Su bacheado asfalto condicionó su temprano adiós del calendario del Gran Circo y la seguridad de sus descendientes y ciegas curvas jugó en contra de su pervivencia. Aún así, el viejo Mosport Park logró dar tardes de gloria a millones de aficionados. La primera, sería aquel 27 de agosto de 1967. Bajo la lluvia.
El verano también es canadiense
La Fórmula 1 acostumbraba -y de hecho sigue haciéndolo- a visitar países europeos durante los meses de verano. En un intento por atraer a los aficionados en sus meses de menos actividad laboral, como norma general. Pero en 1967, la FIA decidió que ese nuevo país que se interesaba por su categoría celebraría a finales de agosto su primer Gran Premio de Fórmula 1.
Desde su inauguración en 1961, el Mosport Park había sido referencia en la Can-Am y lugar de pasión y altas pulsaciones para muchos. Su quinta curva, doble y a derechas, que se iba cerrando después de abrirse, la llamada 'Moss' en honor al piloto británico -"muy apropiadamente", diría Bruce McLaren en el 67'-, era una de las principales atracciones aquel fin de semana. Denny Hulme llegaba como líder del Campeonato tras siete citas. Jack Brabham seguía a su compañero de equipo y Jim Clark, junto al ferrarista Chris Amon, trataban de no perder la comba de la lucha por el título.
Llegados al primer fin de semana canadiense del verano de la Fórmula 1, Bruce McLaren lograba poner en pista su ansiado McLaren-BRM M5A y dejaba de lado la segunda montura del equipo Eagle, la cual recaía en las manos de Al Pease -piloto local- para completar la parrilla de aquel fin de semana. En la lucha por la pole, los dos hombres británicos de Lotus lograron ganar la batalla a Brabham y Ferrari, con Dan Gurney metiendo a su Eagle T1G en la segunda fila de parrilla.
Cambio de tercios
Jim Clark se había apuntado su 30ª pole position en una muestra de habilidad, sangre fría y templanza combinadas a partes iguales entre el subeibaja canadiense. Denny Hulme compartía primera línea con los dos Lotus-DFV49 y Chris Amon acompañaba al norteamericano y su Eagle en la segunda fila. McLaren, Brabham y Rindt verían las traseras al descubierto de los cinco primeros como espectadores de lujo. Nada podía preverse en las 90 vueltas de las que se compuso aquel primer Gran Premio de Canadá pero la lluvia hizo que la primera casilla de salida valiera aún menos en el viejo Mosport Park.
Quedará en el recuerdo aquella intensa lluvia y las miradas sorprendidas de los aficionados. Quedará en el recuerdo aquella primera vuelta en la que Stewart pasaba a Jack Brabham y Bruce McLaren y Hulme hacía lo propio con el Lotus de Hill. Algunos recordarán haber compartido chubasquero en lo alto de las colinas de Mosport Park mientras los monoplazas subviraban en cada curva mojada y el spray ascendía algunos centímetros por encima de las ruedas.
Sólo cuatro vueltas necesitó Denny Hulme para medir las distancias con el Lotus de Jim Clark y superarle en una trazada totalmente distinta a la de la leyenda británica. Tres vueltas más tarde, Jack Brabham haría lo propio con el Lotus de Graham Hill y metería al otro coche de la escudería con su apellido en puestos de podio. Por detrás, rodando en unos monoplazas que lograban llegar a los 201km/h sin apenas aerodinámica, Bruce McLaren remontaba desde la 12ª posición a la que se vio relegado en la tercera vuelta tras trompear en la encharcada pista canadiense.
El neozelandés superaba a su mentor, Brabham, por el tercer cajón del podio en la vuelta trece. Sólo había necesitado diez vueltas para remontar nueve posiciones en la lluvia del viejo Mosport Park. Nueve más necesitaría para hacerse con el segundo puesto de Jim Clark y el asfalto comenzaba a secarse, poco a poco. Con paciencia.
El agua se va y McLaren pierde fuelle
El nuevo monoplaza de Bruce McLaren no se comportaba de manera tan excelente en seco como sí lo hacía bajo la lluvia y sus anteriores 'víctimas' sonreían tras sus gafas anchas ante la posibilidad de devolverle la jugada. En la vuelta 28, Clark, y en la 46, Brabham, se cobraban su venganza fría y seca.
Pero no sólo el segundo cajón del podio iba a variar en aquella tarde de agosto del 67'. Denny Hulme comenzaba a perder ritmo y Jim Clark, sin consideraciones, le daba caza y captura en la vuelta 58, aún a 32 para ver la bandera a cuadros. Pero los paraguas comenzaban a abrirse de nuevo. El trazado a las orillas del Ontario no quería decepcionar en su primera cita con la historia de la Fórmula 1 y volvía a intentar barajar las cartas de los héroes sobre ruedas.
En la vuelta 68, el motor del británico de Lotus, líder de la prueba, dice 'basta'. Pero no será Denny Hulme quien herede la primera posición. Jack Brabham aprovecha su oportunidad ante su compañero de equipo y deja tras de sí al neozelandés, ganando dos posiciones con un sólo movimiento.
Canadá 2014