Un gusto agrio, agridulce. Como el gusto que, en ocasiones, nos queda tras un Gran Premio, de esos que algunos se empeñan en tildar de 'aburridos'. El gusto de vino añejo que una vez probado no se quiere olvidar. Esa es la mezcla de sensaciones que aflora cuando nos acordamos de aquellos años 70', los que los vivieron y los que los han revivido a través de documentos gráficos e historias narradas, en los que tantas leyendas se juntaron al unísono y tantas glorias regalaron a la leyenda de la Fórmula 1.
El número 12 de Jackie Stewart, aún no nombrado como 'sir', relucía en su flamante Tyrrell 003 sobre el asfalto británico de Silverstone. El escocés entraba en el vértice de la curva apretando el freno y sujetando con firmeza ese volante redondo, tan distinto a los de ahora y tan alejado de 'DRS', 'KERS' o cualquier otra abreviatura distinta a la que lucía en el morro azul de 'ELF'.
Otros tiempos y otras modas. Se añoran otros tiempos, pero no se desprecia la actual guerra tecnológica en la que el ingeniero pisa más fuerte el pedal del acelerador que, en ocasiones, los mismos protagonistas de la acción. En aquel 1971, fecha de la que data la instantánea, Jackie Stewart se iba a proclamar Campeón del Mundo por segunda vez, pero eso él aún no lo sabía al recibir la corona de laureles por cuarta vez en lo que llevaba de temporada.
Este fin de semana serán 52 giros los que se den al remodelado trazado de Silverstone, aquella tarde de mediados de julio, con el astro rey latiendo fuerte y las mesas de camping rodeando las inmediaciones de la pista británica, fueron 68. Aquel fin de semana tres motores Ford-Cosworth ocuparon el podio y las celebraciones, este próximo fin de semana Ford no estará, ni se le espera, y Cosworth no acariciará el podio en el que, parece, será su último GP de Gran Bretaña.
Se vivenciarán otras anécdotas, otras vueltas rápidas y otro sin fin de comentarios sobre Pirelli y su degradación, pero no será lo mismo ver a Stewart con falda escocesa por el paddock que verle con su casco blanco y rallado a bordo de un monoplaza de color francés y de corazón británico. No será lo mismo ver el duelo a tres bandas, incluso a cuatro si se tercia, que aquellas vueltas de ensueño con los Fittipaldi, Ickx, Regazzoni, Andretti, Hill, Surtees, Stewart y hasta un tal Pescarolo.
Agrio gusto de lo que fue y no volverá. Agrio aroma de las tardes oliendo a gasolina y a hierba recién cortada. Dulce rugir de motores y chirriar de neumáticos al límite.