"Mis primeros cuatro años en Ferrari (de 1973 a 1977, cuando era el director deportivo de la Scuderia) no los olvidaré nunca," relata el presidente de Ferrari. "Aquellos cinco títulos en tres temporadas fueron mis primeros éxitos profesionales, pero no sólo eso: me ofreció la oportunidad de trabajar con una persona extraordinario como Enzo Ferrari y de conocer gente con la que construí una relación basada en el respeto y en el afecto, como fue el caso de Niki Lauda".
"Ferrari me dio el cargo de director deportivo con un único objetivo: volver a la senda de las victorias. Habían pasado muchos años desde nuestro último logro, demasiados: el último título de pilotos databa de 1964, con John Surtees. Necesitábamos volver a juntar todas las piezas del puzle (el equipo, los métodos de trabajo, la estructura) y hacerlo de la mejor forma posible para poder permitir a todos desarrollar su trabajo sin duplicar funciones: los mecánicos tenían que hacer de mecánicos y los ingenieros, de ingenieros. Necesitábamos pasar página, empezando por los pilotos, confiando, sobre todo, en los jóvenes. Los nombres en la agenda eran dos: Niki Lauda y James Hunt. Probamos con el inglés y organizamos una reunión en Maranello entre Ferrari y Lord Hesketh, el dueño del equipo para el que estaba corriendo, y quien le consideraba su protegido. Pero aquello fue como juntar al diablo con agua santa, no salió nada de allí. Así que insistí a Ferrari para que firmara a aquel joven austriaco, apoyado por un viejo amigo de Ferrari, Clay Regazzoni, que había pilotado para la Scuderia unos años antes. Estaban juntos en el BRM y ambos se unieron a nosotros, formando una sociedad muy bien avenida: un suizo-italiano que amaba la vida y sabía cómo disfrutar de ella y entusiasmar a los aficionados, un austriaco que era muy rápido, decidido y excepcional a la hora de desarrollar el coche. En 1974, el título se esfumó justo en la última carrera, en un fin de semana en América que aún me cuesta explicar. Pero en 1975 todo funcionó a la perfección y los resultados llegaron, con un doblete conquistado en Monza, delante de nuestro público, en casa, apoteósico. Fue la realización de un sueño que había comenzado dos años antes, construido día a día, y el fruto de muchos y largos días de trabajo, tardes y noches hablando con los pilotos, ingenieros y mecánicos, y algunas noches sin dormir. Fue una emoción muy hermosa ver la alegría del equipo y de sus aficionados y sentir que, detrás de aquellos éxitos, estaba el fruto también de mi trabajo".
"Ya habíamos pensado en una Scuderia sin Niki"
"1976 y 1977 fueron temporadas diferentes, porque mi papel había cambiado un poco, pero seguía cerca del equipo, sobre todo en los momentos más difíciles, como el accidente de Niki y todo lo que pasó después. Cuando llegué al hospital de Mannheim, aquel domingo 1 de agosto de 1976, percibí el temor de que no iba a conseguirlo en los rostros de los médicos. Pero él nunca se rindió y, cuarenta días después, ya estaba de vuelta en la pista. En Fórmula 1 nunca puedes bajar la guardia, con lo que ya habíamos pensado en el futuro y en la posibilidad de una Scuderia sin Niki Lauda, fichando a Reutemann. Fue difícil explicárselo a Niki, pero los intereses de Ferrari, tanto los de aquel entonces, como los de ahora, están siempre por encima de los pilotos, quienes quiera que éstos sean. No estuve en Fuji el 24 de octubre, cuando Lauda abandonó en una carrera que, probablemente, no se debería haber corrido nunca: fue una decisión incomprensible, que dio el título a Hunt, con quien yo había mantenido una buena relación a lo largo de aquellos años, pero para Ferrari fue difícil de digerir. Algo se había roto en aquel puzzle y los éxitos de otro gran año como fue el de 1977, no fueron suficientes para volver a juntar todas las piezas. Niki dejó Ferrari otra vez antes de que terminara la temporada, pero mi relación con él ha seguido siendo sólida, tanto que le llegué a pedir que me echara una mano pocos meses después de mi regreso a Maranello como presidente, en 1992. También entonces, como en 1973, tuvimos que empezar de cero, e intenté empezar de nuevo con esos valores (innovación, organización, método de trabajo, determinación y deseo de ganar) que habían caracterizado mi primera experiencia. El sabor de los éxitos que llegaron después era distinto, pero igual de emocionante y, sin duda alguna, pasará exactamente lo mismo con los éxitos que lleguen en el futuro".