"Sólo quedaban tres semanas para Melbourne cuando supe la noticia, así que el invierno no había sido exactamente cómodo para mí," recuerda Mark. "Pensaba más en que no iba a tener un volante, lo que hubiera supuesto volver a Australia a los turismos o algo así. Tenía contrato para tres carreras, eso es todo lo que pudimos conseguir. Pero hicimos Melbourne y las cosas empezaron a cambiar".
Y es que, lograr un quinto puesto en tu debut al volante de un Minardi en el Gran Premio de casa facilita las cosas a cualquiera, aunque el final de la carrera fue bastante tenso para Mark. "Sólo quería terminar. Recordaba a Paul Stoddart diciéndome 'estaremos orgullosos si tan sólo terminas la carrera' pero luego por la radio me decían: 'bajo ninguna circunstancia dejes pasar a Salo'. Estaba luchando por el quinto puesto y la diferencia era pasar de uno a dos puntos. Estos puntos sí valían, no como los de hoy día. El diferencial del coche no funcionaba, estaba completamente roto pero de algún modo se mantuvo. Entonces Salo se pegó a mí. Eso fue lo que me sorprendió. Sabía que venía y que estaba en un coche más rápido, como el Toyota, pero me decía a mí mismo, 'nada, irá bien. Cuando llegue, sólo le mantendré detrás'. Estaba muy seguro".
"¿Cómo narices era eso posible?"
¡Y lo consiguió! Webber terminó en quinta posición y se convirtió ese día en el primer australiano en conseguir puntos después de Alan Jones y subió al podio para celebrarlo. "Estaba superado por el resultado. ¿Cómo narices era eso posible? Lo do todo en Melbourne en esa primera carrera porque podría no volver a subir al podio jamás. Es increíble: he subido al podio en todo el resto de circuitos del mundo, pero no allí," recuerda el aussie, cuyo mejor resultado en casa fue un cuarto puesto en 2012.