De todas formas, Vergne sabe que la presión será grande para los jóvenes pilotos que evolucionan desde el equipo júnior de Red Bull: "Personalmente, he aprendido mucho y mi objetivo será terminar en mejores posiciones si el monoplaza me lo permite. Obviamente, para 2014, sería genial poder pilotar para Red Bull, pero no será en eso en lo que piense cuando empiecen los entrenamientos con el nuevo Toro Rosso o cuando lleguemos al primer Gran Premio de la temporada 2013".
Trabajo en equipo ante las adversidades
Quizás, esta prudencia que expone el francés podría interpretarse como pesimismo, pero Vergne sabe que los resultados en F1 están condicionados, sobre todo, por la calidad del material que se tiene a disposición. Y en 2012, el STR7 decepcionó de forma evidente: "Un coche posee unas cualidades relacionadas con los objetivos que se marquen. El nuestro fue el de batirnos con Williams, Force India y Sauber, y quedó claro que no tuvimos las armas para conseguirlo. Pero hubo cosas positivas: actuaciones en carrera mejores que en clasificación, actuaciones con lluvia".
Una vez analizada su pasada temporada, Vergne se ha mostrado contento de que el equipo haya tomado conciencia de la debilidad del coche de 2012. En F1, es fácil echarle la culpa a los pilotos cuando algo va mal con el coche, sobre todo a los novatos. "El equipo reaccionó de forma fantástica, por dos razones: primero, pensaban que debía aprender y que cometería errores por ser un debutante, y por eso se mostraron comprensivos; y segundo, porque pronto vieron que el coche no iba a responder a sus demandas y, por tanto, tampoco a las mías. Aprendimos a trabajar juntos en los momentos complicados, y el ambiente no ha cambiado", apuntó Vergne.