Los responsables del GP de Italia han hecho algunas modificaciones en la pista de Monza con el objetivo de mejorar la seguridad de los pilotos. Principalmente se ha reducido la altura de los bordillos de las chicanes Rettifilo y Roggia para que los monoplazas despeguen del suelo con menos facilidad al tocarlos.
En el pasado, estos bordillos fueron elevados y también se colocaron reductores de velocidad en las escapatorias correspondientes para impedir que los pilotos cortasen las curvas y obtuviesen una ventaja. Ambas medidas han sido muy efectivas hasta ahora, pero quizás demasiado, porque los pianos tan altos hacían que si algún coche no pudiese frenar a tiempo, este acabase saltando por los aires.
A mayores, para la carrera de esta temporada se han colocado detrás de los bordillos una especie de rampas de hormigón cuya función será la de devolver al monoplaza a la pista si el piloto se pasa de frenada o pierde el control del coche.