La labor del piloto en el test, que dura de 9 de la mañana a 17 de la tarde y en el que se acumulan entre 100 y 150 kilómetros en más de diez tandas, es simple: realizar tantas a velocidad constante de ida y vuelta. "Básicamente, lo que llevamos a cabo es un test del coche a tamaño natural para comparar los datos obtenidos con los del túnel del viento y las simulaciones del DCF," explicaba Domic Harlow, ingeniero jefe de Force India en 2011, en palabras a la revista F1 Racing.
Entre tanda y tanda, el piloto vuelve a la tienda del equipo, improvisado box, para cambiar los componentes a estudiar y volver a la pista. Tal es la autonomía en estos tests, que incluso los equipos pueden permitirse utilizar elementos prohibidos por normativa, como los reguladores de altura, para facilitar la obtención de datos modificando ciertos parámetros por ordenador.
Tres velocidades
La norma habitual es realizar barridos de velocidad a tres velocidades: 170 km/h, 240 km/h y 310 km/h, en los que la velocidad también está controlada por software, al igual que se hace cuando un monoplaza rueda por el pitlane. ¿Por qué esas velocidades? "El apoyo a 170 km/h es la mitad que a 240 km/h y a su vez, es la cuarta parte que a 310 km/h," comentaba Harlow, argumentando que esa relación simplifica la interpretación de los datos.