Los analistas ya hablan sobre lo que ambos conjuntos pondrán sobre la arena y como si no hubieran pasado dos largos años de travesía por el infierno, los aficionados españoles se relamen pensando en que la unión intergaláctica entre Fernando Alonso y la Scuderia volverá a depararnos mediodías pegados al televisor, sábados noches de análisis de calificación y mañanas de domingo matando el mono con la GP2.
Y es que hace demasiado tiempo. Aunque las temporadas en que Fernando consiguió sus dos títulos se pasaron volando, la segunda época del asturiano en Renault pareció eterna. Dichosa capacidad ésa del ser humano que nos permite prestar más atención a las desgracias que a las alegrías, que fueron muchas durante los años que culminaron en aquel doblete del tridente Alonso-Renault-Michelin.
La sensación es que 2010 supone el inicio a otra época tras un 2009 que muchos han considerado de transición. Sin embargo, los grandes cambios de reglamento podrían hacer del nuevo año otra caja de sorpresas en la que cualquiera podría obtener su regalo: supresión de los repostajes, neumáticos delanteros estrechos, los triples difusores, la reentrada de Cosworth... demasiadas incógnitas para poder predecir el resultado de las mismas.Es por ello que, incluso hablando de los grandes equipos, existen muchas posibilidades de que algún detalle eche al trasto el conjunto. Personificando en Fernando y Ferrari, la transición entre el complicado y insuficientemente rápido F60 y el nuevo F10 no ha sido sencilla. Para 2010, con un reglamento tan restrictivo y escasos entrenamientos antes de Bahrein, hubiera sido una locura intentar una revolución aerodinámica que pudiera salir mal y dejar al equipo fuera de juego a las primeras de cambio.
De ahí, la paciencia que destilan todas las palabras que salen desde Maranello. El F60 era un coche difícil y tanto Fernando como su compañero Felipe Massa, que ha estado convaleciente durante media campaña, deberán dejar en barbecho lo aprendido y adaptarse a lo que el equipo de Aldo Costa les ha preparado, que es mucho más de lo que nos han mostrado en la escueta presentación de este jueves.
Los rumores indican que el equipo italiano podría tener preparada una versión B de este F10 para cuando el campeonato se ponga serio a la vuelta a Europa y está claro que poco a poco, con la inestimable aportación técnica de los pilotos, Ferrari irá tomando el rumbo correcto. Hasta los más jóvenes del lugar recordarán la pretemporada de 2004 en la que se comenzaba a descartar a los monoplazas rojos hasta que en una última jornada de tests en Imola, Schumacher dejó claro lo que nos esperaría durante el año.
Hay que comprender que el enlace entre Alonso y Ferrari es a largo plazo. Tampoco para pensar en qué no pisará una fábrica que no sea la de Maranello en lo que le queda de carrera, pero aún menos como para hacer correr ríos de tinta si quién gana en Bahrein no es un coche rojo, aunque veo difícil que los "medios" desaprovecharan tal oportunidad para criticar a los de Domenicali. Después de todo, ¿no lo hacían con Renault?
En definitiva, hemos visto la presentación de los embriones de los monoplazas de los dos equipos más importantes del Gran Circo. Impresiones aparte, me quedó con el romántico detalle de McLaren, que como siempre, presentó su monoplaza sobre un pedestal. No como un mero coche pisando el mismo suelo que los mortales, sino como la auténtica obra de arte que son cada una de estas máquinas.
