mandos de una Triumph de 750cc que compartió con su buen amigo Agustín Cangas, quien volvía al asfalto de forma ocasional luego de un prolongado retiro. En 1972, Ferrucio sube al podio en las 500 Millas de Interlagos, en Brasil, en dupla con Pedro José Bettancourt, esta vez en una Yamaha 250cc de dos tiempos.
Un año después, con más de media docena de títulos nacionales en su poder, el veterano Ferrucio Dalle Fusine viajaba nuevamente a Sao Paulo, donde iba a compartir por primera vez con una joven promesa venezolana de 17 años. ¿Su nombre? Johnny Cecotto, en su estreno internacional. En la maratónica carrera de 800 kilómetros sobre el trazado de 8 kilómetros de longitud, el adolescente caraqueño marca los mejores tiempos, pero sufre una caída al comenzar la carrera, lo que los obliga a una épica remontada que los recompensó con el tercer puesto final.
Ferrucio Dalle Fusine se mantuvo activo algunas temporadas más e incluso, cercano a los 41 años, tomó la salida en la primera edición del Gran Premio de Venezuela de 1977 en la división 350cc, donde consigue marcar el décimo tiempo durante la clasificación entre 27 participantes, ubicándose a pocas décimas del futuro campeón mundial Franco Uncini, aunque en carrera fue uno de los primeros en abandonar debido a fallos en su máquina. En 1978 volvió a intentarlo en San Carlos, aunque nuevamente tuvo que retirarse por desperfectos en su Yamaha de 350cc.
Perteneciente no solo a una generación de excepcionales pilotos sino también de verdaderos artesanos de la mecánica, Ferrucio Dalle Fusine primero manejó las motos preparadas por Ángelo Frontierri, Italo Cicchetti y el mismo Andrea Ippolito, este último, convertido en exitoso mánager del equipo Venemotos Yamaha, escudería que a partir del segundo lustro de los años sesenta alcanzaría sus primeras conquistas en trazados de Venezuela y Suramérica, para pocos años después extender ese dominio en escenarios de todo el planeta.
Como responsable técnico de Venemotos, además de acompañar en sus horas de gloria a Carlos Lavado, Dalle Fusine también estuvo junto a Johnny Cecotto en la temporada de despedida de éste en las dos ruedas, llevándose la victoria en el Gran Premio de Italia de 1980 en 350cc, cita inaugural de la categoría que resultaría la última obtenida por Cecotto en el motomundial.
En las últimas temporadas del equipo Venemotos en Europa, Ferrucio Dalle Fusine tuvo bajo su mando a algunas promesas venezolanas, como Luis Eduardo Lavado Jones, así como al también caraqueño José Barresi, aunque sería el brasileño Alexander Barros el único que logró capitalizar el impulso que le brindó el ser parte de la formación venezolana en la categoría del cuarto de litro, proyectándose hacia una prolongada y exitosa trayectoria en la máxima división 500cc.
Al igual que todos los pioneros que forjaron la historia del motociclismo nacional, Ferrucio Dalle Fusine dejó una escuela imborrable dentro y fuera de las pistas, conocimientos que supo transmitir a todas las generaciones que lo acompañaron en las pistas de Venezuela y el mundo.
Fotos: Fulvio / Archivo: Estrada-Sassi
Por: Octavio Estrada