La carrera de Sato fue meteórica. Comenzó en el kart a una edad extremadamente inusual, los 19 años, pero se le dio tan bien que solo dos años después ya estaba en Europa, compitiendo en monoplazas. Ganar el prestigioso Gran Premio de Macao de F3 le valió el apoyo de Honda y le abrió las puertas de la Fórmula 1. En 2002, apenas seis años después de subirse por primera vez a un kart, Takuma Sato ya estaba en Fórmula 1.
Llegada a la F1
El primer equipo sería Jordan, motorizado por Honda, por supuesto. Los únicos motores que Takuma usaría en toda su andadura por la Fórmula 1. Veloz pero poco fiable, Sato estaría a punto de comenzar la temporada sumando en Australia. Pese a salir último, el japonés supo aprovechar una carrera plagada de accidentes y ya en la primera vuelta rodaba séptimo. Llegó a colocarse sexto, última posición que por entonces daba derecho a puntos, pero un fallo eléctrico en su Jordan echó por tierra las esperanzas de Takuma. Los puntos tendrían que esperar hasta la última carrera, en casa, en Suzuka, el circuito de Honda en el que Sato sentía el calor de la grada, volcada con su nuevo héroe sobre ruedas. El sábado Takuma se colocó séptimo en parrilla, con mucho su mejor clasificación del año. En carrera mantuvo firmemente su posición, la primera que se quedaba sin puntos, durante toda la carrera.
Superar a los seis grandes, Ferrari, McLaren y Williams, era imposible, sin embargo las averías de Coulthard y Ralf Schumacher permitieron que Sato escalase hasta la quinta posición, sumando los primeros puntos de su vida ante su afición y regando de nuevo de éxitos el suelo nipón, que no veía a uno de los suyos puntuar desde Nakano en 1997. Con esos dos puntos Sato maquilló un año irregular, de presentación, en el que Giancarlo Fisichella con el otro Jordan le superaría sistemáticamente. Incluso en Mónaco el japonés estuvo cerca de llevarse por delante al italiano a la salida del túnel, en un accidente complicado que afortunadamente fue menos grave de lo que pudo. Honda dejaría Jordan, y Sato con ellos. El nuevo destino iba a ser BAR-Honda, aunque esta vez tocaría ver las carreras desde el muro.
Oportunidad en casa
En Suzuka, otra vez allí, el templo de los pilotos japoneses, Takuma Sato iba a regresar. Estamos en 2003 y BAR se ha cansado tanto de Jacques Villeneuve, y viceversa, que han roto incluso antes de la última carrera del año, en la que Schumacher y Raikkonen pelearán por el título. Y ahí estaba Takuma. El objetivo primordial, ante todo, era no inmiscuirse en el título. Parecía complicado, pero el sábado en parrilla el alemán estaba decimocuarto, justo por detrás de Sato. Se mascaba la tragedia. No pregunten como, pero en la vuelta seis Michael Schumacher estaba empotrándose contra la parte trasera del BAR. Por suerte no fue muy grave, y tampoco fue culpa de Takuma. Nada que le pudiesen reprochar. El Honda del japonés estaba intacto y dispuesto a volver a dar gloria a Suzuka y a su gente. Con mucha carga de combustible, los dos BAR comenzaron a progresar mientras los demás se detenían en boxes.
En la vuelta catorce los dos Honda lideraban la carrera, con Button primero y Sato segundo, en Suzuka. Un baño de masas. Tras las detenciones de los BAR se estabilizaron las plazas, los dos coches del equipo superaron a los dos Toyota, lo enemigos naturales de Honda que estaban haciendo una gran carrera, y finalmente Sato entró en meta sexto, de nuevo en los puntos. Solo había puntuado en su vida en dos carreras, y era en las dos últimas, que a su vez habían sido en Suzuka. Corriendo solo una prueba en 2003, Sato sumó la mitad de puntos que Villeneuve, que tomó la salida hasta en quince ocasiones. Ante esto, a BAR-Honda no le quedaba más remedio. Takuma Sato sería piloto titular durante la temporada 2004, la de la consagración.
