No obstante, tras ganar tres títulos mundiales de pilotos y tres de constructores de forma consecutiva (2010-2012), Horner cuenta con muchos éxitos a sus espaldas para poder respaldarse, y el inglés cree que es ese éxito conseguido el que ha jugado un papel importante en el desarrollo de una percepción negativa hacia él. "Mi trabajo es hacerlo lo mejor posible para el equipo, proteger sus intereses y los de cada trabajador, así como los de los pilotos. Al final del día, no se trata de un concurso de popularidad. Obviamente, cuando triunfas, la forma más rápida de perder la popularidad es haber mantenido el éxito. El éxito que ha tenido Red Bull en los últimos años le resulta muy incómodo a algunas personas del 'paddock'. Hay equipos que han luchado mucho tiempo para ganar el Mundial de Constructores y a ellos, inevitablemente, tampoco les gusta. Mi objetivo es hacerlo lo mejor posible para Red Bull, y si eso implica que no me inviten a cenar, me da igual", explicó a Autosport.
Orgulloso de Red Bull
Horner, de 39 años, cree que al final será su éxito, y no su popularidad, o la falta de esta, la que permanecerá en el recuerdo: "Se me juzga por lo que consigo, no por lo popular que soy. Creo que he logrado mucho antes de llegar a la F1, y también he conseguido mucho en la F1. Se me juzga no por lo que soy, sino por lo que hago. Lo que hemos logrado en Red Bull (36 victorias, 48 'poles' y seis campeonatos hasta la fecha) demuestra que nos hemos unido a un grupo de equipos muy selecto. Eso no lo haces sin que haya disciplina, sin que haya organización y sin cumplir todos tus propósitos, sobre todo contra la calidad de rivales contra los que estamos compitiendo".