Los fríos números de la estadística ubican a Lewis Hamilton como uno de los cinco pilotos más grandes de la Fórmula Uno.
Es cierto que los números no son más que eso y que no siempre marcan la tendencia o, en este caso, lo que el aficionado o mismo el ambiente especializado piensa.No es motivo de esta nota realizar comparaciones o buscar quién fue el mejor de todos. Soy de los que cree que cada referente pertenece a tiempos distintos de una especialidad tan compleja y evolutiva como la F1.
Hamilton es el merecido campeón 2017. Nadie podría poner en duda la legitimidad de su logro. Ha ganado su cuarto titulo en gran forma, fundamentalmente la segunda parte de la temporada donde no solo fue contundente sino que también aprovechó el debacle de Ferrari y Vettel, su gran rival por la corona.
Las primeras carreras del año fueron palo y palo con Vettel, sin sacarse demasiada diferencia. A partir de Mónaco, donde Lewis tuvo una floja performance sin superar la Q2 y con un pálido séptimo puesto en carrera, quedó a 25 puntos, con un panorama ciertamente complicado, con el Mercedes que no era veloz, o por lo menos no todo lo veloz que debía ser para pelear contra la Ferrari.
Al GP de Hungría Hamilton llegó a 21 puntos de Vettel. El campeonato, entrando en la segunda parte, requirió del esfuerzo de Lewis para descontar y pasar a liderar.
Triunfos contundentes en Bélgica, Monza, Singapur y Japón lo elevaron en la tabla. Los tropiezos de Vettel en Singapur donde chocó en la largada, Malasia donde largó último por la rotura del turbo en la clasificación, y Japón donde abandonó por una bujía, contribuyeron para que Hamilton se escape rumbo a la coronación.
A ver. Hamilton hizo todo lo que tenia que hacer. Poles y victorias. Su recuperación, con Vettel sin problemas ni errores, hubiese sido más cuesta arriba, sin dudas.
La fiabilidad de Mercedes, más su labor, le permitieron capturar la punta y no dejarla más hasta la coronación del pasado fin de semana en México.
En este punto de análisis es donde algunos estiman que más que ganarlo Hamilton, este campeonato lo perdió Vettel. Son puntos de vista, todos respetables. Vettel puede haber sido responsable del error en Singapur, pero Ferrari y su falta de fiabilidad en los momentos claves lo dejó en boxes en la clasificación de Malasia y la carrera de Japón. Yo diría fifty/fifty para equipo y piloto. No cuento lo del domingo en México donde, a mi juicio, Vettel es responsable de las maniobras friccionadas primero con Verstappen y luego con Hamilton, roce que mandó a los pits a ambos que luego debieron recuperar.
En realidad el campeonato ya estaba definido antes de largar en México, aunque matemáticamente los números le daban al alemán de Ferrari.
Ahora bien. En diez años de F1, Hamilton ganó cuatro títulos, 2008/14/15/17, quebró el record de poles con 72 con un promedio de casi el 35% de las 206 carreras disputadas; ganó 62 GP con un promedio del 30% siendo el segundo en la historia por cantidad y el tercero en promedio triunfos/GP corridos detrás de Fangio y Clark.
Tiene 116 podios. En cantidad está segundo detrás de Schumacher, y en promedio es el mejor de todos en la historia de la F1.
Los números, fríos como dije en el inicio de la nota, lo colocan bien arriba en casi todos los ítems medidos. No es poco.
Velocista nato, ganador indiscutible, carismático y polémico, querido y resistido, mas que nada por su forma de ser abajo del auto, donde está mas cerca de un rock Star que de un piloto, Hamilton desanda el camino de la gloria.
Los desafíos son todavía grandes. Él mismo dijo que quiere seguir ganando. Solo habrá que ver cuanto más y hasta donde llegará.
México 2017