Qué buen momento tuvo Sato para ser piloto titular de BAR. Después de años de mediocridad en el equipo, por fin iban a construir una máquina ganadora. Bueno, hubiese sido ganadora en caso de no haber coincidido en el tiempo con uno de los mejores coches de la historia de la Fórmula 1, el F-2004 que Ferrari puso al servicio de Schumacher y Barrichello para que entre ambos ganasen quince de las dieciocho carreras de la temporada. Y de las tres sobrantes ninguna cayó en BAR, que pese a todo logró ser subcampeona de constructores sin demasiados apuros. Para Sato los primeros puntos llegaron en la tercera carrera, en el nuevo circuito de Bahrein. Takuma fue quinto en parrilla, y consiguió reproducir ese resultado el domingo en la carrera, aunque fuese a base de hacer volar por los aires al pobre Ralf Schumacher cuando trató de adelantarlo. Huracán Sato había llegado a la Fórmula 1. 2004 sería el año de las fogatas. Hasta en seis ocasiones su motor Honda reventó, dejando tirado al piloto japonés. En Mónaco fue una de ellas, y acabó provocando un accidente terrible en la zona de Tabac. El Sauber de Fisichella acabó bocabajo. En Barcelona no hubo barbacoa y Sato volvió a los puntos, otra vez quinto, aunque en esta ocasión desaprovechando una tercera posición en parrilla que indicaba que el piloto japonés ya podía pelear por los podios. Y justo en esta pelea nos habíamos quedado.
Podio mítico en Indianápolis
Indianápolis es un circuito corto pero eso no impedía a los Ferrari volar. Barrichello se quedó con la pole, con Schumacher detrás. Takuma Sato batió a Button en la clasificación, quedándose la tercera posición de la parrilla. En la salida un espectacular Alonso pasa de ser noveno a tercero, superando al japonés, pero poco más adelante el Renault revienta un neumático, volviendo Sato a su posición original. Al segundo BAR, el de Button, le falló la caja de cambios, dejando solo al japonés. Después del fuerte accidente de Ralf Schumacher, y con Montoya descalificado, el único rival por el podio era Jarno Trulli, que había remontado desde la última posición de salida y, beneficiado por los Safety Car y con una buena estrategia, rodaba en tercera posición a diez vueltas del final. Sato estaba en tráfico, pero en cuestión de dos vueltas se desencadenó la tormenta nipona. Primero Webber, luego Coulthard, después Fisichella y finalmente Heidfeld. Cuatro adelantamientos en dos vueltas que permitieron a Sato salir del tráfico y esperar la parada de Trulli para recoger la tercera posición del podio, en un trazado mágico, histórico, legendario. Takuma era el segundo japonés en subirse a un podio de Fórmula 1, el primero en hacerlo fuera de Japón. El sueño ya era realidad.
El año terminó con Sato puntuando más regularmente. Fue cuarto en Monza y Suzuka, siempre detrás de Button, y cerró el año con 34 puntos que ayudaron al equipo a obtener el subcampeonato de constructores por delante de Renault. Nunca BAR volvería a rodar tan alto. En 2005 la pareja de pilotos continuó, aunque debido a una enfermedad Takuma tuvo que dejar su asiento a Davidson en Malasia. El coche no era ni mucho menos tan competitivo como el anterior. En San Marino Button llegó tercero y Sato quinto, pero posteriormente fueron descalificados por usar un depósito de combustible adicional. BAR-Honda fue sancionada con dos Grandes Premios, España y Mónaco, sin competir. Entre unas cosas y otras, hasta Francia, décima carrera del mundial, no consiguieron sumar sus primeros puntos los subcampeones. Para Sato la travesía fue aún más dura. Solo logró sumar un punto, en Hungría mercedes a una octava posición. Mientras Button puntuó en las diez últimas pruebas, haciendo dos podios y llegando a los 37 puntos, Sato se quedó con esa solitaria anotación húngara en su casillero. Un resultado demoledor que destrozó toda la reputación de Takuma. En Suzuka, en su casa, donde siempre había puntuado, hasta con el Jordan, selló su sentencia. Descalificado por conducción peligrosa. Chocó con Barrichello y, posteriormente, con Trulli. El lugar que antaño le había colmado de gloria esta vez significaba su adiós definitivo a BAR, que sería comprado totalmente por Honda y sustituiría al piloto japonés con Rubens Barrichello.
