El circuito de Interlagos ofrece siempre sorpresas. ¿La clave?, un trazado exigente, con múltiples desniveles, un asfalto irregular, escapatorias de césped -en su mayor parte-... y una meteorología caprichosa. Con el paso de los años, el circuito de Sao Paulo ha ido asentándose como cita final del campeonato y nos ha atrapado gradualmente con su encanto, incluso hasta hacernos olvidar la inseguridad de la ciudad o las precarias instalaciones del circuito.
Cartas marcadas
Si bien Interlagos es un circuito muy propicio para los resultados inesperados por su complejidad, no es menos cierto que Ferrari llegaba a Sao Paulo con muchas tareas pendientes que, seguramente, no podrían ser resueltas a tiempo para plantar cara a Red Bull y McLaren. Interlagos cuenta con curvas de baja, media y alta velocidad. Pero todas tienen un punto en común: son de radio constante o lo suficientemente largas o rápidas como para demandar un monoplaza muy eficiente desde el punto de vista aerodinámico -especialmente en el primer sector-.
La tracción no es menos necesaria en los sectores 2 y 3, exigiendo este último un motor potente y un coche que permita alcanzar una velocidad punta considerable. A todo ello, hay que sumar la altitud -800 metros sobre el nivel del mar-, que limita la potencia de los motores alrededor de un 8% y provoca que el aire ejerza menos resistencia sobre los monoplazas, restando carga aerodinámica, pero también aumentando la velocidad punta. En dicho escenario, Ferrari contaba con pocas opciones de luchar por la victoria en condiciones normales. Por eso era imprescindible que las previsiones meteorológicas se cumplieran.
Nervios y mucha presión
Uno podría pensar que pilotos de la talla de Sebastian Vettel o Fernando Alonso son ya inmunes a la presión provocada por tener al alcance de la mano su tercer título mundial. Pero los nervios aparecieron, sin duda alimentados por unas condiciones meteorológicas muy difíciles de predecir. Pronto quedó claro que Ferrari sufriría para maximizar los neumáticos y no podría contar con un monoplaza lo suficientemente competitivo como para plantar cara a los más rápidos en todos los sectores. Especialmente en el segundo, Alonso y Massa perdían décimas con facilidad. A la hora de la clasificación, el brasileño sólo pudo ser quinto y el español octavo, certificando de nuevo que la última fase de la temporada se le ha atragantado a la hora de entenderse con el monoplaza italiano.
Pero la decepción también llegó en el bando azul, con Sebastian Vettel clasificando en una gris cuarta plaza, superado por los dos McLaren y por su compañero Webber. Con la previsión meteorológica del día siguiente y ante una salida tan compleja como la de Sao Paulo, ninguno de los aspirantes al título podía estar tranquilo.
El Gran Premio tuvo de todo y ni Fernando ni Sebastian pudieron permitirse un sólo respiro. El español, como es habitual, sacó petróleo de la primera vuelta, pero luego evidenció muchos problemas para mantenerse en el ritmo de los líderes, incluso en mojado. Por su parte, el alemán salió aterrorizado ante la posibilidad de tocarse con alguien, lo que le obligó a batallar en la parte media del pelotón y, al llegar a la frenada de 'Subida do Lago', verse envuelto en un accidente con Bruno Senna.
Sin duda Sebastian contó en ese momento con una gran dosis de suerte al no verse obligado a abandonar, pues el segundo impacto -recibido en su rueda trasera derecha- fue muy fuerte. Eso sí, la carrocería de su RB8 quedó muy dañada a la altura del escape izquierdo, llegando incluso el colector a abollarse.
Tras reincorporarse a la acción, Vettel soltó de golpe todos los nervios y comenzó a imprimir un ritmo descomunal que le llevó a la zona de los puntos en pocas vueltas. Posteriormente, con la intermitente presencia de la lluvia, rodó siempre con cautela pero sin perder de vista las posiciones que le daban los puntos necesarios para ser campeón. Sólo se le vio atenazado de nuevo en la reanudación tras el coche de seguridad.
Por su parte, Fernando Alonso volvió a demostrar qué clase de piloto es. Incómodo e incapaz de ser lo suficientemente rápido como para optar a la victoria, el español volvió a sacar su talento y experiencia para mantenerse con opciones y dispuesto a sacar provecho de cualquier circunstancia inesperada. Lo consiguió con todas pero, por increíble que pueda parecer, fueron insuficientes. Como él mismo dice, este año ha conseguido poner de acuerdo a todos los sectores involucrados en la Fórmula 1, por lo que debe terminar el año muy orgulloso de lo realizado.
Estrella emergente
En un segundo plano por la importancia de lo que estaba en juego unos segundos más atrás, destacó el alemán Nico Hülkenberg, que llegó a liderar la prueba por merecimiento propio durante 30 vueltas. Su ritmo fue impresionante en todas las condiciones, pero los errores llegaron finalmente. Primero en forma de pequeña salida de pista cuando era perseguido por Lewis Hamilton. Luego, cuando se rehízo y atacó al inglés en la frenada de final de recta, perdiendo el control de la zaga en la zona húmeda y arruinando la carrera del piloto de McLaren. La oportunidad pasó y Nico no fue capaz de cogerla, pero su talento queda fuera de toda duda. El resto, queda pendiente para mejor ocasión.
La temporada 2012 ha llegado a su fin con un gran fin de fiesta y un brillante y merecido campeón. Que Fernando lo merezca en mayor medida -que pienso que sí- queda para la interpretación de cada uno y, por qué no, para el análisis pausado de lo que hemos visto a lo largo del año. Un año inolvidable con ocho pilotos distintos subiendo a lo más alto del podio y representando a seis equipos diferentes. Cifras más que suficientes para definir la intensidad de una temporada para la historia.