Pues bien, en el GP de Turquía la escudería de Milton Keynes ha tenido que volver a cambiar algunas piezas de su monoplaza por ser consideradas ilegales. Más concretamente en la suspensión trasera, esa que los mecánicos de Red Bull se afanaban por esconder siempre en la parrilla de cada carrera.
Según la publicación alemana Auto Motor und Sport, el problema estaba en que ciertos elementos formaban un ángulo de 20 grados con respecto a la horizontal, cuando sólo se permiten 5. Como respuesta, Adrian Newey, diseñador jefe del equipo, ha envuelto las nuevas piezas de la suspensión en un tubo redondo, para así reducir la carga aerodinámica que producen.