Abril de 1975
Como esta temporada, en 1975 la temporada europea comenzaba en Barcelona pero lejos de Montmeló. Tres ganadores diferentes en las primeras tres carreras, con Fittipaldi, Pace y Scheckter acariciando la gloria temprana. Niki Lauda y Clay Regazzoni llegaban a los mandos de un 312T al que en Maranello habían revisado a fondo y con el que trabajaban por alcanzar a Brabham, McLaren y Tyrrell.
Cambios de última hora en algunas alineaciones hacen que el paddock de Montjuic tenga caras nuevas entre los garajes. Pero el protagonismo se trasladará inmediatamente a las escasas medidas de seguridad que el trazado catalán presenta. Ante la peligrosidad de algunas curvas y a pesar de que los pilotos de los 70' estaban acostumbrados a bailar con la señora de la guadaña al filo de lo imposible, la GPDA se planta en conjunto y decide no tomar parte de los Libres del viernes. Emerson Fittipaldi encabeza una protesta secundada por el resto de la Asociación de Pilotos, presidida por Denny Hulme. Sólo algunos, como Jacky Ickx, tomar parte de la sesión ante las miradas críticas y severas de sus compañeros de profesión.
El filo de la navaja en el que la Fórmula 1 de aquellos años bailaba apenas tenía anchura y las laderas de Montjuic podían ser protagonistas de un trágico fin de semana. El plante de los pilotos hace repensar a las autoridades la situación y disposición de las barreras de protección a lo largo de todo el trazado. La noche del viernes no ve descansar a los operarios del trazado barcelonés y en la mañana del sábado aún queda trabajo por hacer. Tal es así que los equipos envían mano de obra propia para ayudar en las modificaciones de seguridad. Los pilotos, no obstante, siguen creyendo que su vida pende de un hilo aquel fin de semana de abril del 75'.
La celebración del Gran Premio corre el riesgo de no producirse y los organizadores tratan de presionar a los pilotos, siempre con Fittipaldi como líder, obteniendo la respuesta no deseada: la GPDA irá a los tribunales y presentará una denuncia a la Guardia Civil española. La presión es tal que los equipos logran convencer a sus pilotos para que cedan y acepten las modificaciones realizadas en la madrugada del viernes al sábado. La sesión clasificatoria se pone en marcha y el Ferrari 312T consigue demostrar su potencial sobre el legendario recorrido catalán.
Niki Lauda se hace con la pole -la décima de su carrera deportiva- y Clay Regazzoni respalda a su compañero en la primera línea de salida. Un tal James Hunt es tercero, con el peligro rondando su monoplaza como fiel compañero y gota motivadora para el inglés. Jochen Mass arrancaría 11º en parrilla. Un alemán a bordo del McLaren-Ford. Fuera de las quinielas. Apenas merecía una mirada de más.
Fittipaldi no cede
Fittipaldi sigue con su cruzada personal y arranca último como protesta, tras haber completado las tres sesiones necesarias para poder participar en la carrera del domingo. La guerra por la seguridad se prolonga hasta el domingo. El brasileño anuncia a primera hora de la mañana que bajo esas condiciones y en ese circuito no correrá. La atmósfera se enardece y Fittipaldi se mantiene firme. No correrá en las callejuelas del monte de los sueños barcelonés.
Lauda es capaz de mantener su posición por delante de Regazzoni, Andretti y Brambilla en la salida, pero estos dos últimos contactan en la primera horquilla y el Pamelli-Ford del norteamericano toca al Ferrari de Lauda, acabando con el objetivo del austriaco pegado al guardarraíl. El coche rosso comienza a arder pero los comisarios logran apagar un fuego que impacta más que daña. El hermano de Emerson Fittipaldi, Wilson, y Arturo Merzario, abandonan en solidaridad con el campeón carioca tras dar un sólo giro a Montjuic.
Los abandonos se suceden y en la vuelta 7 ya sólo quedan dieciséis monoplazas de los veinticinco que tomaron la salida. Montjuic no perdona errores. Ni descuidos. Una mancha de aceite en el suelo pone fin a la carrera de James Hunt y este es sólo un ejemplo de las adversas condiciones a las que los pilotos tuvieron que sobrevivir aquel 27 de abril de 1975. En la décima vuelta de carrera, Andretti sigue ostentando el liderato y Jochen Mass aún rueda sexto. El McLaren va heredando los restos ofrecidos por los rivales.
Pero Mario Andretti pondrá punto y final a su liderato en la vuelta 17, cuando su suspensión trasera dice basta y acaba contra el guardarraíl, como hiciera con Lauda en las primeras curvas. Stommelen hereda un liderato inesperado a bordo de su Hill-Ford y Carlos Pace rueda a cinco segundos de él, después de no haberse unido a la propuesta final de su compatriota Fittipaldi. A falta de siete vueltas para el final, Pace supera a Stommelen pero el brasileño falla y ambos monoplazas se deslizan colina abajo en paralelo.
La tragedia se desata en la recta
Jochen Mass hereda el tercer puesto tras el toque de Peterson con Migault y la victoria ya no parece una utopía después de 24 vueltas a Montjuic. La tragedia sobrevuela la montaña catalana y Stommelen sale disparado a bordo de su monoplaza. El Hill impacta contra las barreras en la Recta de l'Estadi, rebotando en el interior y saliendo disparado hacia el exterior, desintegrándose en su recorrido. Carlos Pace no puede evitarlo y pierde el control de su Brabham mientras varias personas del público resultan heridas. Otras corren peor suerte y perecen en el instante.
Jochen Mass lidera la carrera, por delante de Ickx. El liderato pasa de unos a otros en una ruleta más propia del Tibidabo. Stommelen sigue en su cockpit, gravemente herido, y Pace tampoco se atreve a salir de su habitáculo. Mientras, la carrera continúa y las banderas amarillas siguen ondeando. En la vuelta 29, tras una indecisión incomprensible, la dirección de carrera decide parar el evento y el Conde Villapadierna ondea la bandera ajedrezada a Reutemann y Brambilla en primer lugar, cuando ambos rodaban tercero y quinto respectivamente.