El gran rendimiento mostrado por el coche austríaco tanto en carrera como en clasificación ha llevado a los otros equipos a sospechar de que la escudería ha diseñado unas suspensiones inteligentes que suben o bajan el coche en función de la carga de combustible que lleve.
El primero en pronunciarse al respecto fue Martin Whitmarsh (McLaren) y poco después hizo lo mismo Ross Brawn (Mercedes). Incluso el propio Christian Horner, jefe de la escudería Red Bull, pidió a la FIA que revisase su monoplaza para aclarar de una vez por todas su legalidad.
Pero parece que de momento nadie en el parrilla ha presentado una denuncia formal ante el máximo organismo, así que la FIA ha decidido esperar al GP de China, el cuarto de la temporada, para decidir si emprende algún tipo de acción o no.