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'LA POESÍA DE LA F1'

GP de Corea 2010: Cuando cayó la noche en medio de la nada

GP de Corea 2010: Cuando cayó la noche en medio de la nada

Sergio Lillo    3 de Octubre 2013 18:27

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GP de Corea 2010: Cuando cayó la noche en medio de la nada

Al bueno de Bernie Ecclestone se le ocurrió llevar la Fórmula 1 al lugar más recóndito del planeta. No podía ser la sabana africana, tampoco la tundra rusa, pero sí podía ser la zona pantanosa del punto más al sur de la península de Corea. Allí donde hermanos, primos y amigos se hallan separados por el paralelo 38º desde poco después de la Segunda Guerra Mundial. Allí donde el Sur trabajaba en el campo, la agricultura y la ganadería, mientras que el Norte se industrializaba y aumentaba su capital económico.

Allí, cerca de Mokpo, donde el Yeongsan desemboca, se creó un circuito de automovilismo. Ecclestone lo avaló y Tilke hizo el resto. "Un circuito urbano", se llegó a decir, pero lo que sí es cierto es que pocas construcciones existen alrededor del trazado coreano. El plan inicial, que representaba rascacielos parecidos a los de Singapur, continúa sin aparecer tres años más tarde. Tal vez, cerrando los ojos se pueda imaginar todo un complejo hotelero y de oficinas rodeando el Circuito de Yeongam, pero cuando se abren, vuelves a la realidad y te das cuenta de que poco sentido tiene estar allí, en medio de la nada.

En 2010 se esperaba que la monotonía fuera la dueña del primer fin de semana en Corea del Sur pero la lluvia, característica por dichas latitudes, hizo su trabajo y animó la parrilla. Vettel y Webber ocupaban las dos primeras posiciones de salida, con Alonso tercero habiendo sido el único en quedarse a menos de dos décimas de ambos Red Bull pero el Coche de Seguridad lideraba la primera vuelta, debido al intensísimo aguacero que caía sobre el trazado asiático.

El diluvio que acabaría en oscuridad

Aquel 24 de octubre de 2010, comenzaría una tradición que no se ha roto hasta el momento: quien sale en la 'pole', no gana la carrera en Corea del Sur. Pequeña maldición en medio de la nada. Sebastian Vettel no ganaría ese año, pero sí los dos siguientes; aquel estreno estaba destinado a otro de los grandes. Con la bandera roja parando la carrera tras tres vueltas completadas, los coches volvían a formar en parrilla, obedientes, nerviosos y expectantes.

GP de Corea 2010: Cuando cayó la noche en medio de la nada

Tras 17 eternas vueltas, el coche de seguridad se marchaba y dejaba a los pilotos demostrar porqué son héroes cada fin de semana y cómo se juegan la vida a bordo de semejantes máquinas. La escasa luz solar comenzaba a hacer mella en la luminosidad del circuito y sólo los grandes son capaces de sacar sus mejores armas en semejantes condiciones. Mark Webber trompeaba dos vueltas más tarde de la reanudación y hacia que el Safety Car no fuera echado de menos por los aficionados que aguantaban el chaparrón.

Un tal Michael Schumacher también se dejó ver y mostró sus armas, sus manos bajo la lluvia, dejando momentos nuevos para la leyenda, como acostumbraba. Las paradas en boxes para montar los intermedios variaron las posiciones pero la traca final iba a llegar a nueve vueltas de la bandera a cuadros, la que sería la primera en ondear en Corea. El monoplaza de Sebastian Vettel ardía desde su zaga y Alonso y Hamilton le superaban. Red Bull no podría sentencia el Campeonato de Constructores en tierras surcoreanas y el alemán quedaba algo más lejos de la primera posición del de Pilotos.

En medio de la nada, con la luz solar apagándose y los focos teniendo que iluminar un semioscuro podio, Fernando Alonso levantaba a lo más alto, con los dos brazos, bien sujeto, el trofeo que le acreditaba como el primer piloto en vencer una carrera de Fórmula 1 en Corea del Sur. En medio de la nada, donde desemboca el Yeongsan y lo urbano del circuito solamente es el asfalto. En medio de la nada, donde la esperanza de Ferrari aún estaba latente y el Mundial no se perdía. En medio de la nada, donde cada uno saca sus propias conclusiones y pareces no pertenecer al mundo real; donde las grúas se ven de fondo y los edificios aún no se vislumbran. Allí, en medio de la nada, la oscuridad cayó y un monoplaza rojo, sin reflejos de luz, cruzó la línea de meta de manera magistral. Allí, donde nunca pensamos llegar y donde la Fórmula 1 es algo que viene del futuro próximo.

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