Sin embargo, Toto Wolff, jefe del equipo, ha reconocido que la configuración electrónica que dejó a los pilotos sin potencia extra en algunos sectores del circuito pudo haberse visto peor desde el asiento que desde fuera. "No sabemos cuánto es exactamente, y hemos de analizarlo, pero según los datos, fueron dos décimas por vuelta. Pudo haberse visto como mucho más porque el motor fallaba entre las curvas 2 y 3, justo donde esperas el mayor empuje", explica Wolff.
Las constantes frustraciones de Hamilton al volante de su Mercedes mientras intentaba activar el modo correcto del motor hicieron que la situación parecía peor de lo que realmente fue. "Estoy convencido de que el problema estaba ahí desde el principio, así que tuve complicaciones; se sentía como si no tuviera ritmo. Pero noté al comienzo de las rectas que estaba perdiendo terreno y, por lo tanto, estaba teniendo problemas para adelantar al resto. Hice una vuelta rápida al final cuando la potencia volvió, el equipo dijo que no era un problema grave, pero luego fui un segundo más rápido, así que evidentemente sí lo fue", señala Hamilton.
No obstante, Wolff ha explicado que la mayor diferencia en el tiempo por vuelta una vez que las configuraciones se solucionaron pudo haber estado en la habilidad de Hamilton para concentrarse solo en pilotar, en vez de en estar distraído por la configuración: "Es importante comprender que, una vez que no tienes el ritmo en un circuito urbano y la cosa va mal, cuando añades un problema técnico, todo se complica más".
Europa 2016