De no ser por la compra de Renault en 2016, Lotus habría entrado en bancarrota y estaría afrontando una dura situación en estos momentos. Las causas de dichas pérdidas apuntan principalmente a dos hechos: la disminución de ingresos obtenidos para afrontar la temporada (de 136 a 93 millones) y la reducción de las ventas en el mercado (unos 13 millones menos que en 2014).
La compra de Renault consistió en "un movimiento positivo de fondos de los accionistas por 90,5 millones de euros, que representa la capitalización de los préstamos existentes de la compañía con la adquisición de Renault SA y la renuncia de intereses relacionados con los préstamos y otros acreedores".
Según la propia marca francesa advertía, el objetivo en 2016 sería "reconstruir la compañía con el nivel adecuado de gastos, ingresos y nuevas prácticas de trabajo que reflejen las ambiciones a largo plazo de Renault y su estricto modelo de negocio. Se espera una mejora del rendimiento en pista en la segunda mitad de la temporada, pero dado el hándicap por la falta de desarrollo en 2015, el equipo no espera mejorar su posición en el Campeonato de Constructores anterior".