Super Aguri rescata al japonés
Pero Honda no iba a dejar a Sato en la estacada. En 2006 un nuevo equipo, prácticamente filial de la marca japonesa, iba a entrar en Fórmula 1. Super Aguri, creado y dirigido por Aguri Suzuki, el otro piloto japonés hasta entonces, luego se uniría Kobayashi, en hacer un podio en Fórmula 1. Y Takuma Sato iba a ser la gran estrella del equipo. Juntos, vivirían momentos de auténtica heroicidad. Un equipo humilde, el que más de toda la parrilla, por momentos era protagonista de las carreras. La primera temporada fue de adaptación a la categoría. Super Aguri pasó por momentos turbulentos y varios cambios de piloto en el segundo coche, por el que desfilaron Yuji Ide, Franck Montagny y Sakon Yamamoto. Pese a todo Sato consiguió ser décimo en Brasil, la última carrera del año, un lugar que con la puntuación de hoy en día le hubiese otorgado un punto. La temporada 2007 iba a ser la de los sueños, posiblemente el mejor año de Takuma Sato en Fórmula 1.
En el Gran Premio de España, cuarta carrera del campeonato, saltaba la sorpresa. Sato lograba ser decimotercero en parrilla con el Super Aguri. Al día siguiente, tras una lucha fantástica con el Renault de Fisichella, acababa octavo, en los puntos. El humilde equipo japonés lograba puntuar por primera vez en su historia. Solo dos carreras después, en Canadá, iba a llegar la sublimación de lo imposible. Sato partía undécimo, rodando la Q3. En la salida ganó alguna posición, llegando a situarse noveno, a las puertas de los puntos, cuando llegó la locura. Un terrible accidente de Robert Kubica sacaba a pista el Safety Car, lo que provocaba un desbarajuste de posiciones. Sato perdió varias, y fue su compañero Davidson quien las ganó, llegando a rodar tercero hasta que desafortunadamente chocó contra un animal que cruzaba la pista. Takuma por detrás recuperaba, e increíblemente superó al Ferrari de Kimi Raikkonen con una fantástica maniobra en la horquilla. Un nuevo Safety Car en las últimas vueltas dejaba a Sato noveno, rondando la zona de puntos a la que accedería tras detenerse en boxes Barrichello. Pero ahí no iba a parar el huracán japonés.
A cinco vueltas del final Sato adelantaba a Ralf Schumacher y se ponía séptimo, y a las puertas del mayor reto. Quien rodaba sexto era Fernando Alonso, líder del mundial, campeón de los dos últimos títulos y piloto de McLaren-Mercedes. La empresa parecía imposible, pero a tres vueltas del final Sato lanzó su Super Aguri por fuera en la recta de atrás del circuito de Montreal. Al llegar a la última curva del trazado, Alonso tuvo que claudicar ante un tifón japonés, Takuma Sato, que con un Super Aguri llegaba a meta en sexta posición y completaba probablemente la mejor carrera de su vida. Hasta casi el final del campeonato, esos puntos sirvieron a Super Aguri para mantenerse delante de su equipo matriz, Honda, que finalmente los adelantó en la penúltima carrera merced a un quinto puesto de Button.
Quién sabe si esa posición perdida a última hora con la casa matriz fue decisiva en el desenlace económico del equipo. A mitad de la temporada 2008, después de solo cuatro carreras, el equipo tuvo que dejar la Fórmula 1, ahogado económicamente, y terminando así con la andadura de Takuma Sato en la categoría reina del automovilismo. Terminando con un piloto guerrero y peleón, ligado siempre a Honda y que posiblemente se encontraba en su mejor estado de forma. Se llegó a tantear la opción de que volviese a los mandos de un Toro Rosso, o incluso de un Renault, pero nada de eso cuajó. Sato tuvo que hacer las maletas hacia América, y ahora anda enrolado en la nueva Fórmula E, una vez más al lado de Aguri Suzuki. Y siempre dejando su poso carismático y su eterna sonrisa. La de un piloto que, como buen japonés, disfruta de las carreras, vive para ello. Guerrero pero noble, Takuma Sato siempre tendrá un hueco en el corazón de los amantes de la Fórmula 1.