En la ciudad más poblada de nuestro renqueante planeta, donde las costumbres milenarias se juntan con la última tecnología de los gigantes planetarios Apple y Samsung, el espectáculo de los sonidos capados y la tecnología ecológica tendrá lugar este fin de semana, una vez más. Allí no se dan un beso en cada mejilla al saludarse, ni siquiera entre las féminas, el contacto físico con otras personas desconocidas apenas empieza a estar bien visto en el decimocuarto año de este nuevo siglo.
En un mundo que sigue entrando en la modernidad impuesta desde fuera, las tradiciones y los hábitos de siempre siguen primado, aunque pocos irán a las instalaciones del trazado de Shanghái sin su smartphone de última generación o, incluso, sin las llamativas gafas de 'Google'. Los Daniil Kvyat, Kevin Magnussen o Jules Bianchi tratarán de seguir impresionando con sus limitados recursos en un mundo depredador en el que el tirano, por ahora, tiene nombre de mujer y viste de plata.
El 'samurái' venció ante sus rivales en un baile estratégico de cambio de neumáticos en 2013. Lo hizo cuando las Pirelli aún eran las que fueron y Red Bull fallaba a la hora de apretar tuercas de neumáticos. El piloto británico con raíces africanas empata con el asturiano en victorias bajo la contaminación impasible de la ciudad china pero este fin de semana la balanza podría inclinarse del lado de un Hamilton que promete batallar con su compañero de equipo hasta los confines de la temporada.
Y en mitad de un escenario de película moderna, de crítica literaria, la lluvia, el líquido elemento, también reclamará su parte de protagonismo. En Bahréin, última parada hasta el momento, se desarrolló la primera sesión clasificatoria totalmente seca y parece que hasta que se desembarque en Europa, la pole se decidirá en una lucha desigualada en condiciones cambiantes.
Más de uno deberá practicar otra de las costumbres autóctonas si no quiere quedarse sin pelo tras las cuatro primeras citas del calendario. A pesar de cambiar de cabeza visible en el muro de boxes, Ferrari y el 'Tai-Chi' harían buenas migas con una taza de té oriental para recuperar el fuelle perdido. La batalla por las migajas que deje Mercedes-AMG parece que se librará entre los toros rojos y los caballos negros, si el F14-T alza el vuelo cuanto antes.
En el escenario donde la 'planificación familiar' trata de limitar una población que sí es familia numerosa, la Fórmula 1 ofrecerá sus cartas, aquellas con las que ha nacido la nueva era y que, en ese 2014, parece complicado que varíen. Los 8.851 kilómetros de protección frente al exterior que se construyeron en el siglo V a.C. no evitarán que los V6 Turbo 'rujan' roncos entre las curvas reviradas de un 'tilkódromo' que sí presenta algún que otro lugar donde los valientes pueden intentar romper la tónica de no adelantamientos.
Aunque el fervor no iguale el vivido en el vecino país del sol naciente, los chinos animarán a sus ídolos occidentales en 56 vueltas dominicales con final predicho. Tierra de cometas voladoras, con formas de dragones, mariposas y aves eternas, en la que el Ying y el Yang se hacen tangibles sobre el asfalto oscuro de un trazado de automovilismo.