Daniel Ricciardo se llevó la victoria del Gran Premio de Azerbaiyán 2017, quién lo iba a pensar después de ver dónde finalizó su Clasificación: contra el muro. El australiano empezó la prueba 10º y llegó a rodar en los últimos puestos debido a una parada anticipada.
Si uno ve los siempre fríos resultados que dejó este Gran Premio, se da cuenta de lo inusual que fue. Pero si ya ve la carrera, es imposible que quede indiferente. Porque lo más impactante no fue que Daniel Ricciardo se hiciese con la victoria, fue cómo se llegó hasta esa situación.Un Mundial que ya estaba lleno de emociones
Prácticamente desde que diera comienzo este Campeonato teníamos claro que los obvios contendientes al título eran Sebastian Vettel y Lewis Hamilton. Para mí, junto a Fernando Alonso, los mejores de la F1 actual. Durante todo lo que llevamos de temporada me he sentido muy afortunado de ver a estos dos fuera de serie pelear de tú a tú. Hacía mucho tiempo, muchos años, que no veíamos a dos pilotos de dos equipos diferentes pelear por el Mundial. Y creo que esto es algo clave para que la emoción se vea incrementada en esta categoría.
Estos últimos años hemos tenido el placer de ver pelear por victorias y Mundiales a Nico Rosberg y Lewis Hamilton. Pero al final siempre quedaba la sensación de que todo quedaba en "casa"; que Mercedes siempre podía intervenir, que quien hacía la Pole era quien tenía las mayores papeletas de hacerse con el triunfo el domingo.
Este año, sin embargo, tenemos a dos equipos luchando. Dos formas de ver una misma carrera, más posibilidades, Grandes Premios más abiertos. De estas primeras 8 carreras que llevamos disputadas, en 5 de ellas ha ganado un piloto que no salía de la Pole Position. El líder del Mundial, Sebastian Vettel, ha ganado 3 carreras y ninguna saliendo desde la primera posición.
No veíamos a dos equipos diferentes luchar desde 2012, cuando Fernando Alonso y Sebastian Vettel se jugaron el título de dicho año. Incluso este año tenemos algo que en esa época no existió: ambos contendientes al título tienen una máquina muy similar a nivel de prestaciones. Esto nos ha llevado a ver luchas preciosas y directas, como la que tuvimos en el Gran Premio de España o en el inaugural Gran Premio de Australia.
El compromiso entre deporte y espectáculo: necesidad en Fórmula 1
Pero en Bakú, como dijo el propio Lewis Hamilton, se produjo un punto de inflexión en esta lucha por el Mundial. Se sobrepasaron límites deportivos, Vettel se equivocó y se excedió. En Azerbaiyán no solo se luchó por el título, se fue más allá. No voy a entrar en lo que sucedió en si, creo que este artículo tiene otro propósito.
¿Qué significa para la F1 lo que ocurrió el domingo? Vayamos al grano: para mí lo que ocurrió en el Gran Premio de Azerbaiyán es muy bueno para la Fórmula 1. No quiero que se me malinterprete, creo firmemente que la acción de Vettel dejó mucho, muchísimo, que desear. Pero no hemos de olvidar que la F1 es también, y tal vez por encima de todo, un espectáculo. Que cada uno juzgue en qué medida lo debe ser.
Por muy mal que me sentara la acción de Vettel, al mismo tiempo mordía mis uñas por saber qué sucedería en las próximas vueltas. ¿Sancionarían a Sebastian, cómo sería esa sanción, lucharían Lewis y Sebastian al final de la carrera? Y no solo tenía esa sensación de incertidumbre, no. Tenía la sensación de haber presenciado uno de los momentos que iban a marcar el devenir de este Campeonato del Mundo, algo que seguro pasará a la Historia del automovilismo y la F1. Porque en Bakú la lucha entre Sebastian Vettel y Lewis Hamilton fue tocada por la épica, se fue más allá en una disputa que ya estaba siendo preciosa hasta el momento.
Todos recordamos a Senna y Prost, a Lauda y Hunt, a Piquet, a Mansell... Sus historias están llenas de drama y espectáculo, de disputas feroces entre pilotos. Creo que es innegable que son sentimientos que afloran, y que son necesarios, en el deporte del motor y en concreto en la Fórmula 1.
Y vuelvo a emplazar a mis lectores y lectoras a que no se me malinterprete. Desde un punto de vista purista y deportivo, lo que se quiere -y quiero- ver son luchas encarnizadas entre pilotos desde el pleno respeto, se quiere ver a los pilotos correr. Pero a su vez considero que episodios como los vividos el domingo son parte de la Fórmula 1, son muchos los ejemplos que tenemos en el pasado, es algo que no va a cambiar.
Al fin y al cabo, como decía, es lo que queda en la memoria de los espectadores, por lo que muchos quedan enganchados a esto. El domingo por la tarde vi en las redes sociales a unos aficionados que no cabían en si, todo se inundó de Fórmula 1, de teorías, de opiniones, de más ganas que las que hacía mucho tiempo que no veía porque llegase la próxima carrera.
Chase Carey y Ross Brawn salieron de Bakú con una sonrisa dibujada en la cara, conscientes del buen espectáculo que ese día se había ofrecido. Se han hartado de decir que quieren recuperar esa emoción y esa épica que tenía el pasado, en Azerbaiyán la lucha entre Vettel y Hamilton cogió estos tintes. Desde el Gran Premio de Australia, como decía al inicio de este artículo, la Fórmula 1 ha ganado en emoción, y creo que en Bakú se ha dado otro paso adelante en este sentido. Es algo que no se maneja, la pista y los pilotos te lo dan o te lo quitan.
Lo positivo que esto trae a la F1
Lo más importante, al menos para mí, no es esto. Como aficionado ya arraigado a esta categoría, tengo otra perspectiva diferente a la comercial o a la atracción de nuevos seguidores. Como decía, las sensaciones que me ha dejado este Gran Premio -tanto cuando lo seguía como a posteriori- son increíbles. Me siento muy afortunado, más de lo normal, de ser aficionado a la Fórmula 1. A partir de Bakú se le ha añadido una pimienta a este Campeonato que creo que nos acompañará hasta noviembre. ¡Y cómo me gusta!
Nos leemos.