Katayama, de 46 años, telefoneó desde su móvil para pedir ayuda después de informar de la muerte de uno de sus compañeros y confirmar que un tercero estaba gravemente herido en algún punto cerca de la cima del coloso japonés.
Katayama desde 1992 a 1997 se ganó el cariño del paddock pese a sólo conseguir cinco puntos, gracias a su sentido del humor y su agresivo pero limpio modo de conducir. En 1994, le fue diagnosticado un cáncer, que ocultó hasta final de su carrera para no ponerlo como escusa de su mal rendimiento. Tras su retirada de la Fórmula Uno, Katayama compitió en Le Mans y se comenzó a interesar por la escalada.
El japonés, que ya había conquistó uno de los picos del Himalaya y tenía la intención de continuar con su carrera de alpinista, suportó junto a sus dos compañeros, ambos reputados alpinistas, una temperatura de unos 25 grados bajo cero a lo que se sumaban fuertes vientos en la cumbre, fatales para sus dos compañeros.