Por consiguiente, van der Garde anunció que había llegado a un acuerdo con Sauber sobre su contrato, a cambio de una generosa compensación económica. "Fue muy extraño. Al llegar, debería haber dicho: 'Hola a todos, estoy aquí para correr'. Pero cuando llegué al motorhome, nadie me dirigió la palabra. Todos aquellos con los que había trabajado el año anterior cuando era piloto probador de este equipo me ignoraron. Nadie se dignó ni siquiera a mirarme y me pregunté qué pasaba", comenta el piloto en la revista oficial de F1.
Enemigos íntimos
"Fui a buscar a Beat [mánager de Sauber] y se contentó con lanzarme un par de zapatos. Me cambié en el garaje para hacerme el asiento, pero los pedales estaban regulados para Ericsson. Aparentemente, no podían cambiarse y no quisieron ajustar mi posición metiendo más espuma. No tengo ni idea de lo que dijo el equipo antes de mi llegada, pero si son honestos en el fondo de su corazón, admitirán que nunca habrían recibido su salario si nosotros no hubieramos puesto dinero en Sauber. Cuando les vi en Melbourne, de repente nos convertimos en enemigos, y eso es francamente ridículo", añadió.
En este sentido, van der Garde cree que los miembros del equipo Sauber tendrían que haberle tratado con más respeto: "Comprendo que estaban inquietos, ya que pensaban que su trabajo estaba en juego, pero creo que merecía un poco más de respeto. Solamente los ingenieros se comportaron de forma normal conmigo, y me dijeron: 'Si me hubieran tratado de esa forma, también habría hecho valer mis derechos'. Fue bueno escuchar eso, y otros pilotos con los que me encontré me dijeron exactamente lo mismo".