Por su parte, Ricciardo solamente ha corrido en once Grandes Premios, mientras que su compañero de equipo, Jean-Eric Vergne, debutará en una carrera por primera vez en Australia. Esto significa que la fiabilidad del nuevo coche y la simpatía que existe entre los dos pilotos ha permitido que ambos puedan centrarse en conducir y mejorar el coche en vez de rivalizar y solucionar problemas entre ellos.
Buena base con la que trabajar en los test
"Cada poquito que hacemos nos ayuda porque no tenemos experiencia. Si algo ocurre, aprenderemos de ello y tendremos que solucionarlo, pero hoy en día es bueno tener algo con lo que podamos estar cómodos. Es mejor que nos centremos en cada vuelta que en comernos la cabeza pensando en lo que estamos haciendo", explicaba el piloto australiano.
Ricciardo, que terminó tercero durante la segunda jornada de test a un segundo del Mercedes de 2011 de Michael Schumacher, se ha encontrado con un coche relativamente fácil de conducir.
Y es que al piloto no le ha costado encontrar el equilibrio del STR7: "Mantuvimos el coche en la pista y no me preocupé en ningún momento. Estoy cómodo con el equilibrio del coche y es una buena base con la que trabajar. Las partes delantera y trasera parecen funcionar bien juntas. El equilibrio no cambia demasiado desde la entrada en una curva a la salida de ella. Así que eso es bueno".
Su compañero, Vergne, se subirá al STR7 este mismo jueves y el viernes, día en el que los entrenamientos de Jerez llegarán a su final.